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EL MONSTRUO CAPITALISTA

EL MONSTRUO CAPITALISTA

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Por trasnochado que parezca el término capitalista, la situación actual obliga a calificar de monstruoso el capitalismo especulativo que domina el mundo, arrinconando valores humanos y principios morales en el desván del olvido, como se abandonan desperdicios en los estercoleros.

En tal capitalismo, la indiferencia ocupa el espacio de la empatía; silencia el individualismo la hermandad; desplaza la usura a la generosidad; los decretos anulan la justicia social; el desinterés claudica ante la voracidad; la avaricia vence al desprendimiento; el altruismo sucumbe a la codicia; y el egoísmo nubla la solidaridad con la fuerza de un tornado que amenaza el bienestar común.

Sufrimos la voracidad de los buitres especuladores carentes de escrúpulos morales, dispuestos a rapiñar todo lo que encuentren a su paso, especulando con la miseria ajena y abusando del poder que la injusta legalidad les otorga con leyes favorecedoras que un imparable y peligroso incremento de la quiebra social.

El monstruo capitalista especulativo va por libre y circulando sin limitación alguna por las autopistas mercantiles y financieras, apeándose solo para caminar por los barrizales sociales con botas de tachuelas pisoteando lo que encuentra a su paso, sin que el poder político pueda detenerlo porque se ha constituido en Estado por encima de los Estados, para gobernar el mundo con infinito poder invisible, sin pasar por las urnas.

La crisis financiera ha vaciado las despensas de muchos ciudadanos, arruinado el pequeño comercio, expulsado del empleo a millones de trabajadores, desplomado la dignidad humana y quebrando el alma del pueblo inocente que ocupa la aldea global sufriendo las consecuencias de la tragedia, multimillonando la crisis a los multimillonarios que especulan sin escrúpulos con la pobreza de los vecinos.

CARTA A PAPÁ NOEL

CARTA A PAPÁ NOEL

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Querido destinatario de sueños imposibles:

Sin esperanza alguna de ver cumplidos mis deseos, te escribo este año obligado por la renuncia de los Reyes que han abandonado sus tradicionales compromisos en manos del duque consorte, y temo que en vez de traer juguetes y regalos, el yernísimo se dedique a rapiñar por las casas lo que encuentre y a quitarle caramelos de la boca a los huérfanos.

Por eso quiero pedirte que lances tus renos contra la limusina del atleta y cuelgues de sus cuernos una sentencia ejemplar por haber destruido la ilusión de tantos ciudadanos.

También te pido que no detengas el trineo en casas donde los criados hayan retirado la nieve de las puertas, ni en aquellas cuyos dinteles estén marcados por la insolidaridad.

Voy a pedirte contratos dignos de trabajo y que estaciones la troika en viviendas de emigrantes para acompañar la soledad de su mesa con esperanzadoras noticias de próximos encuentros familiares.

Te pido, ¡cómo no hacerlo! que la honestidad política nos redima de los estercoleros.

Te pido regidores inteligentes, generosos, honrados y prudentes.

Te pido que el interés común prime por encima de los beneficios partidistas.

Te pido que el sectarismo será una página olvidada en las hemerotecas.

Te pido el acceso gratuito y universal de los ciudadanos a la educación y cultura.

Te pido que promuevas la solidaridad de los multimillonarios con la pobreza.

Te pido igualdad de oportunidades para todos los ciudadanos.

Te pido cárcel para los especuladores de la miseria y los usureros.

Te pido un recinto acordonado para todas las religiones en un Estado laico.

Te pido información objetiva y veraz en los medios de comunicación.

Te pido que nos dirijan quienes acrediten mayor mérito y capacidad para ello.

Te pido una sanidad pública con máximas garantías para velar por nuestra salud.

Te pido que los brotes verdes se transformen pronto en bosques floridos.

Te pido libertad de opinión, micrófonos y altavoces para los indignados.

Te pido mantel y mesa para los los indigentes y marginados.

Te pido pensiones dignas para los jubilados que han sudado ya lo suyo.

Te pido destierro para trileros políticos, embaucadores de pacotilla y charlatanes.

Te pido, en fin, que por un día nos hechices con tu magia, contagiándonos un estado de delirio que nos permita soñar ilusionados con vivir en un país próspero, esforzado, solidario, culto y honrado, que algunos sinvergüenzas se empeñan en condenar a las tinieblas.