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PAZ INTERIOR

PAZ INTERIOR

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El respiro otorgado por los armisticios de paz que suspenden hostilidades guerreras entre pueblos o ejércitos beligerantes, no es comparable al bienestar y dicha que reporta la paz interior, ajena a protocolos y firmas. Concordia íntima que revitaliza la esperanza, guarnece el amor, refuerza la amistad, conforta el ánimo, depura incertidumbres, esparce felicidad y destierra el insomnio, permitiendo descansar plácidamente en gozosa nube emocional reservada a quienes nutren su vida con bienes espirituales.

Al sosiego anímico de la paz interior se llega caminando con ascéticas almohadillas contemplativas por el sendero de la reflexión y buen entendimiento consigo mismo, haciendo de la reconciliación, virtud; indulto, de los pleitos personales; acuerdos, de las discordias; sosiego, de las turbaciones; y quietud de la agitación diaria provocada por desazones comunales, profesionales, sociales o familiares.

No es la paz interior patrimonio de la mística, ni coto privado de los altares, ni privilegio exclusivo de claustros conventuales, ni heredad de piadosas celdas. También la ascética espiritual laica es beneficiaria de los favores testamentarios legados por ermitaños medievales a los anacoretas rurales y urbanos del presente siglo, acelerado por la urgencia, el apremio y la impaciencia.

Es la paz interior soporte de la existencia presente y profilaxis espiritual del futuro personal de cada cual. Es mosquetón que afianza la voluntad y garantiza la seguridad contra vientos anímicos y tempestades espirituales, en escaladas de la vida, desgraciados barranquismos sociales, soledades espeleológicas morales y rescates personales, que precisan el aliento cálido de la paz para ver con nitidez el bosque de la vida sin pantallas de árboles que impiden ver la salida a la luz de la esperanza.

La paz interior es el consolador sueño que ambicionamos al despertar en medio de la pesadilla diaria. La gran esperanza en la reconstrucción cuando a nuestro alrededor todo son escombros. El disolvente que necesitamos para blanquear la negra aflicción que nos salpica. El aroma que extingue el dolor de la tristeza. La seda que enjuga las lágrimas. El refugio que ampara la soledad. Y el bálsamo que nos aleja del torbellino social, la prisa de los escaparates, la urgencia de la premura y el comercio dislocado del consumo, ayudándonos a disfrutar el presente, aliviar pasados quebrantos y ganar un futuro en paz, con templanza y moderación, que nos aleje de superfluas guerras interiores.

INOCENTES PREGUNTAS DE LOS INOCENTES

INOCENTES PREGUNTAS DE LOS INOCENTES

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La liturgia católica recuerda hoy la condena a muerte decretada por Herodes contra los inocentes niños menores de dos años nacidos en Belén de Judea, dándonos pie a preguntar con la inocencia de los infantes, algunas cuestiones que ignoramos, para las que no tenemos respuesta:

Por qué los seres humanos gastamos en armamento para matarnos, el dinero que bastaría para erradicar enfermedades, eliminar el analfabetismo y extirpar el hambre.

Por qué los mandamases mienten sabiendo que mienten, prometen lo que no van a cumplir, perjuran ante los crucifijos y siguen considerándonos imbéciles de solemnidad.

Por qué los condenados por la justicia en sentencia firme no van a la cárcel y quienes debían acompañarles son indultados injustamente, por obra y gracia de los sin gracia.

Por qué el nacimiento en mansión y cuna de organdí redime de toda falta y pecado, mientras la llegada al mundo en chabola y jergón de paja, mutila, margina y castiga.

Por qué la justicia es igual para todos los beneficiados de su buena vista y para los condenados por su ceguera, siendo esas igualdades tan desiguales e injustas.

Por qué nos dejamos llevar por el tsunami de la resignación, la indolencia, el silencio y la apatía, sin avergonzarnos de nuestra estupidez, invalidez, ronquera y cobardía.

Por qué piden transparencia las personas más opacas; igualdad, quienes más discriminan; sinceridad, los más embusteros; justicia los aforados; y generosidad, los codiciosos.

