Navegando por
Etiqueta: palabra

PÁGINAS DE AMOR

PÁGINAS DE AMOR

c copia

He desempolvado un antiguo poema de amor que llegó a mis manos envuelto en renglones de carta remitida por una entrañable soñadora enamorada, con propuesta de irrealizable futuro hecha en lejano pasado, que la propia vida se ha encargado de inhabilitar negando la realidad a la aspiración compartida.

Verso y prosa enlazados en el mismo sobre, autorizan a expresar la dificultad de prosaicas páginas de amor para igualarse al deleite de hojas poéticas amorosas, porque el verso, las imágenes líricas y la musicalidad del ritmo tienen más fuerza seductora que los vulgares renglones, aunque puedan encontrarse en Luis Rosales y otros versificadores, prosas de singular belleza.

La palabra realiza bien cuanto se le encomienda, por ser abundante en matices y rica en significados, pero el intento amoroso hermana mejor con el verso que con la prosa al penetrar más profundamente en la corteza de las palabras, por mucho que la prosa aspire a conseguir la belleza, estilo y color con que los versos revisten sentimientos.

Se pueden describir en prosa estados de ánimo, anunciar novedades, proponer aventuras, asegurar fidelidades y declarar intenciones, pero siempre a ras de suelo, sin el canto seductor de los versos, el deleite de las imágenes poéticas, la insinuación con vaguedad certera, los vuelos entrelazados y las ensoñaciones que pertenecen al encantador mundo de las estrofas, donde la magia entumece los sentidos.

Esbozar al vivo con hermosas pinceladas el amoroso fuego de los amantes, sus encendidos deseos, los perpetuos cuidados y las duras congojas de la ausencia, junto al temor al desencuentro, los celos y las sospechas de otras alas, es difícil conseguirlo con palabras encadenadas en interminables renglones descriptivos.

Ayuda más el verso a insinuar ardientes suspiros, mensajes del corazón, amorosas quejas y dulces encadenamientos, revestidos unas veces de esperanzas; otras, de anhelos; algunas, de inseguridades; y, en ocasiones, de incertidumbre, porque todos los sentimientos apasionados de los amantes se agudizan en delicados versos, a medida que el amor diviniza lo mundano.

¡OS QUEDA LA PALABRA!

¡OS QUEDA LA PALABRA!

Recurro al poema de Blas de Otero para decirle a quienes fueron mis colegas durante más de treinta años, que siempre les quedará la palabra para luchar ante sus alumnos por una enseñanza pública de calidad, pidiéndoles a ellos que hagan lo mismo, aunque el cinismo administrativo les acuse de defraudadores.

Voy a recordaros que el aciago lunes 23 de febrero de 1981 estaba dando mis clases en el “Álvaro de Mendaña” de Ponferrada, y que el martes me pasé todo el día leyéndoles la Constitución a mis alumnos y hablándoles de los valores democráticos que un centauro quiso llevarse por delante a tiro limpio, mientras otro salvapatria sacaba a pasear los tanques de la sinrazón por las calles valencianas, aterrorizando cobardemente a una población indefensa.

No se me escapó aquel martes ni un solo catión por la comisura de los labios, porque mantuve apretados los dientes defendiendo la libertad que tanto habíamos anhelado. Puedo deciros que pasados los años, algunos alumnos han recordado aquellas “clases” como magistrales, aunque unos pocos dijeran que defraudé el sueldo de la jornada porque no me pagaban para democratizar las mentes juveniles, sino para explicarles la energía de Gibbs y los gradientes vectoriales.

Quienes estén convencidos que en la educación del pueblo está el futuro de la nación. Los que crean en la verdadera igualdad de oportunidades intelectuales. Aquellos que estén convencidos que el talento no depende de la cuenta corriente, han de convencer a los jóvenes que la mejor salida a sus aspiraciones es disfrutar una enseñanza gratuita y de la mejor calidad, que esté al alcance de todos los que quieran acceder a ella.

De todos, sí. Pero especialmente de aquellos jóvenes que no tienen otra posibilidad de superar una fatal condenación a la ignorancia que no merecen, simplemente porque no tuvieron el privilegio de la cuna que a otros tanto beneficia, sin mérito alguno, con menor esfuerzo y nulo sacrificio.

Profesores, compañeros, amigos, ¡nos queda la palabra!

CEDO LA PALABRA

CEDO LA PALABRA

Hoy cedo el espacio de este blog a dos amigas y tres amigos, seleccionados entre los 23 correos que he recibido con motivo de la sentencia condenatoria al juez Baltasar Garzón. Aquí os dejo sus opiniones:

Un compañero que estuvo conmigo Zurich me pregunta: «Paco, is it true that he was condemned to judge Garzon?»

Desde Valencia me dice una amiga: “Hoy siento vergüenza de ser española. Siento espanto a ser juzgada por  la justicia española ( si algún día, p.ej., me vuelvo majara o presa del Alzhaimer o simplemente despistada y salgo pitando de algún comercio sin pagar 3 euros. Sugiero  que nos declaremos apátridas si no queremos o no podemos salir pitando de esta España que creíamos superada. Las manifestaciones han sido pamplinas. Las adhesiones más pamplinas. Los e-mails, absurdas pérdidas de tiempo. Siento náuseas de las informaciones. Temo tener que renunciar (tiempo al tiempo, y poco) a la radio pública . Es para salir corriendo , sin rumbo claro, y no volver la vista atrás para nada. En fin, ¿alguien siente lo mismo? ¿Parecido? ¡¡¡Por  favor, decidme que sí!!!! «Si me queréis , irse». ¡¡¡Qué asco, qué asco, qué asco!!! Supongo que, ya que nosotros no habíamos sufrido ninguna guerra, ni exterminio, ni hambre… teníamos que pasar por algo gordo:  Le-voilà, la España actual. Saludos desde el diván del  psiquiatra”.

Uno de los amigos madrileños, me escribe: “Querido Paco: La unanimidad de los jueces me hace pensar que algo mal debió hacer el juez Garzón para ser condenado sin discrepancia entre los jueces. ¿Pero tan malo, tan malo, tan malo como para expulsarlo de la carrera judicial? No lo sé , chico. Te imagino cabreado y con ganas de reventar el blog contra las paredes del Supremo. Tranqui”.

Desde Barcelona recibo: “Supongo que te habrá jodido la sentencia a Garzón, pero es así y la tiene merecida. Cuando alguien se mete en una ratonera sabe que puede quedar atrapado en ella. A los divos que dejan de pisar tierra porque la vanidad los aleja de la realidad, suele ocurrirles estas cosas. Me alegro, Paco. Lo siento”.

La quinta amiga es más lacónica, pero no menos expresiva: “Yo que tenía la esperanza de ser juzgada algún día por Garzón, a partir de ahora seré buena para no caer en manos de estos”.

Por mi parte, sólo añadir decepción, indignación, impotencia, irritación y frustración, no por la sentencia en sí que los jueces sabrán, sino porque veo a los implicados en el caso Gürtel frotándose las manos, dándose abrazos y brindando con Moet Chandon porque esta sentencia anulará muchas pruebas y les permitirá seguir paseando su impunidad en limusina por la calle de Alcalá con la falda almidoná y los fajos apoyaos en la cadera.