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Etiqueta: libros

BIBLIOTECAS AMBULANTES

BIBLIOTECAS AMBULANTES

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Circulan por las cuatro esquinas rurales de la piel de toro numerosos autocares, llevando en sus entrañas libros para entretener el escaso tiempo de ocio que permite la televisión y otras actividades escasamente culturales y nada formativas, por mucho que los promotores las disfracen con ropas artificiales de diferentes colores y las calcen con zuecos tres números inferiores a los pies del consumidor.

Pocos visitantes de los “bibliobuses” que circulan por caminos vecinales, saben que el sistema de culturización mediante préstamos de libros ambulantes, fue inventado a finales del siglo X por el Gran Visir persa Abdul Kassem Ismael, sin concederse mérito alguno, ya que su amor a los libros, el cuidado puesto en la conservación de los mismos y su celo en custodiarlos, eran tan instintivos en él como la respiración.

Tan empedernido lector llegó a tener en su biblioteca privada unos 120.000 ejemplares que transportaba de un lugar a otros en sus numerosos viajes, poniéndolos sobre 400 camellos que formaban una caravana de dos kilómetros de longitud, para no dejarlos abandonados en lugar alguno de cuantos visitaba.

Además, este amante de los libros y devoto de la cultura, transportaba los ejemplares catalogados por orden alfabético en sucesivos grupos de camellos, representando cada uno de ellos las 32 letras del abecedario persa.

BIBLIOTECAS PERSONALES

BIBLIOTECAS PERSONALES

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Amistad, sabiduría, deleite y compañía aportan los libros sin pedir nada a cambio, ni demandar más atención de la que quiera dárseles, estando siempre dispuestos a otorgar buen nombre y reconocimiento a quien luce sus portadas y lomos en las bibliotecas privadas de salones y despachos domésticos.

Bibliotecas en las que pueden verse retratados los propietarios de las mismas, sin más que observar los títulos de las obras que ocupan las estanterías, pudiendo descubrirse su pensamiento leyendo las notas marginales que llevan incorporadas al texto, escritas por la confidente mano del dueño mientras pasaba las páginas de los textos.

Estas colecciones de libros son cuerpos vivos que nacen un buen día protegidos con ex-libris del propietario; crecen con el paso del tiempo, hermanándose unas páginas con otras en maridaje feliz; y mueren con el último suspiro de su creador. Tan fieles como un perro a su amo, las bibliotecas personales se mantienen al lado del fundador desde el día que adquirió el primer libro hasta su muerte, cuando la soledad acompaña su dispersión en otros anaqueles, tras la venta de las piezas o la distribución de las mismas entre los herederos del bibliotecario.

Pero en tan largo viaje necesitan purgas, cambios y sustituciones de las obras que ya no sirven, por otras más útiles que contribuyen a deleitar la vida del propietario, a pesar de que algunas bibliotecas personales cumplan el aserto de Prémontval, pareciendo boticas con muchos venenos y pocos remedios, contienen pócimas que provocan indigestiones literarias, vómitos intelectuales y diarreas mentales.

LIBROS DECORATIVOS

LIBROS DECORATIVOS

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El dueño de una importante librería me comentaba con ironía y decepción, la visita de una mujer a su establecimiento pidiendo que le llevaran a casa tres bloques de libros lujosamente encuadernados, que midieran setenta y cinco centímetros cada uno, para decorar con ellos el espacio libre de tres estantes domésticos desocupados.

Complaciendo a la señora, el dependiente le vendió los libros más caros que tenía desterrados al olvido en el almacén, envueltos uno por uno en papel de celofán y con el lacito correspondiente, para satisfacer el gusto de la dama que pretendía ocultar socialmente su incultura con lotes de libros.

Esta anécdota es ilustrativa de la realidad española donde se editan muchos libros, se lee poco y se presume mucho llevando libros a las estanterías privadas, porque la casa que no tiene libros carece de dignidad, como decía Edmundo de Amicis.

