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MORDAZA MEDIÁTICA

MORDAZA MEDIÁTICA

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España es una de las siete monarquías europeas – exceptuando las tres provincianas – y cuesta mucho aceptar que en el siglo XXI pueda haber una persona “intocable”, protegida por un silencio mediático que impide hablar de sus negocios empresariales, aventuras bursátiles, fortuna personal y románticos devaneos.

Inmune penalmente el rey por el artículo 490.3 del código, a nadie parece importarle que su yerno pueda haber incurrido en un delito tipificado en el artículo 491, cuando ya han pasado por los juzgados revistas satíricas, grupos musicales y dirigentes políticos por decir en voz alta lo que se habla en todos los mentideros civilizados e independientes del reino.

La autocensura impuesta en medios de comunicación y tribunas políticas lleva en volandas al soberano a la inmunidad más absoluta desde que se desató la admiración popular hacia él con el tejerazo. Actuación real provocada por alguien que le recordó las palabras que su bisabuela María Cristina le dijo al abuelo Alfonso cuando éste permitió que un militarote de “casta” pusiera sus espuelas durante seis años sobre la piel de toro. Tras el 23-F el rey subió a los altares como salvador de la patria y toda su familia fue feliz, comieron juntos perdices y a los vasallos nos siguen dando con los huesos en las narices.

Pero esta mordaza sobre un monarca constitucionalmente irresponsable, impuesto por voluntad de un dictador, con evidentes carencias intelectuales y claros problemas de logopedia, tiene que hacerla saltar por los aires la democracia real demandada por la sociedad española.

Conocemos la careta del monarca, pero no su verdadero rostro, apenas visto por los familiares y amigos más cercanos que guardan silencio para no dañar los intereses mutuos. Muro de silencio que un gobierno del pueblo debe echar abajo poniendo luz y taquígrafos en todas las actuaciones y negocios del Jefe del Estado que lo representa.

Cuando la monarquía sea un recuerdo en los libros de textos, a los ciudadanos les costará comprender que se mantuviera en el año 2011 siguiendo la estela de babilonios, sumerios, egipcios, etruscos, griegos y romanos, más allá de Tarquinio el Soberbio, porque los anacronismos son difíciles de comprender, especialmente si son vitalicios y hereditarios.

BURBUJAS EXPLOSIVAS

BURBUJAS EXPLOSIVAS

Siempre hemos oído decir que los experimentos deben hacerse con gaseosa, sabiendo que las inofensivas burbujas de dióxido de carbono no hacen daño alguno y sus explosiones se reducen al pequeño susto que se lleva el que abre la botella donde están comprimidas, después de ser agitado el recipiente por el gracioso de turno.

Pero hay otras burbujas altamente peligrosas que dan lugar a graves explosiones sociales cuando son agitadas con voracidad por especuladores, promovidas sin escrúpulos por banqueros y toleradas cínicamente por políticos.

Una de estas burbujas ya ha explotado hace tres años y los cascotes y ladrillos provocados con la deflagración han llegado a la constelación de Andrómeda, dejando a la intemperie a millones de terrícolas desfavorecidos, mientras los que descorcharon el bidón siguen paseándose por alfombras, ocupando poltronas y aumentando sus cuentas corrientes con la miseria de quienes han perdido todo menos la indignación.

Y es ésta, la indignación, quien aglutina a millones de indignados formando una segunda burbuja más peligrosa que la primera, vaticinándose su explosión mundial antes de un año, por mucho que determinados líderes políticos y creadores de opinión en medios integristas, traten de pincharla antes de que crezca más, conscientes que la explosión que se avecina les va a afectar de lleno, porque cuando alguien lo ha perdido todo ya no tiene nada que perder y el miedo desaparece de sus vida.

Pero está creciendo entre nosotros una tercera burbuja sin que los causantes de la misma se percaten de las consecuencia que les espera y siguen soplándola con un ardor guerrero que para sí quisieran los militares que se están jugando la vida en Afganistán.

Me refiero a la burbuja mediática de la que forman parte privilegiada las televisiones autonómicas, con un agujero de 1.600 millones de euros, destacando entre ellas la televisión popular de la Comunidad Valenciana con un 67 % de esta deuda.

Amigos de este blog, permitidme denunciar la falta de sentido común en nuestros políticos autorizando en Cataluña 92 licencias de televisiones locales y en Andalucía 233.

A semejante insensatez se añaden las toneladas de papel inservible puesto a la venta por las rotativas periodísticas que aumentan irresponsablemente la burbuja mediática hipertrofiando de forma incontrolable en número de periódicos que llegan a los kioscos, alcanzando la cifra de 130 cabeceras, cuando en Francia no llegan a 90, a pesar de superarnos en casi 20 millones de habitantes.

Tal situación provocará la inminente explosión de la burbuja con sus inevitables consecuencias para miles de familias que ahora viven dentro de ella. El que avisa, no es traidor.