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FRAUDE Y CORRUPCIÓN

FRAUDE Y CORRUPCIÓN

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El último barómetro del CIS confirma el desprecio de los ciudadanos hacia la corrupción, los corruptores y corruptos, algo que no escandaliza tanto a la población como la impunidad de estos malhechores que amparan sus fechorías bajo el paraguas de la ley, escapándose a través de orificios legales, con ayuda de cómplices políticos, sumisas togas y compañeros de tropelías.

Los resultados del CIS sitúan el fraude y la corrupción en segundo lugar de las preocupaciones populares, viendo los ciudadanos con frustración que nada pueden hacer para rehabilitar la prisión de Alcatraz y encerrar en ella a los tramposos, rateros y ventajistas que han mentido y estafado con la vulgaridad de los carneros y la grosería de un rebuzno en el templo.

Las estadísticas informan desde las portadas de los periódicos que España ocupa el deshonroso segundo puesto en el ranking de países donde más crece la corrupción, por detrás de Siria, cabeza visible de la escalada estafadora, lo cual no favorece mucho a la cacareada marca España que desprestigian muchos cínicos que la patrocinan.

La corrupción se traduce en trampas, disfraces, escamoteos, mentiras, sobornos y miserias, que consolidan en las instituciones y en el cuerpo social una detestable impunidad derivada de los tribunales de justicia, permitiendo escapar a los indeseables con apelaciones a tribunales superiores o inaceptables indultos gubernamentales.

Campa el fraude y la corrupción libremente por los vertederos institucionales, proclamando verdades que son mentiras, estafas disfrazadas de errores, regalos a cambio de favores, nepotismo hermanado con servilismo, nombramientos innombrables, asesorías de la nada, adjudicaciones trocadas en propinas, sobornos enladrillados, votos a cambio de favores, desequilibradas sentencias judiciales, contaminación politiquera y extraño maridaje de escaños y reclinatorios.

DESCRÉDITO POLÍTICO

DESCRÉDITO POLÍTICO

Unknown

Es tan grande la desconfianza del pueblo en los políticos, que son pocos los ciudadanos que conceden el mínimo crédito a sus palabras, hartos ya de mentiras, incumplimientos, demagogia, trampas y fraudes electorales. La reputación social y la autoridad moral de los dirigentes políticos está más desprestigiada que las promesas de borrachos y trileros, aunque mantengan el inmerecido poder de las urnas.

No son los desahucios, ni los suicidios, ni los abusos, ni las estafas, ni los incumplimientos, lo más grave que está pasando en el país, siendo todo ello muy grave. Tampoco lo es la impunidad de los corruptos, ni la institucionalización de la mentira, ni la basura que se esconde en las alfombras reales, ni el putrefacto olor que despiden los despachos oficiales. Lo más grave que está sucediendo es la pérdida de conciencia sobre lo que está pasando por la rutinización de hechos corruptivos y la desconfianza generalizada en las instituciones, en la clase política y, más allá de todo esto, en la degenerada democracia que imponen pseudócratas de pacotilla.

Los casos de corrupción en las postrimerías del felipismo enviaron a su líder a las tinieblas porque 9.716.006 ciudadanos confiaron en que la alternativa Popular al gobierno de González salvaría al país del lodazal en que fue hundido por los fondos reservados, los GAL, los rubios, los juanesguerras, los roldanes, y otros sinvergüenzas de similar calaña, que tanto daño hicieron al socialismo y al país.

Pero hoy las cosas han cambiado a peor porque muchos ciudadanos ya no confían en los partidos, ni en esta democracia, ni en las elecciones, ni en la monarquía, ni en los políticos, como refleja el hecho de que en las últimas elecciones, la abstención, el voto en blanco y el nulo fue del 30,97 %, siendo 10.561.756 los ciudadanos que optaron por la protesta con su inhibición, muy cercanos a los 10.830.693 votos que dieron la mayoría absoluta al Partido Popular.

Es presumible que en las próximas elecciones gane por mayoría absoluta la indignación, el descontento y la desconfianza, sin que los políticos estén haciendo nada por evitarlo.

IMBÉCILES NO, POR FAVOR

IMBÉCILES NO, POR FAVOR

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Tradicionalmente, los políticos de todos los colores se han dedicado con machacona insistencia a insultar el sentido común de los ciudadanos, y eso no está bien. Pero en los últimos meses el empeño delirante Popular se ha incrementado de manera alarmante, llegando el oprobio ayer por la mañana a su más alta cota de menosprecio ciudadano, con las declaraciones de Cospedal.

Habla la señora de transparencia en el partido, al tiempo que cambia todos los cristales de las ventanas de Génova por tabiques opacos de ladrillos militantes, anunciando una comisión interna que investigue las cuentas internas del partido, para que sean los propios defraudadores quienes denuncien su fraude. Ya.

