ÁNGEL GARCÍA LÓPEZ
Hoy cumple 79 años el poeta andaluz más desconocido entre todos los galardonados, porque el roteño Ángel García López suma al Premio Nacional de Poesía, al Adonais y al de Crítica, varios premios más, que su humildad franciscana le impide exhibir en los foros literarios y publicistas.
Conocí al poeta en el colpicio de mi adolescencia cuando él era estudiante universitario que inspeccionaba desocupadamente a los internos del madrileño Infanta, mientras enamoraba a la hija del capitán de la emisora, veía consumir sus cigarrillos sobre la mesa del estudio y cargaba a los habladores con la “peladilla”, una enorme piedra blanca, redondeada y pesada.
En medio de aquellas fiebres “A flor de piel”, nos dijo que “Emilia era su canción”, poniendo “Los ojos en las ramas” en la “Tierra de nadie”, y hospedándose emigrado desde su pacífico albergue gaditano a la capital de la dictadura, donde aún permanece dedicándonos su Posdata, aunque el rey se haya trasladado desde El Pardo a la Zarzuela.
En medio de todo ello nos hizo un “Retrato respirable en el desván” entre “Latrocinios, virginidades” y “Perversificaciones” en “Territorios del puma”, haciéndonos enmudecer con su “Trasmundo”, extenso poemario dolorido en la antesala del quirófano, con un pulmón quebrantado.
Dominador de la rima y la medida en los sonetos; elegante en la prosa poética; emotivo en los largos versos libres; desgarrador ante la angustiosa muerte; creador de rumbos lingüísticos; y clásico en la modernidad, es García López profundo trovador de inimitable belleza lírica, que hoy celebra en familia su encuentro con la vida.
Feliz cumpleaños para el inspector de mis sueños juveniles. Dichoso aniversario para el sencillo profesor de mis colpicianos; reconocimiento al maestro de los versos, por los momentos de placer que nos ha dado leyendo sus poemas; y gracias al hombre, por ser “Carne mortal, terrestre alacena del agua, pretérito presente y puerta abierta cerrada”.