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Etiqueta: Moral

DESOBEDIENCIA DEBIDA

DESOBEDIENCIA DEBIDA

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Los funcionarios civiles y militares alegan “obediencia debida” para limpiar sus culpas al cometer actos ilegales, con el fin de quedar exonerados de responsabilidades por su mal comportamiento, evitar condenas judiciales y librarse de sanciones disciplinarias al cometer delitos, por acatamiento de órdenes superiores.

Igualmente, aunque los códigos civiles y militares no lo contemplen, existe una “desobediencia debida” recogida en el código de justicia moral, que exime de responsabilidades a los ciudadanos en el ejercicio de este derecho moral, cuando se niegan a cumplir órdenes superiores que contravengan su conciencia y la ética social dominante.

Contraviniendo los versos de Calderón de la Barca, en este momento y aquí la más principal hazaña no es obedecer disciplinadamente todo mandato de la autoridad, sino aquellas órdenes que no atenten contra la dignidad humana, el respeto ciudadano, la libertad común y la ética colectiva.

A la autoridad se debe obediencia, pero siempre que sus dictados se correspondan con lo establecido en la moral ciudadana y no perjudiquen injustamente a los afectados por instrucciones arbitrariamente dictadas, gratuitamente establecidas y sin explicaciones humanamente comprensibles por el cerebro humano que sustenta la razón de los seres vivos que la tienen.

El propio Gandhi decía que «cuando una ley es injusta, lo correcto es desobedecerla”, porque el acatamiento a la autoridad tiene un límite y no excluye la crítica a los decretos inconvenientes y el rechazo a órdenes abusivas, quedando autorizados al incumplimiento de las mismas.

También Santo Tomás de Aquino dijo que la promulgación de una ley no es su sola publicación, sino su justificación, explicación y buen sentido, porque a nadie que tenga conciencia de sus actos y de la ley, se le puede pedir que obedezca ciegamente al que mande, por el solo hecho de que lo diga el que manda.

CON MI VOTO, NO

CON MI VOTO, NO

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En este día de reflexión, previo a las elecciones que se celebrarán mañana al Parlamento Europeo, voy a reflexionar en voz alta expresando a los amigos de este blog el sentimiento que me embarga, ante la negrura que nos rodea, sin más redención que el borrón y cuenta nueva, aunque nada sepamos de las nuevas cuentas que nos esperan.

Nadie duda que las elecciones serán un éxito rotundo para los partidos políticos porque así lo deciden ellos, como beneficiarios de los resultados electorales, aunque introduzcan su papeleta en las urnas media docena de ciudadanos, porque en sus análisis reflejarán el porcentaje de votos obtenidos, en función de los emitidos, como sucedió, por ejemplo, en las últimas elecciones generales del 20 de noviembre de 2011, que aparentemente ganó el PP con 10.866.566 de votos, cuando la abstención y el voto en blanco obtuvieron la victoria con 11.446.511 papeletas, sin esto haya sido tenido debidamente en cuenta por los partidos políticos.

Es opinión generalizada que se está produciendo en la sociedad una degradación moral de grueso calibre, donde los políticos mienten con vergonzante descaro, los banqueros especulan con la miseria ajena, la impunidad de los estafadores humilla la justicia, el desprecio a los desfavorecidos se salva con golpes de pecho, la prepotencia de los imputados impulsa la ira del pueblo, los corruptos y corruptores se mantienen en sus puestos y los defraudadores son vitoreados a las puertas de los juzgados.

En un Estado democrático, esta degeneración solo puede combatirse en los juzgados y  negando el voto a quienes la han provocado con sus actuaciones, silencios, omisiones y ambiciones. No puedo aceptar que todos los políticos sean corruptos, pero mantengo la convicción de que todos son cómplices de lo sucedido, unos por acción, otros por omisión y la mayoría por el silencio guardado ante las fechorías cometidas por otros, permaneciendo inmóviles a la espera de salir en la foto.