Por qué el Evangelio cristiano y la Declaración Universal de los Derechos Humanos, siguen desterrados a las tinieblas del olvido, el incumplimiento y la conculcación.

Por qué los jóvenes aceptan resignados las tapias y alambradas puestas a su futuro y no cuelgan de las concertinas a los responsables de tanta frustración y condena.

Por qué los quebradizos ídolos sociales de barro, los dioses de porcelana mediática y los becerros de oro, han desplazado los valores eternos del trono que les pertenecen.

Por qué las personas honradas, lúcidas, trabajadoras, generosas, sinceras, abnegadas y con vocación de servicio público, no aparecen en listas electorales.

Por qué los políticos se han dejado suplantar por politiqueros; los estadistas, por electoreros; los sindicalistas por sindicalistos; los empresarios, por explotadores; los inversores, por especuladores; los apóstoles, por capelos;  y los trabajadores, por ovejas temerosas al pastor y sus mastines, cuando un topetazo de los muflones bastaría para arrojar a los rabadanes por el despeñadero.

INDIGNACIÓN RESIGNADA

INDIGNACIÓN RESIGNADA

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La conciencia colectiva dormita en España acunada por la indignación resignada que paraliza las células revolucionarias, inhabilita la lucha por la justicia y anula la capacidad de respuesta ante los chuzos de punta que están cayendo sobre las viviendas, escuelas, hospitales, juzgados, sueldos y personas, sin que el pararrayos de la sublevación libere al pueblo de la mansedumbre.

La oscuridad del túnel por donde nos están obligando a ir encadenados con pretextos que ofenden al sentido común, nos impide ver la salida, pero oímos y sufrimos los chirridos de los raíles con cada frenazo que los maquinistas dan a nuestra vida, impidiendo que reverdezcan entusiasmos de la juventud.

No me enorgullece pertenecer a una generación que ha tirado la toalla de las luchas juveniles por la libertad, acomodándose a la rutina de pasear entre los escombros que un grupo privilegiado de regidores han arrojado en las calles de la vida, cerrando las puertas del futuro a los jóvenes que deambulan entre ellos.

Tenemos mucho trabajo que hacer, excesivos pecados por redimir y duras horas que pasar en la penumbra, porque los problemas en España no son económicos ni financieros, sino morales, éticos y estéticos, que sólo venceremos cuando tengamos fuerzas para salir de la resignación que domina nuestra indignación.

ENTIENDO, PERO NO COMPREHENDO

ENTIENDO, PERO NO COMPREHENDO

Bueno

Entender no es lo mismo que comprehender, ya que no es igual tener idea clara de las cosas y saber algo con perfección, que encontrar justificación a los actos, palabras y sentimientos de los demás. Por eso me resulta difícil aceptar aquello que no comprehendo, y rechazo compartir lo que repugna a mi entendimiento, viviendo por ello en resignada conformidad con mi ignorancia, controlando la frustrante impotencia de soportar con paciencia espartana toda la sinrazón que  hiere el común de los sentidos.

No comprehender actuaciones de seres de mi especie y estar incapacitado para descifrar razonablemente algunos comportamientos humanos, me produce un deterioro anímico superior a otras preocupaciones cotidianas a las que no doy importancia, porque me superan los interrogantes derivados de acciones imposibles de responder.

Entiendo que robar a quien hurta la vida de otros, merezca cien años de perdón, pero no comprehendo el daño gratuito a los demás sólo por el gusto de quebrantar.

Entiendo que la suerte de la cuna determina el futuro de las personas, pero no comprehendo que se juegue con la vida de los demás por un puñado de euros.

Entiendo el llanto enrojecido de quienes sufren sentencias injustas de la justicia, pero no comprehendo el hambre en el mundo si sobran recursos para todos.

Entiendo la perseverancia de los luchadores por la libertad, pero no comprehendo que haya amos del suelo, el aire, el agua y la vida de los vecinos.

Entiendo que la muerte sea la consecuencia inevitable de la vida, pero no comprehendo que la búsqueda de la paz sea el argumento de las guerras.

