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PUBLICISTA JAMES BOND

PUBLICISTA JAMES BOND

Unknown

El personaje imaginario creado por Ian Fleming para servir a su majestad en secreto con el nombre de agente 007, ya no es el que era en 1952 cuando  presentó su tarjeta de visita en Casino Royale de la mano de Sean Connery, aunque los intérpretes que siguieron sus pasos mantengan la licencia para matar a quien corresponda, otorgada por el M16.

Hoy han cambiado las cosas como hemos podido comprobar desde que Pierce Brosnan se metió en el personaje con su décimo octava película, advirtiéndonos algo tan obvio como que “el mañana nunca muere”, entre otras cosas porque el futuro siempre permanece intacto y desconocido.

Hace ya 15 años de ello, y a partir de entonces el famoso agente se nos ha presentado en la pantalla como un magnífico agente de publicidad, luciendo en su cuerpo complementos de primeras “marcas” para favorecer la venta de tales productos, mejorando los ingresos de la productora sin necesidad de pasar por taquilla.

Le hemos visto conducir un lujoso coche de la muniquesa fábrica bávara de motores Bayerische Motoren Werke, previamente alquilado en la agencia internacional de renting AVIS. Ha lucido en su muñeca con elegancia inglesa un reloj OMEGA de la factoría suiza. Se ha comunicado a distancia con un teléfono móvil diseñado por Lars Magnus ERICSSON, antes de pagar sus cuentas con la tarjeta VISA enviada por John Partridge desde California.

Igualmente, el agente ha coqueteado y compartido lecho con mujeres vestidas por los italianos Giorgio ARMANI y Guccio GUCCI, mientras brindaba con champagne francés remitido para la ocasión con los herederos de DOM Pierre PÉRIGNON. Y si el guión exigía saltar desde gran altura sobre un camión, el vehículo estaba lleno de cerveza HEINEKEN.

Sutil publicidad oculta en las escenas del celuloide que llega a los espectadores con la misma ingenuidad que yo la incluyo en este artículo, cayendo en la trampa de poner en el escaparate marcas comerciales, cumpliendo una tarea muy alejada de mi personal deseo.

TEMBLORES EN LA ZARZUELA

TEMBLORES EN LA ZARZUELA

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Una princesa germana rubia y jacarandosa, ha explosionado una bomba lapa en los sótanos de la Zarzuela, haciendo retemblar los cimientos de la más alta institución del Estado y abriendo grietas en la corona, con unas declaraciones procedentes de las alcantarillas políticas.

Nuevo escándalo de la monarquía que obligará al regente a pasar por el quirófano propagandístico encargado de extirpar la hernia política dislocada que ha provocado Corinna, desvelando su implicación en cuestiones secretas, confidenciales y clasificadas del Estado, para salvar al desvalido pueblo español de sus desgracias.

Es evidente que al Borbón se le ha ido la cabeza al tiempo que se le descolocaba la prótesis de cadera, recompuesta por cortesanos y periodistas afines que se ocuparon de apuntalarla inmediatamente, poniendo al rey en un lugar que ya no le corresponde de hecho, aunque lo ocupe por derecho.

Produce escalofríos que la presunta amante del jefe del Estado haya intervenido en operaciones secretas del Gobierno, por muy “amiga entrañable” que sea del monarca. Y causa estupor verla disfrazada de espía al servicio de su majestad, como un James Bond a la española con la pandereta en la mano y bailando sevillanas mientras seducía con sus encantos a los empresarios para que le dieran trabajo al yernísimo.

Ahora falta saber el dinero y los favores recibidos por Corinna. Tienen que explicarnos qué pintaba en los viajes oficiales, por qué era inseparable del rey, cómo traficó con su influencia, qué comisiones ha recibido y lo que es más importante, qué “trabajos” realizó al servicio de España y su corona.