Dicho esto, que cada cual haga lo que dicte su conciencia y aconseje su entendimiento, sin atender las peticiones de los beneficiarios de su voto. Por mi parte, pasaré el día con Saramago, releyendo su ensayo sobre la lucidez, revisando la Ley D’Hont y meditando bien la opción que tomaré, antes de acercarme a la urna para depositar en ella mi voto.

OBRAS DE INMISERICORDIA

OBRAS DE INMISERICORDIA

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El problema que tenemos en España no es de recesión económica, ni de contaminación política, ni de usura bancaria, ni de dominio financiero, sino de quiebra de valores humanos, fragmentados por ambiciones, estafas, corruptelas y politiquerías de diferente especie, siendo la crisis que nos atenaza la consecuencia directa de la codicia imparable ejercida por una selecta minoría.

Estamos asistiendo a una perversión moral, ética y estética que amenaza con devastarlo todo, sin dejar piedra sobre piedra, ni títere con cabeza, porque estamos en manos de un poderoso grupito de titiriteros morales y trileros, que juegan con el futuro de la gran mayoría de ciudadanos.

El catecismo social de la crisis nos propone estafar la vecino, engañar al que no sabe, aplaudir al sinvergüenza, quitar el pan al hambriento, beber el agua del sediento, desahuciar al peregrino, redimir al explotador, despreciar al marginado, indultar al tramposo, votar al corrupto, desnudar al vestido, expulsar al inmigrante y quitarle la venda a la justicia para que el desfile interminable de porquería y podredumbre ocupe un lugar privilegiado en la vida social.

Se nos va el tiempo y las fuerzas en ver a millonarios futbolistas dar patadas a un balón, en vez de dar nosotros millones de patadas a cuanto nos impide salir del lodazal en que estamos sumergidos, sin posibilidad de liberarnos de las arenas movedizas que nos acabarán engullendo, como no formemos una cadena solidaria para salvarnos.

Es hora de abandonar politiquerías de izquierdas y derechas. Es hora de entendernos incrédulos y creyentes. Es hora de unirnos todos los colorines de razas y culturas. Es hora de formar bloque contra ese pequeño grupo que se beneficia de nuestra dispersión, haciéndonos comulgar con indigeribles ruedas de molino, para que el peso nos impida levantar el vuelo.

BUSCONES PÚBLICOS

BUSCONES PÚBLICOS

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Al decir «buscones públicos» no me refiero a varones homologados con busconas y meretrices que venden su cuerpo, sino a los que prostituyen la administración pública y las entidades financieras convirtiendo los despachos en alcobas de mancebía, donde la ética se arrastra por los desagües camino del vertedero social y la moral pública huye espantada ante descaradas mentiras oficiales.

Hablo, pues, de personas que venden su alma por una lenteja. Incluyo en ese colectivo de buscones a los que ponen en almoneda su conciencia y con ella la conciencia ciudadana que a todos pertenece, comerciando con bienes ajenos sin escrúpulo alguno. Es decir, describo personas que tienen emputecida la ética por una detestable codicia que hincha sus venas y enrojece sus pupilas de tanto jugar con el futuro que a los demás pertenece.

El profeta predijo en el libro sagrado que el número de tontos en la tierra sería infinito, sin tener en cuenta que los usureros, explotadores, mangantes y corruptos multiplicarían esa cantidad en tiempos insolidarios, haciendo de las Escrituras un pasatiempo para sus golpes de pecho, sin compromiso con la doctrina que lucen en bandolera los sepulcros blanqueados que van en procesión por despachos oficiales, consejos de administración de entidades financieras y sacristías políticas.

SOCIEDAD EN ESTADO DE COMA

SOCIEDAD EN ESTADO DE COMA

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Basta echar un vistazo por encima, sin profundizar en la realidad que envuelve nuestra existencia cotidiana, para darnos cuenta que la sociedad se encuentra en estado de coma, sobreviviendo con la respiración asistida que recibe de un pequeño grupo de justos que la salvan de la condenación eterna, como sucedió con los diez santos evocados por Abraham ante Dios, para evitar que éste destruyera las corrompidas Sodoma y Gomorra.

