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ESO, INSTINTO BÁSICO

ESO, INSTINTO BÁSICO

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Poco esfuerzo mental se necesita para comprender que los instintos son pautas de comportamiento que, en los animales, contribuyen a la conservación de la vida del individuo, aunque este juego de palabras que los académicos se han sacado de la manga no aclare a qué se refieren los sabios que han llegado a tal definición sobre aquello que determina el comportamiento humano.

Sobrevivir y reproducirse, es decir, comer y copular, son las dos funciones instintivas básicas que realiza el ser humano siempre que puede, porque en ellas se fundamenta la perduración personal y de la especie, produciendo ambas acciones indescriptible placer a las personas que las practican.

El irracional, antihumano, contranatural y conculcado voto de castidad impuesto a religiosos, religiosas y laicos votivos es, además, contrario al mandato divino de “creced y multiplicaos” y al deseo de Jesús que eligió al casado San Pedro como apóstol cabecera (Mc. 1, 29-31), demostrando la experiencia que puede más el instinto de reproducción en muchos clérigos y monjas, que las normas religiosas y los mandatos eclesiásticos.

El gozoso afán de los humanos por practicar el sexo, pocas veces se ejerce con intención de reproducir la especie, sino de obtener el gratificante goce carnal que produce, al que los seres racionales nos entregamos con oficio y gusto en todo tiempo, para diferenciarnos de los irracionales que solo practican el coito en época de celo.

MANDA DIOS Y DIOS DIRÁ

MANDA DIOS Y DIOS DIRÁ

Unknown

Felicidad y complacencia produce que los líderes políticos españoles más líderes de todos los líderes, proclamen su obediencia ciega a los mandatos divinos y la sumisión incondicional a los deseos del Todopoderoso, porque siendo así ganaremos el futuro, saldremos de la crisis, viviremos felices, comeremos perdices y daremos a los incrédulos con los huesos en las narices.

Obedecer los mandatos celestiales es la única salvación que tenemos al alcance de la mano. Por eso, Rajoy exigió tantas veces durante su travesía del desierto que se hicieran las cosas “como Dios manda”, aunque ahora que él está en el monte Sinaí del poder haya olvidado sus mandatos y no haga lo que Dios manda, porque Dios nunca mandaría las plagas que está mandando Rajoy al pueblo inocente de pecado.

Al lado del gallego, se arrodilla ante Dios en el reclinatorio político el compañero Rubalcaba, en espera de oír la voz de Dios para decidir si se presenta o no a las próximas elecciones primarias. Sabemos esto, porque al preguntarle ayer si será candidato a las elecciones internas del partido, su respuesta fue: “Dios dirá”.

Pues que Dios diga lo que tenga que decir y mande lo que tenga que mandar, que nuestros políticos están esperando sus órdenes para hacer lo contrario de lo que ordene Yahvé, como sucede con sus mandamientos, uno de los cuales prohíbe decir falsos testimonios y mentir.