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PATRIOLOGÍA

PATRIOLOGÍA

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La patriología es a la patria, lo mismo que la teología es a Dios, siendo los patriólogos homólogos a los teólogos dedicados a profesar la teología, mientras los patriólogos se ocupan de estudiar la patria, con un patriotismo que les hace ser más patrioteros que patriotas.

De esta manera, la patriología se conforma en pseudociencia con estructura fragmentada, transformando la patria común en cortijo caciquil propiedad de poderosos patriólogos unidos por vínculos jurídicos, históricos y afectivos, que se han apropiado por usurpación de las diferentes áreas patriológicas.

Así, tenemos la patriología ascética que trata de la unión de los patrioteros con la nación, analizando los vínculos entre ambos y el camino a seguir por los primeros para llevar una placentera vida contemplativa a costa del sudor ajeno.

La patrilogía de la liberación analiza el movimiento ideológico que intenta pervertir las leyes, dándoles un enfoque social, religioso, legal y político, influido por doctrinas emancipadoras de la clase dominante.

La patrilogía dogmática estudia los atributos y condiciones de la patria a la luz de principios revelados por dioses supremos, instalados en poltronas celestiales por quienes se benefician de sus revelaciones divinas.

La patriología mística se refiere a la perfección de la vida nacional en las relaciones más íntimas y profundas que tiene la humana inteligencia con la deidad patrocinada por los autoproclamados profesionales de la virtud.

La patriología moral trata de las aplicaciones utilitaristas de los principios patriológicos básicos en las relaciones sociales y la utilidad derivada de su ejercicio en las diferentes actuaciones ciudadanas.

La patriología natural estudia la patria, sus atributos, perfecciones y carencias a la luz de principios impuestos por razones de dominio, con independencia de las verdades reveladas por la historia humana.

ABSURDIDAD MONÁRQUICA

ABSURDIDAD MONÁRQUICA

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Durante la Edad Media y siglos posteriores a ella, España estuvo regida por monarquías absolutas, con el resultado ya conocido por todos los interesados en conocer la historia de nuestro país, en las que el rey reinaba y gobernaba a su antojo, legitimando su poder en haber sido engendrado por su antecesor en el trono.

Frente a la absoluta soberanía del rey, la República ofreció la soberanía al pueblo para que éste rigiera su propio destino, otorgándole capacidad para elegir al ciudadano que considerara más apto para tomar las riendas, atendiendo las peticiones del pueblo que lo había elegido como gestor de sus propuestas.

Ante un cambio tan radical y difícil de llevar a cabo, los monárquicos y republicanos se pusieron de acuerdo en aceptar una situación intermedia, pactando la monarquía parlamentaria como híbrido que permitía al rey compartir soberanía con el pueblo.

En tan absurda situación se encuentran las actuales monarquías, entre ellas la española, porque la duplicidad de soberanías no resiste el mínimo análisis intelectual, aunque los monárquicos se empeñen en lo contrario y atribuyan a la monarquía parlamentaria poderes curativos de males endémicos españoles imposibles de reparar, en un país donde el pueblo acredita la mayoría de edad necesaria para rechazar a la nodriza.

La duplicidad de soberanías carece de sentido en el siglo XXI y es fuente de interferencias, porque no puede dividirse el poder en dos partes, sin que una de ellas se resienta en beneficio de la otra, como sucede actualmente con la inviolabilidad e irresponsabilidad del rey, mientras se desflora al pueblo y se le responsabiliza de actos que no ha cometido.

Una de las esencias republicanas, no compartida por la monarquía, es que la soberanía nacional sólo permite a la ley ocupar posiciones superiores a la voluntad popular, siendo esta ley promulgada y aceptada voluntariamente por el pueblo, a la que todos deben someterse, incluido el presidente de la República.

DOLOR DE EDUCACIÓN

DOLOR DE EDUCACIÓN

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Pocas veces una huelga ha estado más justificada como la que hoy va a celebrarse en defensa de la educación, donde profesores y alumnos expresarán su malestar contra la nueva ley educativa que cocina Wert, dándonos al resto de españoles la oportunidad de expresar nuestra hartura contra la casta política, incapaz de ponerse de acuerdo en materia tan importante como es la educación de los futuros dirigentes empresariales, políticos, sociales, financieros, sindicales y vecinales, que gobernarán la sociedad.

El catecismo político educativo exige cinco actos penitenciales a los profesores, alumnos, padres y ciudadanos: aprobación del examen de sumisión, dolor de educación, propósito de resignación, silenciar los pecados ministeriales y cumplir sectarias, improvisadas y perturbadoras leyes educativas.

Por ese calvario nos han obligado a pasar los políticos de turno, peregrinando descalzos y sin paradero, de ley en ley, entre las callejuelas empedradas del sagrado mundo educativo, sin posibilidad de hacerles comprender que con la educación no se juega ni se va a la caza del pueblo como si fuéramos perdices a las que nadie consulta cuando se hace una ley para matarlas, sustentada por caprichos sin fundamento real que justifiquen los sucesivos cambios de sistema educativo que estamos padeciendo, con grave perjuicio para la educación de nuestros jóvenes.