Dice María Dolores que el Tribunal de Cuentas está conforme con las cuentas blancas presentadas por el partido, mientras guardan en el rincón más oscuro de la sede toda la negrura acumulada durante años, para que Manolo, el hermano de Aznar, Margarita la ministra de Justicia del expresidente y otros miembros del Tribunal pertenecientes al Partido Popular, aplaudan la contabilidad blanqueada por sus amigos.

Proclama la Secretaria General que todos los datos publicados son falsos, menos los referidos a García Escudero, Jaume Matas e Ignacio del Burgo, que ya han cantado por bulerías la recepción de las cantidades aparecidas en la contabilidad “B” del partido, al tiempo que otros afinan las guitarras antes de iniciar su copla.

Sostiene la presidenta de Castilla-La Mancha que la divulgación de esas corruptas entregas pretende interrumpir el proceso salvador de España que está llevando a cabo el Partido Popular, cuando su intención es limpiar en juzgados y urnas, la mierda que está inundando el país procedente de los vertederos políticos.

Alguien debe hacerle saber dos cosas a la señora Cospedal. La primera, que los procesos de bunkerización como el emprendido ayer por ella en el Partido Popular, sólo conduce al suicidio de la gaviota. Y la segunda, que el pueblo ha superado hace años el test de Inteligencia Ciudadana, por lo cual no es posible engañarle con bolonias de tres al cuarto, ni teatralidades de mercadillo.

Podemos ser pacientes hasta la santidad para aguantar todo lo que estamos soportando. Podemos ser sufridores que llevamos con resignación los injustos recortes sociales. Hasta podemos ser perroflautas como nos ha llamado alguno de los suyos. Incluso podemos ser cobardes por no atrevernos a tomar las Instituciones y enviar a todos los políticos a penitenciar por el desierto. Pero imbéciles, señora Cospedal, no. Imbéciles, no, por favor.

VOCES ESPERANZADORAS

VOCES ESPERANZADORAS

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Por fin, la tozudez de los hechos intenta abrirse camino en la hipertrofia mental de la tesorera europea, a quien los expertos alemanes del Instituto de Macroeconomía y Estudios Coyunturales le han gritado en plenas narices que su empeño en salir de la crisis a base de la austeridad mortífera que ha impuesto, no ha dado los resultados esperados, calificando de fracaso la obsesión de la cancillera.

El presidente del Instituto, Gustav Horn, ha pedido a Merkel un cambio radical para salir del túnel, ya que la política de ahorro económico ha incrementado el número de países en recesión y multiplicado la deuda, porque los “asesores económicos” de la señora se olvidaron de valorar los efectos negativos de la austeridad impuesta por la jefa, a toque de corneta.

Ahora falta que el Banco Central Europeo no se conforme con aceptar la compra ilimitada de deuda pública, que la señora Merkel se quite los tapones de los oídos y que el Gobierno español mire para la evasión de capitales, el fraude fiscal y la poca carga impositiva que pagan las grandes fortunas y los millonarios que se escapan por las rendijas legales. Vías de escape urgentes de tapar con el mismo cemento armado que tiene el rostro de los evasores de capitales que se aprovechan de los servicios públicos que pagamos los demás.

EL FRAUDE FISCAL NO TIENE SOLUCIÓN

EL FRAUDE FISCAL NO TIENE SOLUCIÓN

Quienes hubieran leído el original de este artículo se sorprenderán al ver que el actual nada tiene que ver con el anterior.

Efectivamente, la confianza en un amigo bienintencionado que me envío los datos que utilicé para escribir el artículo, me impidió contrastar las noticias que me mandaba. Pero otras tres personas – dos amigos y un desconocido – me han advertido sobre los «añadidos» que en tal reseña se consignaban, obligándome a ir a las fuentes originales para comprobar que en el artículo de Vicenç Navarro, publicado el 21 de octubre no aparece ninguno de los nombre referidos por el primer amigo, que yo cometí la ingenuidad de creerme y reproducir en esta bitácora.

Asumiendo la responsabilidad que me corresponde, pido disculpas a las personas citadas en aquel artículo y «prometo que no volverá a ocurrir», al tiempo que exculpo a mi informador porque él también cayó en la trampa que le tendió su hermano sin segundas intenciones.

No es el temor a la justicia lo que me lleva a la corrección, sino en estricto servicio a la verdad que siempre he tenido como guía en mis actuaciones.

Queda dicho.

CARNAVALADAS

CARNAVALADAS

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Estamos en plenos carnavales o, si preferís,  carnestolendas, que para el caso es lo mismo puesto que ambos invitan a los católicos a despedirse de la carne durante los próximos cuarenta días con sus correspondientes noches, aunque la  mayoría de ellos no hagan mucho caso al ayuno y la doble abstinencia de carne y “carne”.

Buen momento para hablar de carnavaladas, esas informalidades, fingimientos y disfraces que utilizan ciertos sujetos. Por eso, llamar carnavalero a quien emplea máscaras, caretas y disfraces no es una inconveniencia. Entendedme. Con esto no quiero decir que el Papa vaya por el ahí haciendo carnavaladas porque en su día sustituyera temporalmente la mitra por el tricornio de charol; el solideo por un gorro militar; y proteja su cabeza del frío romano con un camauro del siglo XII. No.