Propongo, pues, ediciones masivas de libros para iletrados, estafadores de la cultura y comerciales avispados, con miles de páginas en blanco y lomos adornados con purpurina, para exhibirlos en expositores de librerías especulativas, armerías contraculturales y tiendas de animales, con el nombre de «libros decorativos».

El libro como objeto comercial, elemento decorativo, ente presuntuoso y pieza doméstica ornamental, es carcoma que devora los anaqueles, ofende a la literatura, pervierte la cultura y hace realidad las palabras de Longfellow al afirmar que los libros eran sepulcros inservibles del pensamiento.

LIBROS y libros

LIBROS y libros

Todo el conocimiento está repartido en los libros, pero no todos los libros hicieron cola a la puerta de la sabiduría. Los que llegaron tarde se quedaron sin la parte que les correspondía y contaminan el alma. Hay libros sanadores de ignorancia y otros que con efecto placebo inverso, embrutecen y provocan depresiones, decepciones insalvables y pérdidas de tiempo merecedoras de calderas infernales.

Es decir, no todo lo que se escribe merece ser leído, ni todas las páginas logran el reconocimiento de los lectores, porque hay libros reconfortantes que detienen los péndulos de los relojes para acomodarse al placer que genera su lectura; y hay libros que prorrogan el dolor de la frustración más allá del minuto que merece su lectura.

Hay libros que abrazan al lector con juegos de palabras envolventes, embaucadoras, recreativas y seductoras de almas que en ellos se abandonan; y hay libros que abrasan, queman, arden en las manos, combustionando las esperanzas puestas en ellos.

Hay libros confidentes y tentadores, que llevan en sus palabras mensajes de esperanza literaria hasta los ojos del lector; y libros chirriantes que ensordecen, bloquean y perforan las pupilas de los lectores.

Hay libros con vocación eterna de mantenerse en la cabecera de la cama para ayudar al sueño reparador; y otros nacidos para alimentar insomnios y pesadillas literarias.

Hay, finalmente, libros con las hojas desgastadas sobre la mesa; y libros sin abrir decorando las estanterías. Libros que alumbran el camino a seguir; y otros que nublan la visión con su vulgaridad, unida a la lluvia de faltas, errores y erratas que incineran el diccionario con sus rayos, a trueno limpio.

UN AÑO ITINERANDO

UN AÑO ITINERANDO


Amigos del blog:

Un año ha pasado desde aquellas postrimerías invernales en que abrí las puertas de esta bitácora a todos los que quisierais entrar en ella, sin poner condiciones ni exigir algo a cambio.

Aquel sábado 12 de marzo de 2011 alimentaban mi ilusión los mismos argumentos que hoy la sustentan, pero confirmados por las 43.000 mil visitas que habéis hecho a esta casa que por derecho os pertenece, como leales compañeros del bloguero que la habita, aunque sólo haya podido abrazaros virtualmente.

Amigos que habéis pisado estas habitaciones desde Bruselas, Zurich, Ginebra, Barcelona, Madrid, Pamplona, Vigo, Sevilla, Zaragoza, Salamanca, Moscú, Ucrania, Atenas, Berlín, Beverly Hills, Obregón, Miami, Medellín, Ecuador, Lima, Quillota, Porto Alegre, Moscú, Nueva York, Oslo,…, dejándome algunos comentarios que han estimulado mi ánimo a introducir cada día una nueva carta en este buzón, sin nombre ni paradero determinado.

En las páginas de este blog me siento más acompañado por los lectores que en las de mis libros y percibo más cercano vuestro afecto, aunque en ambos casos exista un círculo de amistad en torno a las palabras, cada vez más amplio, en el que todos somos protagonistas de la expansión continua de amigos invisibles por todos los rincones del planeta.

Esto es algo difícil de explicar, como tantas cosas que ruedan por la vida sin respuesta, aunque muchos se empeñen en justificarlo con simplezas carentes de fundamento, porque no es posible entender el milagro de la comunicación entre almas gemelas que entrecruzan sus destinos por los rincones del espacio virtual.

Es cierto que los escritores necesitamos la soledad y el silencio cuando tomamos la pluma, pero es mucho más cierto que sin vuestra compañía este blog habría pasado ya a mejor vida.