La sociedad acusa una severa pérdida de conciencia ética por falta de sensibilidad, compasión y bondad en la mayoría de los dirigentes perteneciente a una rara especie, autocalificada de racional, sin que la grave patología que sufrimos tenga remedio alguno, y la quiebra sistémica generalizada se antoje inevitable, si las togas no lo evitan.

Sólo un valiente compromiso de la justicia con la moral, puede rearmar éticamente la sociedad y sacarnos del lodazal donde nos hundimos cada día más, empujados por quienes multiplican gérmenes malignos con su cinismo social, falta de escrúpulos y voraz canibalismo de los depredadores, con una exhibición de impunidad ofensiva.

Actualmente se reproducen, sin castigo, en tribunas políticas, financieras y mercantiles, las cínicas y demagógicas palabras pronunciadas por Alphonse Gabriel, más conocido por Scarface Capone, es decir, Al Capone en 1931: “Hoy día la gente no respeta nada. Antes poníamos en un pedestal, el honor, la verdad y la ley… La corrupción campea en la vida. Donde no se cumple otra ley, corrupción es la única ley. La corrupción está minando este país”.

Lo que no sabía este mafioso gánster sifilítico, vendedor de antigüedades, es que días más tarde la justicia americana lo enviaría a la prisión de Alcatraz, como muchos esperamos que haga la justicia española, facturando a diferentes “carabancheles” a todos los corruptos, estafadores, politiqueros, yernos y banqueros,  que hoy tiene entre sus dientes.

DEPREDADORES

DEPREDADORES

El problema de Bankia, cuya versión real de los hechos sólo es conocida por los responsables de la quiebra y sus amigos de Génova, lo ha resuelto el Gobierno con una nacionalización de tres al cuarto, para maquillar las formas y tranquilizar al pueblo, que rechaza la explicación oficial, porque conoce bien la causa del fiasco.

Tranquilos, por tanto, que en este descalabro financiero todo está desatado y bien desatado, a diferencia de lo sucedido con la crisis general, en la que nadie sabe dónde está el dinero que se ha esfumado por arte de magia negra.

En Bankia tenemos claro el mangui, aunque tanta claridad irrite a los millones de indignados con pedigrí y sin él, que marchan abatidos con la pesadumbre bajo el brazo por la calle de Alcalá, declarando la insumisión a las corbatas.

Echando unas cuentas que han fundido las calculadoras, llegamos a la conclusión de que un grupo de ocho depredadores, – como muestra de otros cientos -, se han llevado “legalmente” en la mochila los 10 millones de euros que necesitamos  para sanidad y educación. Digo legal, porque ahora se mete la mano en la caja de forma autorizada y pública, sin que nadie pierda la vida en el intento.

Sí, verán, este ramillete ejemplar. El señor Blesa se llevó 1.800.000 euros  de la gallina de los huevos de oro, en concepto de indemnización. Olivas, expresidente de Bancaja y dimitido de todos los cargos en Bankia, recibe 800.000 de euros anuales por dirigir una Caja inexistente. El señor Amat se llevó 6.000.000 de indemnización al abandonar la entidad. Fernández, de la CEOE, cobra 263.000 euros anuales; Ponga, 326.000; al igual que otros quince altos cargos de Bankia afiliados al Partido Popular.

Afortunadamente, no hay ciudadanos de izquierda en el Consejo de Administración, pero asiste a las reuniones un tal Virgilio Zapatero que lleva una rosa en la solapa junto al bolsillo de la chaqueta donde mete los 339.000 euros que se lleva, y un tal Moral con el carnet de Izquierda Unida en la boca que mete en la bolsa 455.000 euros. Y el sindicalisto ugetista Martínez que se conforma el pobrecito con  186.000 euros simplemente.

Y que nadie pierda los nervios con el reparto porque habrá recompensa para todos los que faltan, pues aún le queda a Bankia  dinero para “rato”.