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EL RIESGO DE SABER DONDE IR

EL RIESGO DE SABER DONDE IR

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El miedo al fracaso nos impide a veces luchar para conseguir aquello que deseamos, por grande que sea el anhelo de conseguirlo. La comodidad nos incapacita para reaccionar ante lo contrario a nuestras aspiraciones. La desesperanza mutila todo intento de realizar las quimeras que soñamos. Y el cansancio inhabilita la voluntad de alcanzar los proyectos que ambicionamos.

Esa es la realidad: miedo, comodidad, desesperanza y cansancio, son los ingredientes del cóctel que alimenta nuestra frustración, y el alimento que nutre la desgana para caminar en la dirección correcta que nos llevaría al lugar donde veríamos cristalizadas nuestras aspiraciones.

Solo arrojando por la borda el lastre del pesimismo, la desgana, el desánimo y la desconfianza en nosotros mismos, lograremos alcanzar ambiciosas metas que fortalezcan nuestra identidad personal, acercándonos a la realidad sustantiva individual que aspiramos ser, sin contaminaciones externas derivadas de flujos e influencia que determinan nuestros comportamientos.

Ser más nosotros mismos sin injerencias extrañas es ambición legítima, como legítimo es encender nuestra vela en la oscuridad sin apagar la encendida por otros, sino colaborando a dar más luz a todos aquellos que caminan con el cirio apagado siguiendo el rastro de las velas que van delante.

Pero sabed que tener claro el camino a seguir y seguirlo abriendo paso a los demás, tiene el peligro de ser condenado por quienes van en dirección contraria, y el peligro de ser amordazado si los opositores tienen el poder, la fuerza y la voluntad de invertir el rumbo de los rebeldes.

FELIZ AÑO VIEJO

FELIZ AÑO VIEJO

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No puedo complacerme en el futuro que espera a los que siempre han tenido negro futuro, ni recrearme en la superficialidad del consumismo para desear feliz año a todos, sabiendo que en 1913 las dificultades van a salpicar la desesperanza de muchos con lágrimas de dolor, más caudalosas de las que han golpeado la miseria en 2012, con la insistencia del martillo pilón.

No es pesimismo, amigos, ni propensión a ver y juzgar las cosas en su aspecto más desfavorable. Es, simplemente, pisar tierra firme, lejana de las luces que iluminan las calles, los cotillones de esta noche y los regalos que esperan la madrugada de reyes, poniendo telón de fantasía a la realidad que espera horas después, cuando descubramos que el oro, incienso y mirra, seguirán ocupando todo el año 2013 los zapatos de la casta privilegiada que no precisa redención.

Nunca en mi larga vida he visto peor el futuro de los desfavorecidos; ni más pesada la carga impositiva que va a caer sobre la clase media; ni mayor la sonrisa de los banqueros batiendo records en sueldos millonarios; ni más elevado el incremento de patrimonio de especuladores sin escrúpulos; ni más descarada la actitud de los politiqueros dedicándose a lo suyo con un cinismo que espanta.

Las previsiones para 2013 me impiden desear feliz año a quienes sobreviven al sur de la miseria, porque el nuevo año amenaza con echarlos a rodar por la cuesta de enero abajo, hasta estrellarlos contra la sima económica provocada por un ciclo kárstico lucrativo que ha derrumbado los techos hipotecados sobre las cabezas de los desahuciados, permitiendo la entrada de agua sucia a través de las agrietadas paredes, contaminadas por una especulación salvaje.

Infeliz año 2013 les espera a partir de mañana a los seis millones de parados que harán cola a las puertas de los centros sociales para obtener la caridad de un plato caliente, sin parecido alguno al pote de traidoras lentejas que han recibido los políticos por venderlos al más feroz capitalismo financiero que jamás pudo imaginarse.

Feliz año viejo deseo a indignados, dependientes, parados y desahuciados, sabiendo que la infelicidad llamará a su puerta en el año nuevo que comienza, haciendo mejores los doce meses que hoy pasan a la historia, dispuestos a emular en bondad los que esperan impacientes a tomarse las doce uvas con la tijera en una mano y la guadaña en la otra.