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Etiqueta: Pedro Botero

DIGODIEGOS DOGMÁTICOS

DIGODIEGOS DOGMÁTICOS

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La Iglesia parmenidea, estática, conservadora e inmóvil, ha dado un viraje hacia el cambio heraclitiano para demostrar al mundo que todo fluye y nada permanece, lo que traducido en términos dogmáticos y doctrinales significa que importantes “digos” doctrinales están pasando a ser “diegos”, para sorpresa de clérigos y seglares.

No lo digo yo, sino mi respetado y querido papa Francisco, hablando de un catolicismo como religión moderna, humana y razonable, que ha sufrido lentos y tardíos cambios evolutivos a lo largo de su historia, nunca tan contundentes como los actuales, por mucho que se reconozcan los tímidos virajes habidos sobre las hipotéticas verdades religiosas.

Pasar del “solo el ser es” al “nada es, todo cambia” comenzó con la desaparición del limbo, – “hipótesis teológica” a olvidar, según Benedicto XVI – ese extraño lugar donde iban a parar las almas de los infantes que morían sin ser bautizados, porque estaba mal visto que los impúberes sufrieran las consecuencias de algo tan cruel, sin ser responsables de nada.

Luego vino la reforma del purgatorio con indulgencias plenarias y no plenarias incluidas, porque a las púrpuras de la curia, las mitras de los palacios episcopales y bonetes parroquiales no les parecía justo que purgaran penas transitorias quienes no podían meter dinero en el “cepillo” para evitar el castigo, concediéndoseles el indulto.

Pero el otro día hemos sabido por boca del bendito papa Francisco, que el infierno es un recurso literario, metáfora del alma aislada, fruto de la calenturienta imaginación de los profetas. ¡Dios mío, menos mal!, aunque podrían haberse inventado un castigo más liviano que condenar a los feligreses eternamente al fuego en las calderas del cornúpeta y malvado Pedro Botero.

No contentos con eliminar de un plumazo limbo, purgatorio e infierno, también resulta que la historia de Adán y Eva es un cuento. ¡Joer!, según viene la cosa cabe esperar que conviertan en fabulación todo el Antiguo Testamento, porque esa fabulación del barro, la costilla, el paraíso y la manzana, no se diferencia de las protagonizadas por Jacob, José, Abraham, Goliat, Isaac, Sen, Abel, Cam, Jafet, Esaú, Caín, Malaquías, Ezequiel, David, Josué, Moisés, Aarón, Tobías,  ….

A LA CAZA DE BRUJAS E INFIELES

A LA CAZA DE BRUJAS E INFIELES

Infieles y brujas

Se cumple ahora el 57 aniversario de la muerte por sobredosis de alcohol, merecido desprecio, exceso demagógico y brutalidad dialéctica, del Torquemada político que contaminó el alma de los norteamericanos con odio insano hacia las “brujas” comunistas que paseaban por las calles del capitalismo estadounidense.

Salvando las distancias en el tiempo y el espacio, no cabe distinción entre Torquemada y McCarthy, aunque uno se dedicara a chamuscar herejes con sarmientos secos en la hoguera, y el otro a decapitar hechiceros soviéticos en territorio anticomunista, durante los años de la caliente guerra fría.

El fraile dominico Tomás y el alcohólico Joseph han pasado a la historia por sus impunes matanzas de infieles y soviéticos, sin que las fechorías de uno y otro hayan podido borrar sus nombres de las páginas de los libros y ser condenadas a las calderas de San Pedro Botero, porque al lado de ellos el portero del infierno es un santo.

El confesor real que tantos pecados perdonó a la ¡católica! reina Isabel, ha obtenido el indulto de la Iglesia, pero no el perdón de la historia por su fanatismo exterminador de discrepantes doctrinales y judíos, olvidando que él era descendiente de estos, por más que intentara disimularlo.

En cuanto al borracho presidente del Subcomité de Investigaciones del Senado, McCarthy, conviene recordar que llevó su anticomunismo hasta el punto de pintar de rojo al mismísimo presidente Eisenhower y acusar al ministro de Defensa de encubrir actividades de espionaje extranjeras, todo ello con una botella de whisky en la mano.

Retiró de las librerías la novela Robín Hood, considerando que el protagonista era comunista porque robaba a los ricos para dárselo a los pobres. Acusó también a Humphrey Bogart, Lauren Bacall, Bertolt Brecht, Charles Chaplin y al padre de la bomba atómica, Robert Oppenheimer, por manifestarse en contra de la carrera armamentística nuclear entre Estados Unidos y la Unión Soviética, al ver los devastadores efectos de su invento.

Esto hacía el senador McCarthy cuando los efluvios del etanol desplazaban las neuronas de su cerebro, muriendo de alcoholismo crónico a los 48 años, víctima de una cirrosis y persiguiendo virtuales comunistas en sus alucinaciones alcohólicas.

CALDERA SOCIAL

CALDERA SOCIAL

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Vivimos tiempos convulsos gobernados por mentiras institucionales, corruptelas impunes, palabras desorbitadas, insultos injustificados, desmedidos agravios y gestos histriónicos, donde los poderosos amordazan las voces críticas, criminalizan a los desahuciados, desprecian a los «preferentistas», detienen a los manifestantes, presionan a los jueces, descalifican a los médicos, condenan a los inmigrantes, abandonan a los enfermos dependientes, subestiman la justicia y postergan a los profesores.