La historia confirma el beneficio aportado al país con la estabilidad legal que supuso la primera Ley de Instrucción Pública promovida por el ministro Claudio Moyano en 1857, que con pequeñas adaptaciones estuvo vigente más de un siglo, hasta que en 1970 Villar Palasí propuso acertadamente la Ley General de Educación (LGE), en vigor durante veinte años.

El cambio político a la democracia, la Constitución española y la adaptación a las nuevas corrientes educativas aconsejaron sensatamente nuevas leyes adaptadas a tales circunstancias, promulgándose la LOECE (1980), la LODE (1985), la LOGSE (1990) y la LOPEG (1995).

Luego vino la detestable lucha ideológica partidista, donde cada ministro de turno hizo de la educación su sayo, sacando de la chistera política nuevas leyes sin justificación alguna, interferidas por credos políticos y religiosos que han contaminado la educación, desanimado a los profesores, desconcertado a los alumnos, agobiado a los padres, irritado a los ciudadanos y escandalizado al sentido común.

Así, cayeron sobre nosotros la LOCE (2002) y la LOE (2006), amenazándonos ahora el Gobierno con otra nueva Ley Orgánica de Mejora de la Calidad Educativa (LOMCE), en plena crisis económica, institucional, social y moral, que viene con una carga restrictiva, ideológica y selectiva, que nada tiene que ver con la perspectiva educativa como sería su obligación, puesto que sus aportaciones se dirigen al control, la sanción y la discriminación: incorporación de evaluaciones finales en Primaria y ESO, reducción del poder de las Asociaciones de Padres y Alumnos, deshomologación de las lenguas cooficiales, penaliza a los centros que no cumplan con el rendimiento académico y restricción de la autonomía de gestión.

DESOBEDIENCIA CIVIL

DESOBEDIENCIA CIVIL

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Después de pasarme una vida predicando a los jóvenes la obediencia a las leyes, el cumplimiento de reglamentos, la subordinación a los mandatos y el acatamiento de normas, argumentando el valor cívico, moral, ético y social que sustentan las disposiciones legales, hoy rindo mi voluntad a la insumisión y desobediencia civil, como única salida para evitar que las ciudades se conviertan en morgues por donde caminemos sorteando los muertos provocados por decretos exterminadores.

Con indignación y dolor, leo en el periódico que se ha dejado morir de tuberculosis un joven de 28 años por no tener tarjeta sanitaria, tras ser rechazado en el hospital de Inca por celosos empleados cumplidores de órdenes inhumanas exigidas por Bauzá a través del conseller Sansaloni.

Igualmente, con incredulidad y estupor me llega la noticia de que otro joven valenciano de 23 años ha sufrido una reoperación quirúrgica para quitarle una prótesis  de rodilla que se le había implantado, al no poder pagar los 152 euros que costaba el postizo ortopédico que se le había insertado en la rodilla.

He visto policías reprimir con dureza inusitada manifestaciones de vecinos pidiendo trabajo, pan y justicia, arrastrando por el suelo a personas desahuciadas ante el llanto dolorido de sus hijos, cumpliendo órdenes de quienes juegan con nosotros al ahorcado, protegidos por esos mismos guardias cuando los ciudadanos que piden explicaciones a sus mandatos exterminadores.

No amenazamos los ciudadanos que predecimos la inevitable rebelión del pueblo ante la situación de flagrante injusticia que vive gran parte de la población, mientras una minoría mantiene sus privilegios, consiente la corrupción, participa de los beneficios y pide obediencia a unas leyes hechas a medida del poder político y financiero.

Hay poco margen de error en la predicción que una futura insumisión de sanitarios, jueces, profesores, funcionarios, policías y trabajadores, a leyes y mandatos que condenan a la miseria, pobreza, marginación y muerte a quienes no merecen tanto desprecio y abandono a un fatal destino, provocado por quienes no sienten las angustias, miedos y temores que sufren los desahuciados, hambrientos, parados y estafados.

TRADUCTOR POLÍTICO

TRADUCTOR POLÍTICO

Comunico a todos los amigos de este blog que Google ha incorporado a su traductor de idiomas el nuevo lenguaje político, para que los ciudadanos podamos saber qué nos dicen los políticos cuando se dirigen a nosotros.

Yo he probado este intercambiador de idiomas pidiéndole que me tradujera las declaraciones que hizo ayer Cospedal para explicar la situación de Bárcenas en el Partido Popular y el resultado ha sido sorprendente, porque finalmente he podido comprender el críptico mensaje que lanzó en el lenguaje político que ellos mismos no comprenden, como evidencian sus dudas e interrupciones.

Aquí os dejo la traducción de sus palabras, por si alguno de vosotros tuvo el mismo problema comprensivo que yo, cuando oí a la secretaria general balbucear sonidos ininteligibles por mente humana, ajena a los privilegiados cerebros de nuestros políticos.

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 Gracias a Google por esta aportación, que nos será muy útil a los imbéciles ciudadanos que no entendemos las intervenciones de los líderes políticos.

