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AUSTERIDAD, ¿PARA QUIÉN?

AUSTERIDAD, ¿PARA QUIÉN?

Unknown

Sin dar tiempo a que nuestro presidente del Gobierno dijera que la crisis económica tocará este año a su fin, el jefe del influyente Instituto económico alemán recomienda la devaluación de sueldos y una bajada del 25 % en los precios, proponiendo la germanización del país y asegurando que la austeridad va para largo. ¡Bien por el chico!

No sé si Hans sabe lo que dice, cuando dice lo que dice, porque no estamos dispuestos a mortificar más los sentidos y pasiones, es decir, a castigar físicamente el cuerpo con penitencias y castigos propinados por quienes desconocen la mortificación, el tormento y sacrificio.

Austeridad, ¿para quién, herr Werner? ¿Para el pueblo harto de sufrir, mientras los depredadores sonríen complacidos? ¿Austeridad para millones de ciudadanos que tienen las venas resecas y no les queda ni una gota de sangre que donar? ¿Austeridad para las personas a quienes solo les resta el alma en propiedad porque han tenido que vender el esqueleto y las córneas?

¿Para quién la austeridad, herr Sinn? ¿Para los desahuciados que ya no tienen ni techo donde cobijarse? ¿Austeridad para los jubilados estafados con las “preferentes”? ¿O austeridad para los enfermos crónicos dependientes de la generosidad ajena?

¿Para quién es la austeridad que exige el presidente del IFO? ¿Para usted, señor Hans Werner Sinn? ¿Pide usted austeridad para su patrona Merkel? ¿O para la insolidaria clase privilegiada que visita los paraísos fiscales? No creo que usted pida austeridad a los banqueros, defraudadores, especuladores y millonarios que toman piña colada en la cubierta de sus barcos.

RECOGIDO HOMENAJE

RECOGIDO HOMENAJE

Tan sencillo y discreto, como afectuoso y sincero, fue el pequeño homenaje que profesores y alumnos del Instituto “Torrente Ballester” rindieron ayer a Unamuno en el patio central del centro, donde los estudiantes leyeron algunos poemas suyos, tras las palabras del director y la entrega de unos premios literarios.

Media hora después de bajarme del asfalto que me devolvió a Salamanca tras mi periplo por tierras gallegas, fui invitado a cerrar este acto de homenaje con unas palabras, ante el original busto de don Miguel que Ángel Posada había realizado con hojas del periódico “El País” pintadas de blanco, queriendo representar con ello la capacidad de Unamuno para seguir llevando al país en su cabeza, setenta y seis años después de abandonarnos.

Nula fue la relación personal entre Unamuno y Torrente, pero intensas las horas que el gallego-salmantino pasó leyendo la obra del vasco-salmantino, desde que cayeron en sus manos los primeros libros de don Miguel, cuando Torrente se encontraba en Vigo, allá por el año 1928.

Don Gonzalo frecuentó al año siguiente las tertulias madrileñas, sin posibilidad de encontrarse con don Miguel en la Granja del Henar o en la Cacharrería del Ateneo, porque el sentidor vasco se encontraba autoexiliado en Hendaya. En cambio, sin coincidir en el tiempo, compartieron la tertulia en el Novelty donde ambos acudían de forma habitual.

En mis breves palabras, pedí a los jóvenes que ocupaban el soleado patio, lo que Unamuno les hubiera demandado: riguroso cumplimiento de la disciplina académica; esfuerzo y constancia en el trabajo; respeto en todos los órdenes; y voluntad de empujar a los profesores a ser cada día mejores maestros, enseñándoles a enseñar. Y exhorté a mis antiguos compañeros a recibir enseñanzas de los estudiantes, porque enseñar es ante todo y sobre todo, aprender.