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¿DEMAGOGIA, SEÑOR DIPUTADO?

¿DEMAGOGIA, SEÑOR DIPUTADO?

Paro

En un momento de enajenación mental transitoria, tan frecuente en ciertos políticos, uno de ellos ha declarado que es demagógico hablar de millones de parados porque todo el mundo sabe que no es cierto debido al trabajo negro que la encubre, añadiendo que nadie se come los puños de hambre en este país, lo cual es cierto porque no es posible llegar con los dientes a esa articulación.

Si él y los que con él mueven los hilos de las marionetas que deambulan por la piel de toro, dicen que «España va bien», será que tienen razones para negar una realidad que hace daño a la vista. Pero querríamos que este visionario nos respondiera a una pregunta, al hilo de sus declaraciones sobre la demagogia que existe con el paro en su país, que casualmente es el nuestro, para que mire hacia donde está verdaderamente el engaño.

¿Es demagógico decir que con el dinero despilfarrado en obras faraónicas paralizadas; con los euros que gastamos en el inoperante cementerio de elefantes que representan el Senado y las innecesarias Diputaciones; con el dinero robado a las instituciones por los corruptos y con los eurazos entregados a las Cajas de Ahorro junto a multimillonarias indemnizaciones a los cajeros y pensiones vitalicias otorgadas por ellos mismos, se hubieran evitado todos los injustos recortes en sanidad, educación, justicia y dependencia?

Demagogia es lo que usted hace, señor diputado, con un cinismo que espanta incluso a los propios depredadores que comparten con usted mantel.

PUNTOS SOCIALES CARDINALES

PUNTOS SOCIALES CARDINALES

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Para salir del barrizal donde nos encontramos, urge cambiar los límites morales de España poniendo al Norte la honradez, que nos salvará de la corrupción; al Sur, la competencia que evitará los errores; al Este, la solidaridad, que promoverá la convivencia; y al Oeste, la vocación de servicio de los cargos públicos que dirigen el país por voluntad del pueblo, que paga sus salarios, dietas y privilegios.

Con la ética por bandera, será fácil poner la sanidad, la educación, la justicia y la dependencia en el lugar que les corresponde. La primera, nos dará la salud necesaria para tener el bienestar que merecemos; la educación será escoba intelectual para barrer las mentiras oficiales; la justicia espantará la impunidad de los pecadores sociales; y las ayudas a la dependencia harán más feliz la vida de los infelices.

Pero mientras haya ciudadanos aplaudiendo a futbolistas defraudadores a las puertas de los juzgados; mientras continúen los vítores a tonadilleras encarcelas; y mientras se mantengan las audiencias a salvadores programas telebasura, estaremos cada día más lejos de la limpieza mental que necesita este país para acometer con éxito la pureza moral.

VERONA TRAJO AL FELÓN

VERONA TRAJO AL FELÓN

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En 1822 se reunieron en la ciudad italiana de Verona los representantes de países santíficamente aliados en alianza: Francia, Rusia, Inglaterra, Prusia y Austria, para preservar sus coronas tras las guerras napoleónicas y la defenestración del emperador francés, con grave daño para España y los españoles.

El Tratado de Verona establecía que los gobiernos representativos no eran propios de las monarquías, que la libertad de expresión perjudicaba a los monarcas y que la religión era la fuerza capaz de conseguir la obediencia de los vasallos a sus reyes, por lo que Luis XVIII decidió auxiliar a su sobrino Fernando «Felón», invadiendo España con cien mil guerreros libertadores, santificados y bendecidos en iglesias francesas.

En tal Congreso acordaron los salvadores universales restaurar el absolutismo en España en la persona del felonazo Fernando VII, cercado políticamente por Rafael del Riego, enviando a la piel de toro Cien Mil Hijos de San Luis el 7 de abril de 1823, que se pasearon por España desde Creus a Tarifa y desde Gata a Finisterre, instaurando en el país la azarosa y malhadada Década Ominosa.

De esa forma, consiguieron las naciones congresistas que nadie tocara sus coronas, garantizando el orden europeo que a ellas les interesaba, alejando a los incómodos liberales de tronos propios y vecinos, para que los ciudadanos se dejaran en paz de peticiones viciosas como exigir libertad, justicia, igualdad y otras zarandajas, tan molestas para el absolutismo que impusieron.

