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Etiqueta: Hannover

SOY FROILANISTA

SOY FROILANISTA

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Fui, en principio, juancarlista por considerar que la monarquía no tendría mucho futuro con un rey juramentado al Movimiento Nacional, saltándose a la torera la herencia dinástica que correspondía a su padre don Juan y, además, puesto en el trono por el General Franco. Pero me equivoqué.

Después me hice marichalarista al saber las andanzas del duque consorte, sin éxito en mis expectativas porque lo fumigaron sin plenas narices, fundiendo su estatua de cera en el destierro interior.

Más tarde, puse mis pretensiones en Letizia, pero su plegamiento sumiso a la corona, la profesionalidad inoculada por la suegra y el tirón de bridas que le dieron en protocolo, me obligaron a borrarla de la lista.

Fue entonces cuando surgió inesperadamente Urdangarín con la guadaña de la ambición en la mano dispuesto a segar monarquía, pero todos los miembros de la “Casa” saltaron a tiempo levantando los pies del suelo para librarse del corte, incluso su infanta esposa que nunca ha saltado a la comba.

Pero me queda Froilán de Todos los Santos, con sus demonios todos metidos en la médula de los huesos, para depositar en él las esperanzas, y ¡vive Dios que éste tipo no fallará!

Quien ya de pequeño se dedicaba a patear en iglesias a sus coleguillas y con trece años se pega un tiro en el pie, es un chaval con futuro, que emulará las hazañas de don Ernesto, aunque Hannover quede lejos de Zarzuela.

Esto es lo que importa, porque lo demás son tonterías.

Que la ley prohíbe el empleo de armas de fuego a menores de 14 años, no importa. Ahí está el abuelo para decir urbi et orbi que la justicia es igual para todos, ¡faltaría más!

Que, para la abuela, “con los niños siempre pasa eso”. Por supuesto. Todos los peques menores de catorce años manejan armas de fuego y se disparan a los pies, sobre todo los que tienen el pedigrí de Froilán.

Que la penuria real les impide abonar el copago en los hospitales públicos, pues a una clínica privada, que sale gratis.

Sólo preocupa que en el próximo despiste del niño se lleve por delante a Federica, como hizo el abuelo con su hermano Alfonso de forma involuntaria en 1956, mientras jugaban ambos con un revolver en el desván de la casa portuguesa.

DEMOCRACIA A LA ESPAÑOLA

DEMOCRACIA A LA ESPAÑOLA

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Durante años estuvimos justificando lagunas democráticas en el país, argumentando la bisoñez de nuestra democracia y los inevitables efectos colaterales derivados de los cuarenta años de dictadura que padecimos, pero ya no caben más disculpas ni retrasos.

Nuestros jóvenes y los adultos en primera madurez, han nacido y crecido en democracia y somos responsables los de mi generación de haberles ofrecido un sistema de gobierno que poco tiene que ver con la realidad que se vive en países democráticamente consolidados.

Basta comprobar la impunidad política, ética y judicial con que se mueven los dirigentes políticos, para certificar que la igualdad ante la ley, el compromiso moral con el pueblo y la renuncia al cargo, son quimeras inalcanzables en este país.

Basta contemplar la corrupta mancha de aceite que se extiende por la piel de toro, para solicitar que la indignación de los desfavorecidos y parados se derrame por encima de ella y ahogue en sangre la especulación, los abusos, las mentiras y las trampas.

Basta recordar nombres como Flick, KIO, Rumasa, Ibercorp, Urralburu, Salanueva, Roldán, Conde, Naseiro, Hormaechea, Pallerols, Villalonga, Forcem, Gescartera, y ver hoy inscritos en la punta del iceberg a Gürtel, Malaya, EREs, Matas, Palau, Pretoria, Campeón, Renedo, Berzosa y Urdangarín, para darnos cuenta, como dice la pancarta, que no hay suficiente pan para tanto chorizo suelto en un país que juega a ser democrático.

Basta oír a la infanta Pilar mandando callar a los vasallos de su hermano Juanito y culpando a los medios de comunicación de las fechorías de su sobrilítico Iñaki, para sentirnos despreciados como siervos medievales de la gleba.

Basta leer el programa electoral del PP, repasar las hemeroteca y pasear la vista por las videotecas para darnos cuenta del fraude electoral cometido por la gaviota, al prometer que no harían algunas cosas que están haciendo, dañando especialmente a los inocentes de la tragedia.

Basta recordar ciertas gestiones del anterior gobierno, evocar algunos ministros/as y contemplar las navajas que vuelan en Ferraz y Sevilla, para comprender lo que pasó el 20-N y disponernos a aceptar resignados el oscuro porvenir que nos espera con lo que está por venir del socialismo político profesional.

Basta ver tirados en estercoleros políticos valores democráticos como la honradez, igualdad, participación, transparencia, solidaridad, respeto, tolerancia y verdad, para confirmar sin error la degradación del sistema.

Basta comprobar la indiferencia con que una sociedad dormida y adocenada acepta resignadamente el despilfarro institucional, el abuso salarial de políticos y la incompetencia de los dirigentes, para certificar el cierre por defunción.

Basta reflexionar un par de minutos sobre la dimisión del presidente alemán Christian Wulff al apuntar hacia él la fiscalía de Hannover, para constatar el camino democrático que aún nos queda por recorrer.

Basta oír al Jefe del Estado apelar a razones judiciales y penales para acreditar la honestidad de cargos públicos y yernos, olvidando el clamor popular de los súbditos exigiendo testimonio ético, compromiso moral y honradez a la mujer del César.