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ESTOS YERNOS….

ESTOS YERNOS….

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El inicio del caso Nóos obliga a mirar hacia los acusados, pero también es una buena oportunidad para recordar el paralelismo que existe entre el suegro de Iñaki y el del marqués, porque ambos tienen similitudes acrecentadas con las fechorías comunes realizadas por los yernos de ambos mandatarios.

Los dos jefes fueron amantes de la milicia, aficionados a las cacerías, buenos navegantes en yates ajenos que hicieron propios, compañeros en desfiles castrenses de vencedores, protagonistas de mítines en balcones del palacio oriental, católicos de pura cepa popular, inquilinos en modestos palacios presidenciales y cómplices para destronar al legítimo heredero a la corona de España.

Aparte de la amistad, el poder y la complicidad que unió a estos Jefes del Estado español, tuvieron otro punto en común que fortaleció sus lazos paterno-filiales, pues tuvieron yernos que les provocaron insomnio y fatigas. Quebrantos que fueron mayores en el General que en el monarca, porque el dolor causado por el zumarragano a su real suegro no lo sabremos hasta que la historia aclare qué hubo realmente detrás de la fotografía que el deportista iba mostrando a los corruptibles gestores del patrimonio común.

Tenemos constancia, eso sí, de los quebraderos de cabeza causados por los yernos a tales suegros, pues el marido de Carmencita nada tuvo que envidiar al esposo de Cristina, ni siquiera en el título nobiliario, pues si el cirujano fue marqués, el jugador de balonmano llegó a duque.

Prepotentes, cínicos, estafadores y abusones, ambos camparon por sus respetos en las Instituciones y despachos, exhibiendo el salvoconducto de la impunidad ganada en el lecho marital y el patronazgo de sus jefes, abusando el de Villaverde y el de Palma del poder otorgado por el fajín y la corona más allá de lo autorizado en el Pardo y la Zarzuela.

PEQUEÑO GESTO DE FELIPE

PEQUEÑO GESTO DE FELIPE

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El rey de todos españoles, – queramos o no queramos los republicanos -, ha dado un tímido paso adelante que agradecemos, porque más allá de las militancias políticas y afinidades con la forma del Estado, necesitamos recuperar la confianza y credibilidad perdida en los dirigentes políticos, sociales, económicos, religiosos y sindicales.

Gracias damos a Felipe, por retirar el ducado de Palma a su hermana sin esperar a juicios ni sentencias, y antes de que ella presentara la renuncia a dicho título, – que amenazaba con no llegar nunca -, como sucederá con su renuncia a los derechos dinásticos, temiéndonos lo peor si la doña actúa con igual consistencia.

Agradecemos sin fanfarrias a Felipe ese pequeño gesto de gran valor mediático, no exento de teatralidad, pero ahí queda. Agradezcámoselo porque si todos los jefes y mandamases hubieran actuado así en sus ámbitos respectivos, la corrupción, el despilfarro y el abuso, no hubieran ocupado portadas de periódicos, ni generado la indignación y desgaste moral que padecemos.

La impunidad de los choricetes, amparados por sus jefes, y liberados por los jueces a través de rendijas legales inexistentes para los ladrones de gallinas, ha permitido que hayan ocupado privilegiados sillones del poder, con los votos incomprensibles de muchos ciudadanos perjudicados por su gestión.

Si los malhechores hubieran sido inmediatamente expulsadas de sus cargos, partidos, sindicatos y asociaciones. Si la jerarquía religiosa hubiera actuado con criterios evangélicos contra los pecadores públicos. Si los políticos hubieran defenestrado a los politiqueros. Y si los sindicalistas hubieran actuado contra los sindicalistos, la situación del país sería otra.

Pero nada de esto se ha hecho, justificando a los transgresores con milongas indigeribles que nos obligan a pensar en segundas verdades delatoras de ocultas complicidades, porque si no fuera así resulta difícil comprender la permanencia en los cargos de quienes han dañado con sus comportamientos a las organizaciones que pertenecen.

YERNÍSIMOS

YERNÍSIMOS

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Aparte de la amistad, el poder y la complicidad que unió los dos últimos Jefes del Estado español, tuvieron otro punto en común que fortaleció sus lazos paterno-filiales, pues tuvieron yernos que les provocaron insomnio y fatigas.

Quebrantos que fueron mayores en el General que en el monarca, porque el dolor causado por el zumarragano a su real suegro no lo sabremos hasta que la historia aclare qué hubo realmente detrás de la fotografía que el deportista iba mostrando a los corruptibles gestores del patrimonio común.

No estaba previsto que ambos mandatarios compartieran los quebraderos de cabeza causados por los desaprensivos yernos, ya que el marido de Carmencita nada tuvo que envidiar al esposo de Cristina, ni siquiera en el título nobiliario, pues si el cirujano fue marqués, el jugador de balonmano llegó a duque.

Prepotentes, cínicos, estafadores y abusones, los yernísimos camparon por sus respetos en las Instituciones y despachos sin miramiento alguno al pueblo que dirigían sus suegros, con un desprecio a los súbditos impropio de aristócratas convictos y creyentes que se comían los santos por la peana.