Entiendo la búsqueda de bienes materiales para la vida y la supervivencia, pero no comprehendo la codicia insaciable y la avaricia de los depredadores humanos.

Entiendo el falso juego político, las detestables razones de Estado y el polvo que desluce los despachos, pero no comprehendo que se mienta al pueblo con impunidad y descaro.

Entiendo los circunloquios, las perífrasis, los camelos y las metáforas oficiales, pero no comprehendo la negativa a responder las preguntas concretas.

Entiendo que la cultura de origen determine las creencias religiosas, pero no comprehendo las disputas, luchas y muertes entre creyentes por el dios verdadero.

Entiendo que la muerte es un irremediable destino de los seres vivos, pero no comprehendo su empeño en presentarse a la cita sin ser llamada, ni previo aviso.

Finalmente, entiendo que la vida es una cadena interminable de interrogantes, pero no comprendo por qué buscando entre todos no encontramos los porqués.

INVERSIÓN DEL MIEDO

INVERSIÓN DEL MIEDO

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La crisis que azota a los ciudadanos de las clases media y baja está siendo una buena escuela de aprendizaje conductual en el ámbito socioeconómico, con inversión radical de comportamientos entre la clase dominante y la inmensa mayoría de ciudadanos dominados por los dominadores.

La historia universal refleja claramente que los poderosos nunca hicieron gratuitamente concesiones a los plebeyos, sino que el pueblo tuvo que luchar para conseguirlas, en algunos casos derramando sangre propia y cortando cabezas rectoras, estafadoras, explotadoras y abusadoras.

La clave estuvo en sembrar incertidumbre de futuro en los mandamases con el fin de paralizar todas las acciones de los patronos tendentes al abuso de privilegios, dominio de voluntades ajenas  y desprecio sistemático de los derechos humanos.

Las revoluciones populares acabaron con el absolutismo, liberaron a los esclavos de sus cadenas, hicieron posible la democracia, conquistaron derechos laborales, y lo que es más importante, inocularon el miedo en el alma de la clase dominante.

Hoy se ha invertido la situación y el miedo se ha hospedado en casa de los pobres que soportan resignadamente los azotes de la privilegiada clase dominante, sabedora de la impunidad que le otorgan las rendijas legales, la protección que reciben de las fuerzas de seguridad que paga el pueblo y la caterva de cómplices que gobiernan para ellos, se benefician de ellos y forman parte de ellos.

NUEVO GRITO DE LOS ESPAÑOLES

NUEVO GRITO DE LOS ESPAÑOLES

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El poeta de Tábara advierte que los españoles hablamos demasiado alto y que hemos dado tres gritos concluyentes a lo largo de la historia. El primero fue “¡Tierra!”, cuando coreamos con Rodrigo de Triana el descubrimiento del nuevo mundo. El segundo grito lo dimos con don Quijote por los campos de La Mancha, pidiendo “¡Justicia!”. Y el tercero fue avisando en 1936 de la tragedia gritando “¡Que viene el lobo!”, sin que fuera creído por los muertos de ambos bandos.

Hoy los españoles añadimos un nuevo grito a los tres bocinazos recogidos por León Felipe, sin esperanza alguna de ser escuchados por los tres poderes del Estado, porque uno de ellos está sometido al dictado teutón, otro vive en el nirvana de sus privilegios y el tercero cierra la ventana cuando el hedor de la corrupción llega a su despacho.

Mientras esto ocurre, el pueblo español grita “¡¡Se puede!!” hasta desgañitarse, frente al Palacio de la Moncloa, junto al Palacio de las Cortes y a la puerta del Convento de las Salesas Reales, escribiendo en las pancartas con sangre dolorida y lágrimas de impotencia que puede dársele lo que en justicia pide.

Efectivamente, se puede modificar la ley sobre desahucios censurada por el Tribunal de Justicia Europeo, dictaminando que no garantiza la protección ciudadana con cláusulas abusivas en hipotecas que vulneran la normativa comunitaria.

Se puede reparar el daño causado a los ahorradores estafados y engañados con las participaciones preferentes, devolviendo a los afectados el dinero que pusieron en manos de los usureros bancarios.