DESCRÉDITO POLÍTICO

DESCRÉDITO POLÍTICO

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Es tan grande la desconfianza del pueblo en los políticos, que son pocos los ciudadanos que conceden el mínimo crédito a sus palabras, hartos ya de mentiras, incumplimientos, demagogia, trampas y fraudes electorales. La reputación social y la autoridad moral de los dirigentes políticos está más desprestigiada que las promesas de borrachos y trileros, aunque mantengan el inmerecido poder de las urnas.

No son los desahucios, ni los suicidios, ni los abusos, ni las estafas, ni los incumplimientos, lo más grave que está pasando en el país, siendo todo ello muy grave. Tampoco lo es la impunidad de los corruptos, ni la institucionalización de la mentira, ni la basura que se esconde en las alfombras reales, ni el putrefacto olor que despiden los despachos oficiales. Lo más grave que está sucediendo es la pérdida de conciencia sobre lo que está pasando por la rutinización de hechos corruptivos y la desconfianza generalizada en las instituciones, en la clase política y, más allá de todo esto, en la degenerada democracia que imponen pseudócratas de pacotilla.

Los casos de corrupción en las postrimerías del felipismo enviaron a su líder a las tinieblas porque 9.716.006 ciudadanos confiaron en que la alternativa Popular al gobierno de González salvaría al país del lodazal en que fue hundido por los fondos reservados, los GAL, los rubios, los juanesguerras, los roldanes, y otros sinvergüenzas de similar calaña, que tanto daño hicieron al socialismo y al país.

Pero hoy las cosas han cambiado a peor porque muchos ciudadanos ya no confían en los partidos, ni en esta democracia, ni en las elecciones, ni en la monarquía, ni en los políticos, como refleja el hecho de que en las últimas elecciones, la abstención, el voto en blanco y el nulo fue del 30,97 %, siendo 10.561.756 los ciudadanos que optaron por la protesta con su inhibición, muy cercanos a los 10.830.693 votos que dieron la mayoría absoluta al Partido Popular.

Es presumible que en las próximas elecciones gane por mayoría absoluta la indignación, el descontento y la desconfianza, sin que los políticos estén haciendo nada por evitarlo.

DE LA FUENTE, ¡A LA FUENTE!

DE LA FUENTE, ¡A LA FUENTE!

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Ante el despido de 88 orientadores laborales, el director general de la Función Pública de la señora Cospedal, don Juan Manuel de la Fuente, ha declarado que con estos despidos están “haciendo un bien común a la comunidad”. Bien por el chico.

Pocas veces el desprecio a los administrados alcanzó cotas semejantes, porque el descerebramiento de este dirigente ha superado con siete palabras el record de displicencia. Estamos acostumbrados a la prepotencia de los políticos, pero debe saber este señor que no aceptamos el insulto, ni permaneceremos inmóviles si tal ofensa no tiene el castigo que merece, por el bien común de la comunidad.

Si esta es una buena decisión, da miedo pensar en la que espera a los castellano-manchegos cuando este dirigente político que alimentan, juzque como mala alguna decisión que les afecte, porque la concepción mercantil que tiene este sujeto sobre la gestión pública, produce escalofríos.

Sus palabrazas permiten adivinar que nuestro protagonista no distingue claramente un ser humano de un objeto que puede abandonarse en el estercolero, porque resulte más barato pagar la multa que contratar un servicio de mudanzas. Las palabras de esta lumbrera intelectual evidencian un intolerable sentido cortijero de la gestión pública, haciendo que su voluntad prevalezca por encima de todo y de todos, desempolvando el lema ya viejo y olvidado de los déspotas: Hoc volo, sic jubeo, sit pro ratione voluntas, es decir: lo quiero, lo mando, sirva mi voluntad de razón.

Con semejante argumento todo vale, incluso que los parados decidan enviar al señor De la Fuente a una fuente sulfhídrica que envenene su pituitaria por carecer del olfato político necesario para no fomentar desde la dirección funcionarial, la hostilidad que han provocado sus esquizofrénicas declaraciones.

Es evidente que moderación y prudencia no son virtudes que acompañen a este personajillo, nubladas por una prepotencia y chulería impropia de quien vive a costa de aquellos que vilipendia.

Alguien sensato de su entorno debe advertirle que detrás de cada trabajador despedido hay un doloroso drama personal y familiar que, en algunos casos, va acompañado de graves consecuencias. Es decir, los despidos laborales deben ser para los administradores públicos algo más que números y asientos contables, porque afectan a la dignidad de las personas y contravienen un derecho constitucional recogido en el artículo 35 de nuestra carta magna. Y, lo que es más grave, cuando un político orienta la brújula de su gestión solamente hacia la rentabilidad económica, permite suponer cual es el rumbo personal que guía su participación activa en la vida política.

En contra de la opinión de este individuo, somos millones los ciudadanos que consideramos el mayor bien común para el país que la mitad de los políticos fueran expulsados de sus poltronas, con él a la cabeza.