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EL ÍDOLO JUVENIL DE COSIDÓ

EL ÍDOLO JUVENIL DE COSIDÓ

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Mantienen los jóvenes la antigua costumbre de colgar en las paredes de su habitación algunos posters sobre personajes, hechos o ideas compartidas por ellos, siendo estampas de mi juventud: el abrazo ciudadano de amnistía, el Principito y dos pósters elaborados por mí con el “El viaje definitivo” de Juan Ramón y el “No volveré a ser joven” de Biedma, para recordarme que debía aprovechar la juventud viviéndola intensamente, junto a la frase “Todo es imperfecto”, para sosegar mi afán perfeccionista.

Otros jóvenes, en cambio, ponían su atención en determinados personajes que admiraban, convirtiéndolos en ídolos a seguir, ideologías a difundir y sentimientos que compartir, llevándose la palma el famoso retrato del Che Guevara que decoró tantas paredes juveniles en época de sequía de libertades.

Pues bien, hemos sabido por boca del politólogo Juan Carlos Monedero – compañero de estudios en la Facultad madrileña de Políticas del actual director general de la Policía -, que el joven Ignacio Cosidó tenía en su habitación un gran póster del caudillo Franco como ídolo en de juventud universitaria, según pudo constatar el ideólogo del 15-M en las visitas que hizo a don Ignacio en su casa.

Pero que ningún demócrata se alarme pensando en la perduración eterna del pensamiento franquista en la ideología del jefe policial, como demuestran sus actitudes de gobierno, propuestas legales y compromisos absolutamente democráticos y respetuosos con los derechos ciudadanos, según evidencian las actuaciones policiales, la Ley de Seguridad Ciudadana y los cuatro cambios que ha hecho del jefe de los policías anticorrupción hasta encontrar la persona apta para luchar contra ella.

A tales comportamientos democráticos se añade el cambio la dotación policial de pelotas de esponja a cambio de las duras bolas de goma que explotan globos oculares y vacían las cuencas de los ojos de rebeldes anarquistas que pretenden acabar con el sistema. La imposición de una policía más “patriótica” para defender la patria de los ataques internos llevados a cabo por antiespañoles que ocupan las calles pidiendo lo que no merecen. La detención de peligrosos agitadores piqueteros laborales Y el justo apresamiento de los desestabilizadores que llevan insignias republicanas en las solapas.

VIRGEN CONDECORADA

VIRGEN CONDECORADA

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El señor Fernández, a la sazón católico ministro del Interior y supernumerario de la Obra de Dios, ha tenido a bien conceder la Medalla de Oro al Mérito Policial a la Virgen Nuestra Señora María Santísima del Amor, maridando así creencias personales con gestión pública, obviando la aconfesionalidad del Estado y contraviniendo la Ley sobre Condecoraciones Policiales, aunque la distinción otorgada tenga carácter honorífico.

Dicha Ley establece en su artículo 4 que para recibir tal medalla es preciso ser miembro de las Fuerzas de Seguridad del Estado o hacer actos relevantes en defensa del orden, de las personas o de la propiedad. Condiciones que dicha Virgen no cumple, salvo que el ministro demuestre al pueblo lo contrario, teniendo en cuenta que los milagros y la intransferible fe religiosa personal no validan intenciones ministeriales.

Por otro lado, en su artículo 5, dicha norma jurídica exige que los receptores de la Medalla concedida a la Virgen, hayan muerto en acto de servicio, sufrido mutilaciones, heridas graves, deformidades o inutilidad, incluyendo también el haber realizado servicios trascendentales que hayan puesto de manifiesto excepcionales cualidades de patriotismo, lealtad y abnegación, actuando ejemplarmente con valor, capacidad, eficacia y extraordinario mérito. Algo sin constancia pública de que haya sido realizado María Santísima del Amor.

Teniendo en cuenta que esta Virgen no reúne los requisitos exigidos por la ley para merecer esa Medalla, parece conveniente retirarle la máxima distinción policial otorgada y entregársela a cualquiera de los policías que se juegan la vida y dejan la piel en su trabajo con esfuerzo, solidaridad y sacrificio, velando por nuestra seguridad y la del templo donde se venera la imagen virginal.

El libro de cabecera de los miembros pertenecientes a la Obra les recuerda en el pensamiento 499 que María Santísima quiso siempre pasar inadvertida, como una más entre todas las mujeres de su pueblo, por lo que rechazaría el protagonismo social y las distinciones políticas. Igualmente, en la reflexión 507 advierte el santo José María a sus seguidores sobre la humildad de la Madre Santa María que no se dejó ver entre las palmas de Jerusalén.

Además, la palabra de Dios desautoriza el maridaje entre leyes humanas y divinas, ordenando a los creyentes (San Mateo, 22,21) dar al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios, por lo que debe resultar poco complaciente para la Virgen esta medalla honorífica, pidiendo la Madre de Cristo a sus fieles que mejor cumplan la doctrina de amor al prójimo predicada por su hijo, donde no tienen cabida las concertinas, ni las mentiras, ni las exclusiones, ni los hacinamientos, ni la represión de quienes piden pan y justicia social evangélica.

FUERTE DESPLIEGUE POLICIAL

FUERTE DESPLIEGUE POLICIAL

En poco tiempo, acabaremos hartos los ciudadanos de leer en los periódicos y escuchar en emisoras de radio y televisión la frase “fuerte despliegue policial”, porque las movidas populares que se avecinan van a requerir de fuertes medidas de seguridad para contener la justificada ira del pueblo.

 Los miembros de las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado que sufren como el resto de la población los salvajes recortes que no llegan a los causantes de la crisis, verán incrementado sensiblemente su trabajo sin recibir compensación alguna porque sus despliegues por calles, Instituciones y sedes de partidos, van a ser diarios.

Eso hará que los servicios de urgencia de los hospitales se saturen de policías heridos y ciudadanos contusionados con motivo de las actuaciones policiales, que van a proliferar este otoño como setas propias de la época.

En los calabozos de comisarías y juzgados se hacinarán los cientos de detenidos por los agentes que formarán el fuerte cordón policial encargado de reprimir manifestaciones, sentadas y protestas de la población, harta de soportar el peso de una crisis que han provocado aquellos que no se ven afectados por la catástrofe.

Pero nadie se ha preguntado qué pasará si los propios guardias civiles y policías se quitan los cascos y las defensas con que golpean a sus vecinos y se unen a ellos, para ir juntos a por los depredadores y politiqueros que no han cedido aún ninguno de sus privilegios, en un alarde de desprecio y falta de ejemplaridad que ofende al más común de los sentidos.