Se puede evitar que los defraudadores oculten su dinero en lejanas cajas bancarias y cuentas opacas, investigando movimientos de dinero y firmando acuerdos internacionales que eliminen del mapa los paraísos fiscales.

Se puede erradicar la impunidad de los corruptos obligándoles a devolver el dinero robado y enviándoles algunas décadas a la cárcel como penitencia por sus pecados en esta tierra, que del castigo infernal se encargará su Dios.

Se puede imponer una justicia igual para todos los ciudadanos sin más que equilibrar la simbólica balanza, ponerle de nuevo la venda en los ojos y despolitizar los tribunales y cortesanos que tiene tan bella dama.

Se puede democratizar el país abriendo listar electorales, limitando la vida política, aboliendo privilegios, reduciendo sueldos, desterrando el amiguismo, impulsando la vocación de servicio y confinando la mediocridad.

Se puede, en fin, rearmar éticamente la sociedad dando ejemplo a los ciudadanos de honradez, sinceridad, sacrificio, renuncia, esfuerzo, generosidad y otros valores morales que dignifican la raza humana.

¡AQUELLOS TIEMPOS DE CÁRCELES…!

¡AQUELLOS TIEMPOS DE CÁRCELES…!

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Viendo correr la impunidad a galope tendido por la piel de toro, sin bridas ni freno que la detenga, espoleada por políticos y sin obstáculos sociales, ni sentencias judiciales condenatorias, ni estancias en alojamientos penitenciarios, sólo cabe añorar la década de los años noventa cuando pasaron una temporada a la sombra personajes de mejor catadura de los que ahora sonríen a los ciudadanos desde la tribuna de la impunidad.

Pusieron sus huellas digitales en la ficha de internos carcelarios, algunos privilegiados dirigentes que hoy no pasarían a la trena porque las togas andan lentas y los tribunales despistados desde que la justicia se ha quitado la venda, desequilibrando la balanza a favor de quienes no merecen favores.

Entre los huéspedes que durmieron en Alcalá-Meco estuvieron Mariano Rubio, Concha, Tamayo y Quesada, por defraudar a la Hacienda Pública a través de Ibercorp, siendo obligado el primero de ellos a dimitir de su cargo como Gobernador del Banco de España, algo que no sucede hoy.

¿Recuerdan ustedes dónde acabaron los que metieron mano en la caja pública de los fondos reservados malversando nuestro dinero? Pues eso. Si hubiera ocurrido hoy, Barrionuevo, Vera y el sinvergüenza de Roldán, estarían paseando impunemente por las calles protegidos por guardaespaldas, como hacen todos los que han estafado a los ciudadanos esquilmando las arcas públicas, sin que nadie se haya atrevido todavía a ponerle el cascabel al gato, es decir, a dictar sentencias en vez de censurar la situación a cencerro tapado.

Impunidad que disfrutarían hoy los banqueros Mario Conde, Romaní, Lasarte y Escolar, que lucieron entonces trajes a rayas por falsear documentos y apropiarse de algunos millones de euros, nada comparables con las cantidades arrapiñadas por los “cajeros” que han arruinado las Cajas de Ahorros, llevándose hasta los lapiceros y desplumando a miles de ciudadanos indefensos, que ven con desesperación como los estafadores viajan en limusina camino de paraísos fiscales.

Por delitos incomparablemente menores a los cometidos por muchos políticos que todavía permanecen en escaños, poltronas y sillones “reales”, no ficticios, el presidente cántabro Hormaechea fue condenado a seis años de prisión y 14 de inhabilitación.

Con estos ejemplos bastan para comprender la indignación del pueblo viendo sonreír en la pantalla con prepotencia insultante a los presuntos: Bárcenas, Rato, Urdangarín, Torres, Cristina,  Camps, Matas, Villegas, Encina, Rivas, Fernández, Álvarez, Iglesia, Orozco, Pujol, Blanco, Tous, Masallés, Millet, Crespo, Cuesta, Berzosa, Carrillo, Blasco, Martín, etc. etc. etc.