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POZO DE LAS NIEVES

POZO DE LAS NIEVES

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Los amantes de la intrahistoria unamuniana salmantina tienen una ventana donde asomarse a ella, llevados por la encantadora y sabia mano de la arqueóloga Elvira en el rotulado “Pozo de la Nieve”, que nuestro querido Jotamar enmienda, advirtiendo que debe titularse “de las nieves”, porque es donde se cogían las nieves procedentes de las sierras de Béjar y Candelario, traídas al galope a tal Pozo de la Vida en carretas nocturnas aisladas con paja, para ser conservada y compactada sobre capas de 40 centímetros de espesor durante el invierno, con el fin de que los salmantinos pudieran conservar los alimentos y medicinas en verano, pagando una pequeña cantidad por ello.

Espacio de visita obligada para todos los charros amantes de la historia local, donde puede recrearse el espíritu entre pasadizos subterráneos del antiguo convento de San Andrés, siete picones inéditos de la muralla y el singular “frigorífico” de la ciudad, en tres discursos históricos complementarios de la piedra que habla con humilde sabiduría.

Asombro de la “parrilla” que horada la tierra hasta el “lago” donde se llega por secretos túneles del “pequeño Escorial” desaparecido, junto a restos de la antigua muralla medieval de la ciudad que permiten observar los avatares sufridos por ella a lo largo del tiempo, junto a la “cocina” abovedada del convento, en la que un grupo de padres dominicos elevó al cielo su gregoriano canto hace unas semanas en homenaje a los frailes que en él vivieron.

Este paseo por la mitológica Salamanca perforada de túneles y galerías subterráneas concluye en los restos de la torre noroeste del convento de San Andrés que fue casa de peón caminero y taller de electricidad del automóvil, hasta que los sucesivos ayuntamientos salmantinos decidieron recuperar esa página de nuestra historia, que ha culminado el actual consistorio con sabio y afortunado criterio.

Visitar el Pozo de las Nieves con amigos de Unamuno es placer añadido, pues a las doctas explicaciones Elvira, se añadieron acertadas preguntas y oportunos comentarios del geólogo Emiliano y el periodista Jotamar, enriqueciendo con sus intervenciones la historia salmantina que compartimos durante las dos horas y media que duró la visita.

SEQUEDAD POÉTICA

SEQUEDAD POÉTICA

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Corren malos tiempos para la lírica en España desde hace años, sin que pueda verse el final de la sequía, por mucho que algunos meteorólogos literarios vaticinen lluvias torrenciales de versos para inundar las resecan ramblas donde muere de sed la poesía.

Abundan hoy los versificadores; proliferan los obreros de estrofas; pululan los fabricantes de bisutería lírica; rebosan los copistas de imágenes poéticas; sobran manipuladores del ripio; y se publican impublicables libros de poesía, como el que ayer llegó a mi mesa, de cuyo nombre prefiero que ustedes no tengan que olvidarse.

Este libro y otros como este, unido a los poemas que circulan por las redes sociales, obligan a pensar que las musas llevan en huelga más tiempo del previsto por la historia de lírica española, dando ocasión a que desluzcan su brillo vates que pegan con el bate a los versos, impidiendo verdear el seco erial poético donde la imaginación es una quimera, la creatividad ilusión sonora y las imágenes visiones de ultratumba poética.

El pozo seco donde embuten la belleza muchos copleros de rimas, palmeados por amigos que confunden versos con berzas; rimas con ramas; imágenes con imagenios; crear con xerocopiar; innovar con falsificar; métrica con matraca; y verso libre con dar libertad al verso para que espante la poesía.

La poesía como fuente de belleza imaginativa, de sentimiento puro sublimado por el encanto de imágenes deleitosas, ha pasado a mejor vida en los últimos tiempos. Y la poesía como manantial de verdad que se enturbia con el engaño de quienes pretenden ofrecer aquello que no encontraran nunca, anda perdida por los montes del Parnaso en paradero desconocido.

Tanta sequedad me ha llevado a recogerme en el vergel florido donde permanezco desde mi juventud, rodeado de poetas y poemas que cada día elevan mi alma,  porque sólo unos cuantos versos de actuales juglares me han animado a su lectura, bajo la esperanzadora luz de su revitalizador encanto.

IGUALAR A LA BAJA

IGUALAR A LA BAJA

Estamos donde estamos, sin comerlo ni beberlo, por voluntad de quienes nos han empujado al hondón del pozo, mientras ellos se asoman sonrientes al brocal para ver como desaparecemos de la superficie, sin posibilidades de salir a flote pues los que tendrían que reflotarnos carecen del talento, valor y honradez que se necesita para ello.

Es el precio que pagamos por sostener con nuestros votos un sistema caduco donde predomina los sinvergüenzas que tienen la desvergüenza de ocupar portadas de periódicos y carteles electorales, mientras nosotros pastamos adormecidos y a la intemperie en esta decrépita pseudodemocracia.

La decadencia de la vida pública española tiene mucho que ver con la falta de ciudadanos honrados y capacitados para ocupar cargos representativos, ya que los partidos políticos han apostado por la incondicional fidelidad partidista, considerando que administran una finca privada y no el territorio común de cuarenta millones de ciudadanos.

En ese afán dominante han igualado a los cargos públicos por abajo, según el diminuto rasero de familiares, amigos y militantes que se arrastran por el suelo suplicando un sillón que llevarse a las nalgas, sin apartar de sus dientes el carnet del partido.

Esto es lo que pasa cuando se pone un país en manos de políticos desvalidos y desvaídos, permitiéndoles acomodar mediocres posaderas de personas incompetentes y sin escrúpulos en rentables poltronas institucionales, haciendo de la piel de toro un trapo raído e inservible.