ANTONIO PÉREZ, EL BÁRCENAS DE FELIPE II

ANTONIO PÉREZ, EL BÁRCENAS DE FELIPE II

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Un asunto doméstico de preocupantes consecuencias ocupaba la mayor parte del tiempo del rey Felipe II en 1587, porque Antonio Pérez estaba huido en Aragón, portando documentos comprometedores para el monarca, a quien había servido con aparente lealtad desde que el emperador Carlos lo puso a su lado cuando era principito.

El político Pérez fue durante muchos años secretario particular de Felipe II, ejerciendo en todo ese tiempo una gran influencia sobre el rey, por la confianza que este había depositado en él y en su natural inteligencia para gestionar bienes y administrar la casa real.

Pero al morir en 1573 el Príncipe de Éboli, Pérez pretendió aumentar su poder y comenzó a interferir en los temas de gobierno, llegando incluso a ordenar el asesinato de Juan Escobedo, consejero de don Juan de Austria, porque había descubierto sus manejos políticos.

Temiendo el Rey que este intrigador utilizara contra él los documentos que poseía, tomó la decisión de encarcelar al susodicho Pérez para recuperar los comprometidos documentos que tenía, llevando su empeño más lejos de lo que hubiera sido prudente en el rey Prudente, pues envió al general Alonso de Vargas con un ejército para ocupar Zaragoza, sin respetar los fueros aragoneses, donde Antonio Pérez estaba protegido en casa del Justicia Mayor de Aragón, Juan de Lanuza, dándole la siguiente orden contra su protector: “Prenderéis a Don Juan Lanuza, Justicia de Aragón, y presto sepa yo de su prisión y de su muerte. Haréisle cortar la cabeza y diga el pregón así: «Esta es la justicia que manda hacer el Rey vuestro señor».

Para hacer esto, el monarca sólo tuvo en cuenta sus deseos, y para satisfacerlos acusó al Justicia de cometer un delito de lesa majestad por oponerse a sus intenciones, decretando su muerte por degüello, que era menos infamante que la horca, al tratarse de un noble.

Esperemos que Rajoy no ordene la decapitación de los jueces españoles, en caso de que estos indulten a Bárcenas de sus delitos, ni pida la horca profesional para los magistrados que pretendan imputarle a él mismo alguna fechoría administrativa, trampa fiscal, doble contabilidad, financiación ilegal, mentira parlamentaria, fraude electoral, sobresueldos o abuso de poder.

NOS CUESTA COMPRENDER A LA JUSTICIA

NOS CUESTA COMPRENDER A LA JUSTICIA

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En contra del juez, del fiscal, de todos los terrícolas y de mi perro, la Sección Cuarta de la Audiencia ha decidido que Bárcenas se vaya a esquiar a Baqueira, argumentando que no se atreverá a cruzar la frontera para poner a buen recaudo los millones de euros que la justicia tiene por controlar de quien está acusado de cohecho, delitos contra la Hacienda Pública, blanqueo de capitales, apropiación indebida, falsedad documental mercantil y estafa procesal, mereciendo por ello la libertad y el derecho de “peineta” a toda la ciudadanía.

Los que ignoramos entresijos de la red judicial no debemos hablar sobre cuestiones legales, pero nadie puede negarnos el derecho a opinar  sobre los dictados del pensamiento lógico que contradicen justificaciones legales injustificables para la razón y carentes de argumentos aceptables por el pueblo que paga el sueldo de quienes dictan autos incomprensibles para los paganos.

La legalidad de la actuación magistral es indudable, pero la dialéctica del carbonero nos impide comprender la puesta en libertad de semejante individuo, sin sospechar segundas verdades porque no nos basta con suponer que se va a estar quieto, ni aceptamos que la investigación sobre la Gürtel esté «prácticamente agotada”, porque eso significa que no ha concluido, ni la justicia sabe donde esconde el delincuente los millones que están por descubrir.

El problema que tienen los magistrados al juzgar y condenar a políticos corruptos, estafadores profesionales, defraudadores crónicos y ladrones engominados, es que sus decisiones causan profunda decepción en los ciudadanos y desconfianza en los tribunales, pues cada día dejan más claro, que la justicia no es igual para todos, que su balanza no está equilibrada y que carece de venda en los ojos.