Los amos del país rechazan las reivindicaciones del pueblo y no aceptan que los ciudadanos tengamos derecho a reclamar la devolución de todos los beneficios laborales, sanitarios, judiciales y educativos, conquistados tras largos y cruentos años de lucha, en los que pusimos mucha sangre, excesivo sudor y sobradas lágrimas.

Que nadie pretenda engañarnos con sofismas de tres al cuatro y falacias arrabaleras, porque en este país quienes han vivido por encima de sus posibilidades no han sido los ciudadanos de a pie, sino los estafadores del ladrillo, los explotadores empresariales, los especuladores financieros sin escrúpulos y los políticos cómplices de la ruina, que mantienen intactos sus privilegios.

La voz de un cura católico ha clamado en el desierto de una parroquia marginal, pidiendo la excomunión para todos ellos, mientras los prelados se ajustan las hebillas de los zapatos y levanta amenazante el báculo para dejarlo caer contra la grey católica que pretenda salirse del rebaño, mientras las mitras toman chocolate con churros en casa de los esquilmadores y mantiene en sus arcas la mayor riqueza imaginable.

Las caldera de Pedro Botero donde envían los capelos a los pecadores, se ha transformado en una caldera social, cuya explosión amenaza con ser superior a la de otras revoluciones populares, donde al pueblo no se le dio más alternativa que la lucha armada con hoces y horcas para defender la supervivencia que le habían robado los poderes políticos, aristocráticos y religiosos de la época.

UN REY MUY OCUPADO

UN REY MUY OCUPADO

Pena. Eso es lo que me da el rey con tantas ocupaciones como tiene desde hace 36 años. Pena, no exenta de incondicional apoyo por mi parte, y comprensión por su desconocimiento sobre la realidad inmediata que le rodea.

Tantos quehaceres tiene el monarca que no le permiten informarse de nada que no sean asuntos de Estado. Tantos, que ni siquiera recibe información sobre el estado de sus cuentas corrientes, sus negocios, los negocios de sus familiares y el enriquecimiento ilícito de sus amigos. ¡Qué duro es ser rey!

Entre reuniones, comisiones, viajes, banquetes, operaciones quirúrgicas, amoríos, cazas de osos en Rumanía, regatas, esquí, paseos nocturnos en moto por Madrid rumbo a lo desconocido camuflado bajo el casco, baños familiares en el mar, entrevistas con amigos, – y con amigas, claro -, partidos pádel, etc., no tiene tiempo para saber los guisos financieros, bursátiles y mercantiles que se cuecen en su propia casa. Pobre hombre.

No me extraña que políticos, periodistas, jueces y ciudadanos, permanezcan en silencio sin pedirle explicaciones de lo que sucede en su círculo más íntimo, porque saben que sus múltiples actividades le impiden informarse de cuanto sucede en su familia.

Sin ánimo de molestar, debemos reconocer que tal actitud no es un buen ejemplo a seguir por el resto de los españoles, porque si nos decidiéramos a seguir sus pasos no sé muy bien donde iríamos a parar. Bueno, sí; me temo que acabaríamos con él en las calderas de Pedro Botero, según predica la Iglesia que le acoge en su seno, fanática defensora de la familia.

Entendiendo, claro, la familia como grupo de personas emparentadas entre sí, que comparten problemas, ilusiones, afanes, inquietudes y bienes materiales, donde la comunicación sincera y la convivencia, es la base que nutre el amor que a todos sustenta. Si esto es así, no se entiende muy bien qué le sucede al monarca, porque no se entera de los negocios familiares ni de los suyos propios. Vaya por Dios. Precisamente tratándose de la familia real que debería ser el santo y seña de los ciudadanos, guía de conducta y espejo donde mirarnos los súbditos para imitar el testimonio de su ejemplar comportamiento.

Dicho esto, la situación actual me hace pensar que el pobre rey está sólo y sin familia, porque nada sabe de ella. Y no sólo eso, sino que también ha sido traicionado varias veces por los amigos que se han aprovechado de él, ocultándole las fechorías que los llevaron a la cárcel. Ahí se encuentra el origen de mi comprensión hacia el monarca y el compadecimiento que siento por él.

¿Quién puede pensar que el rey sabía y toleraba las andanzas y el origen del súbito enriquecimiento de su hija y del yerno deportista? Por favor.

¿Alguien duda que el rey desconocía los movimientos de manos y nariz del exduque de Lugo y las cuentas corrientes que tenía la infanta con su marido? Vamos, hombre.

¿Qué ciudadano puede creerse que el rey conoce el enorme saldo de sus cuentas corrientes y los negocios que otros hacen en su nombre, con lo ocupado que está en resolver los problemas del país que tanto afectan al pueblo, a él y a su familia?

Confieso que cada día se multiplica mi solidaridad con el rey y se acrecienta mi monarquismo, hasta el punto de solicitar para él un puente de plata.