Lo penoso de estos ciudadanos, venidos a más por sus obras en el lecho marital, gracias del altar y por patronazgo de los respectivos jefes, es que ambos fueron codiciosos, falsos como billetes de dos euros, estafadores, ambiciosas braguetas y desobedientes a los suegros, porque el de Villaverde y el de Palma abusaron del poder otorgado por el fajín y la corona más allá de lo autorizado en el Pardo y la Zarzuela.

¿QUIÉN PREVARICA?

¿QUIÉN PREVARICA?

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En plena calima veraniega, siguen agitadas las entrañas judiciales por el libelo de sesenta folios con apariencia de recurso, que el fiscal anticorrupción de Palma, don Pedro Horrach Arrom, escribió contra el juez Castro, donde cada tres renglones y el del medio le acusa de prevaricador, incluyendo en sus páginas descalificaciones personales sin justificación alguna, como petición de inocencia para la única persona de la galaxia que desconocía las andanzas de su marido, aunque se beneficiara de ellas, con una desmemoria digna de todo asombro.

Conviene recordar que la Fiscalía Anticorrupción, es una fiscalía especial dentro del Ministerio Fiscal, encargada de investigar y conocer los procesos graves que afectan a delitos económicos y otros, cometidos por funcionarios públicos en el ejercicio de sus cargos, relacionados con la repugnante corrupción, debiendo el fiscal provincial obediencia a la cadena de fiscales superiores que llegan hasta el Fiscal General del Estado, nombrado por el Gobierno.

Como ciudadano ajeno al Derecho, pero con capacidad mental reconocida, buen entendimiento, suficiente cultura y larga experiencia vital, tengo serias dificultades para comprender la negativa de la Fiscalía Anticorrupción a que Rajoy declarara en el caso Bárcenas, no entiendo su oposición a investigar las preferentes en Caja Madrid, Bankia y Bancaja, rechazo el carpetazo que dio al borrado de discos duros en el PP, deploro la autorización a que Iñaki Urdangarín mantuviera el pasaporte y, finalmente, censuro su oposición a la imputación y posterior procesamiento de la infanta Cristina, porque se trata simplemente de aclarar en juicio la verdad, no de precondenar a la imputada.

Salvando las distancias ideológicas y temporales del caso, recordemos que la Inquisición puso más interés en defender el poder de la jerarquía civil y religiosa que la pureza evangélica, haciéndonos dudar si la Fiscalía vela por el cumplimiento del artículo 124 de la Constitución, que le atribuye la misión de promover la acción de la justicia en defensa de la legalidad, de los derechos de los ciudadanos y del interés público tutelado por la ley, o mira más para el establishment de los grupos dominantes, palacios y moncloas, porque si fuera así sería la Institución más prevaricadora del Estado.

INFANTA SIN SALIDA

INFANTA SIN SALIDA

Como alumno que fui durante catorce años del colegio Infanta María Teresa, – hija del bisabuelo del rey y parienta lejana de su hija -, siento gozoso desconsuelo por Cristina. Tan guapa ella y tan rebelde que se negó aceptar las tradicionales reglas del juego monárquico y decidió compartir afanes, luchas , problemas y negocios con un plebeyo alto, guapo y descarado, a quien no le han bastado los favores de la infanta y la protección de los suegros, para ser feliz.

Los súbditos moderados y arbitrados por su padre para que no nos peguemos más, – que bastantes bofetadas nos dimos unos a otros en los inmediatos pasados siglos, bajo la tutela de sus antecesores –  no comprendemos a la duquesa, pero doblamos la frente, como los bueyes condenados por el poeta de Orihuela.

De ser cierto todo lo que está apareciendo sobre las andanzas del yernísimo, sus cambalaches financieros y blanqueos fiscales han metido a la esposa en un callejón tapiado del que no va a poder salir sin heridas, por muchas escaleras que le pongan sus padres para salvar el muro, y amplia sea la sordina que se impongan periodistas y políticos, incluido el antimonárquico Anasagasti.

A la pobrecita e inocente Cristina se lo ha puesto fácil el fiscal ante la justicia, al no querer saber nada de ella en el asunto. Pero lo tiene muy difícil ante el pueblo porque hasta el más lerdo de los vasallos, sabe que cualquiera de las dos opciones que tiene la duquesa de Palma, la lleva a una condena popular sin paliativos, por mucho que sonría en las fotos con la mamá, durante la visita que la reina ha hecho a la pareja en Washington.

Parece muy clara la situación de la infanta, porque sólo tiene dos caminos a seguir: o sabía los trapicheos de su marido por esos mundos de corruptelas o ignoraba los guisos que el vasco preparaba en el figón doméstico mientras ella dormía.

En el primer caso,  es decir, si Cristina de Borbón y Grecia estaba al corriente de las trampas que su atlético marido se traía entre manos, la complicidad de la duquesa en los abusos y fraudes del marido, es evidente.

Pero si desconocía la procedencia de tan suculentos ingresos en la familia, sin preguntarle en la cama a su marido de dónde salían los millones que entraban en casa, estamos obligados a pensar que su familia no es lo que aparentaba ser, y su marido un farsante que la obligará a pasearse  por el mundo con unos cuernos político-mercantiles-fiscales, vergüenza que teñirá de luto la nobleza de su sangre azul y la de toda la Casa Real.

El camino que tome la infanta nos dará la respuesta, pero será difícil aceptar que tanto daño a su persona y a la monarquía, tanta farsa, atropello, fraude, engaño y cinismo, quede impune y sin respuesta en las relaciones personales.