Confiamos que a muchos jueces se les hinchen las puñetas y pongan a los corruptos en su sitio, lejos de la sociedad que han defraudado y los códigos morales que han infringido, aunque las leyes sociales les permitan escaparse por la gatera, con la ayuda de altos tribunales contaminados por tentáculos políticos.

Vemos con desazón que los castigos quedan reservados para las personas socialmente marginadas que viven en un mundo al servicio de los poderosos, siendo las cárceles reservorios de estiércol humano, donde van a parar ladrones que roban gallinas para subsistir, hacen piquetes sindicales o que distraen sábanas de los almacenes para hacer pancartas, confirmándose una vez más que la ley es igual para todos, menos para quienes proclaman solemnemente este cínico eslogan.

PROCESO DE NÚREMBERG

PROCESO DE NÚREMBERG

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Mientras los medios de comunicación recuerdan que hace hoy tres años los populares arrasaron en las urnas,  setenta y ocho años que murió el líder falangista José Antonio y treinta y nueve años que el generalísimo Franco dejó pacíficamente su vida en una habitación del pazífico hospital madrileño para irse a descansar al católico valle de los muertos junto a miles de caídos en la contienda bélica ganada por él, yo prefiero recordar que un día como hoy de 1945 comenzó en la ciudad alemana de Núremberg el juicio a los nazis vencidos en la segunda gran barbarie mundial.

Diecisiete naciones acordaron procesar y juzgar a veintiún representantes del Tercer Reich responsables de la muerte de millones de ciudadanos, con la ausencia del jefe Hitler que decidió irse de este mundo por la puerta de atrás pegándose un tiro en la misma cabeza donde brotaron sus maléficas ideas, desparramando los sesos por distintas partes del planeta, sin que los terrícolas hayan escarmentado, y sigan a tiro limpio unos contra otros, en distintas partes del satélite solar.

El resultado final de nueve meses de interrogatorios y testimonios, fue que once de los acusados marcharon en fila india camino del patíbulo, siete durmieron durante años en la cárcel y tres de ellos pudieron seguir paseando libremente por las calles alemanas, arrastrando su mala conciencia.

Pero la noticia más sorprendente que ahora percibimos con perspectiva histórica, no fueron las sentencias judiciales, sino que el genocida Stalin fuera el promotor del juicio, en contra de la opinión de Churchill y Roosevelt que optaban por fusilar a todos los criminales nazis de forma directa e inmediata.

Nuremberg fue lugar elegido por exclusión de los demás, pues era el único palacio de Justicia alemán que reunía las condiciones para el juicio tras la contienda, ya que todos los demás estaban en ruinas o inhabilitados para albergar semejante juicio.

ROBAGALLINAS

ROBAGALLINAS

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La máxima autoridad judicial del país, don Carlos Lesmes, que preside el Tribunal Supremo y el Consejo General del Poder Judicial, ha manifestado hace unos días que la Ley de Enjuiciamiento Criminal está «pensada para el robagallinas, no para el gran defraudador», lo que supone una gran traba para la lucha contra la corrupción.

Quienes siguen este blog habrán comprobado las muchas ocasiones que he depositado mi confianza en los jueces, como únicos ciudadanos que pueden limpiar la mierda que nos invade, pero las palabras de Lesmes me han devuelto a la indeseable realidad de quienes me han llevado la contraria, porque sin leyes adecuadas ni recursos, los jueces tienen poco de hacer por la regeneración democrática del país.

El mandamás de la justicia se limita a constatar una lamentable realidad, pero evita decir qué acciones ha emprendido el jefe nacional de las togas para corregir la situación, ni si va a dimitir de su cargo ya que las leyes vigentes no le permiten aplicar la justicia en los términos que expresa con su denuncia.

Robagallinas es término que no figura en el diccionario de la Academia, pero que todos los ciudadanos del mundo entienden, sin necesidad de aclaraciones complementarias, aunque convenga poner de manifiesto la diferencia entre el robagallinas de los corrales que distrae un pollo para comer y el ladrón de guante blanco que vacía el gallinero ajeno sin moverse del despacho ni ensuciarse las manos.

Constatar el incumplimiento sistemático del artículo 14 de la Constitución al tiempo que la mayor Institución del Estado proclama su cumplimiento, produce una mezcla de ira y decepción difícil de explicar, al comprobar que la cuenta corriente marca la diferencia y pone límites a una justicia que debería ser igual para todos.