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EL PRETEXTO DEL REICHSTAG

EL PRETEXTO DEL REICHSTAG

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Nunca el incendio provocado por la vesánica mano de un pirómano tuvo consecuencias políticas tan nefastas como la propiciada por el comunista holandés Marinus van der Lubbe un día como hoy de 1933, cuando prendió fuego al Reichstag alemán abriendo de par en par las puertas al nazismo, aunque en 2008 se demostrara que Marinus nada tuvo que ver en el incendio del Parlamento alemán.

El canciller Hitler utilizó el incendio como pretexto para iniciar la caza de marxistas, ayudado por Goering que ordenó encarcelar a todos los comunistas berlineses por cómplices, promotores y encubridores del hipotético incendiario, exigiendo los nazis la declaración del Estado de Emergencia y obligando al octogenario presidente Hindenburg a decretar la abolición de los derechos fundamentales, dando pie a que los comunistas ingresaran en las cárceles.

Con el Reichstag echando humo todavía, el Führer puso Alemania boca abajo aprovechando la anulación de siete derechos básicos fundamentales, como los de reunión, expresión, opinión y asociación, rodando comunistas por el suelo como indefensas moscas fumigados por el nazismo, inspirando los campos de concentración para encerrar a los 25.000 ciudadanos que cayeron en pocos días, ante el silencio entumecido de los países europeos.

ESCRACHES Y DACHAU

ESCRACHES Y DACHAU

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El exceso verbal de Cospedal calificando de «nazismo puro» los escraches, obliga a pedir a la Popular Secretaria General que no juegue con el sufrimiento ajeno ni haga perversas comparaciones, porque los escraches nada tiene que ver con los nazismo, como ha reconocido el presidente del Tribunal Supremo y demuestra la historia que hoy llega a esta bitácora para censurar la incontinencia verbal de la señora.

En marzo de 1933, el jefe de la policía de Múnich, Heinrich Himmler,  inauguraba en la ciudad bávara de Dachau el primer campo de concentración para prisioneros políticos, construido sobre una fábrica de municiones abandonada al noreste de la ciudad, haciendo que su servicio al nazismo fue imparable, pues en sus cuatro primeros años de muerte pasó de 4.800 prisioneros a 13.000, todos ellos comunistas, socialdemócratas, opositores a la cruz gamada y “carroña humana” como gitanos, testigos de Jehová y homosexuales, mezclados con delincuentes comunes.

Los nazis dieron su golpe de suerte a este campo de vergüenza en noviembre de 1938, durante la triste “noche de los cristales rotos”, aislando en Dachau 10.000 judíos de un plumazo, para que con ellos se entrenaran la temida SS con macabros experimentos médicos, protegidos por una valla electrificada, dos zanjas y un muro con siete torres de vigilancia rodeando el campo.

Mejoró sus instalaciones en 1942 con cámaras de gas, crematorio y fábricas de armamento donde trabajaban 30.000 prisioneros condenados a trabajos forzados, hasta que el tifus comenzó a diezmar reclusos, debido al hacinamiento y escasas condiciones sanitarias del recinto mortuorio.

Finalmente, hace hoy sesenta y ocho años, el 29 de abril de 1945 los militares estadounidenses liberaron a los 68.000 prisioneros allí encerrados y cada uno de ellos dejó escrita una carta a todas las personas que mimetizaron en 2013 aquella salvajada con los escraches, utilizando el nazismo como calderilla política para su ataque a los desahuciados que esperan turno en la antesala del suicidio.

HACIENDO MEMORIA

HACIENDO MEMORIA

Mucho se ha criticado el nazismo y se ha despreciado a los líderes nazis que llevaron a la raza humana a la mayor barbarie de la historia. Pero son pocos los que recuerdan a sus cómplices, sin los cuales no hubieran sido posibles los asesinatos, bombardeos, cañonazos y matanzas que se llevaron a cabo en los campos nazis de exterminio. Por eso, es necesario recordar que:

La Iglesia católica estuvo al lado de los tres dictadores europeos.

Westinghouse y General Electric multiplicaron sus inversiones y beneficios.

Suiza abrió fronteras al oro robado por Hitler y las cerró a los deportados.

Hugo Boss se encargó de vestir a buen precio a todo el ejército alemán.

El presidente de IBM fue condecorado por ayudar a identificar judíos.

El Deutsche Bank financió la construcción del campo de Auschwitz.

Joe Kennedy, Prescott Bush y Fritz Thyssen colaboraron con Hitler.

Los aviones de Hitler volaban con el combustible de Standard Oil.

Los soldados nazis se desplazaban en vehículos Ford.

Finalmente, el consorcio IGFarben que luego fue Bayer, Basf y Hoechst, usó a los prisioneros de los campos de concentración como cobayas y mano de obra gratis, obligándoles a producir en sus fábricas el gas que iba a liquidarlos.