En cambio, sí puede tildarse de carnavalada la carcajada del magistrado Giménez en la vista del juicio contra Garzón; o las monerías de los “amiguitos del alma” que terminaron llamando gilipollas a Camps y ofreciéndose “dos hostias”; o las galopadas a calzón quitado del yernísimo entre Belice a Luxemburgo, con escala en La Zarzuela.

Carnavalada de primera magnitud es el busto de 24 metros de altura que se está levantando en el aeropuerto de Castellón en honor al abuelo propietario del mismo, acusado de cohecho, tráfico de influencias y fraude fiscal, porque el juez no ha  reparado en el delito de “derroche faraónico”, ausente del código penal. Al mismo nivel se encuentra la carnavalada de los EREs andaluces, pringosa mancha de aceite y cocaína que a todos avergüenza menos al desvergonzado protagonista de los hechos. Todo ello intencionado. Adrede vamos, para entendernos, y sin posibilidad de llevar los saturneles romanos cien años más allá de la cuaresma para estos sujetos.

En tiempos de sequía liberal no fueron posibles los disfraces por las calles, salvo para algunos atrevidos ciudadanos que sacaban del armario ropas viejas y vestidos apolillados, buscando en los baúles recuerdos y añoranzas del pasado, ocultos en el refajo de la abuela o en el kepis militar del pariente fallecido.

Pero hoy algunos se ponen trajes de alpaca bien ajustados con “correa” evidenciando que a sus cuerpos no les corresponde el armani político que lucen. Hay también sujetos que se disfrazan con túnicas de honradez para ocultar sus engaños, sin conseguirlo; y un tercer grupo de individuos que, se pongan lo que se pongan, siempre van disfrazadas, lo que nos obliga a pensar que se encuentran en permanente actitud de carnaval.

Ante esto, cabe preguntamos si cada cual es lo que ve en el espejo por la mañana al levantarse de la cama o lo que representa ser al pisar la calle. El drama de Calderón nunca tuvo más vigencia que ahora, en esta sociedad de lo políticamente correcto, donde cada uno cumple su papel frente a los demás. Todos soñamos que somos algo, aunque no lo entendamos, y tememos despertar del sueño para dormir eternamente. Pero pocos se dan cuenta que no es lo mismo ser lo que se cree uno que es, que creerse uno lo que no es.

INFANTA SIN SALIDA

INFANTA SIN SALIDA

Como alumno que fui durante catorce años del colegio Infanta María Teresa, – hija del bisabuelo del rey y parienta lejana de su hija -, siento gozoso desconsuelo por Cristina. Tan guapa ella y tan rebelde que se negó aceptar las tradicionales reglas del juego monárquico y decidió compartir afanes, luchas , problemas y negocios con un plebeyo alto, guapo y descarado, a quien no le han bastado los favores de la infanta y la protección de los suegros, para ser feliz.

Los súbditos moderados y arbitrados por su padre para que no nos peguemos más, – que bastantes bofetadas nos dimos unos a otros en los inmediatos pasados siglos, bajo la tutela de sus antecesores –  no comprendemos a la duquesa, pero doblamos la frente, como los bueyes condenados por el poeta de Orihuela.

De ser cierto todo lo que está apareciendo sobre las andanzas del yernísimo, sus cambalaches financieros y blanqueos fiscales han metido a la esposa en un callejón tapiado del que no va a poder salir sin heridas, por muchas escaleras que le pongan sus padres para salvar el muro, y amplia sea la sordina que se impongan periodistas y políticos, incluido el antimonárquico Anasagasti.

A la pobrecita e inocente Cristina se lo ha puesto fácil el fiscal ante la justicia, al no querer saber nada de ella en el asunto. Pero lo tiene muy difícil ante el pueblo porque hasta el más lerdo de los vasallos, sabe que cualquiera de las dos opciones que tiene la duquesa de Palma, la lleva a una condena popular sin paliativos, por mucho que sonría en las fotos con la mamá, durante la visita que la reina ha hecho a la pareja en Washington.

Parece muy clara la situación de la infanta, porque sólo tiene dos caminos a seguir: o sabía los trapicheos de su marido por esos mundos de corruptelas o ignoraba los guisos que el vasco preparaba en el figón doméstico mientras ella dormía.

En el primer caso,  es decir, si Cristina de Borbón y Grecia estaba al corriente de las trampas que su atlético marido se traía entre manos, la complicidad de la duquesa en los abusos y fraudes del marido, es evidente.

Pero si desconocía la procedencia de tan suculentos ingresos en la familia, sin preguntarle en la cama a su marido de dónde salían los millones que entraban en casa, estamos obligados a pensar que su familia no es lo que aparentaba ser, y su marido un farsante que la obligará a pasearse  por el mundo con unos cuernos político-mercantiles-fiscales, vergüenza que teñirá de luto la nobleza de su sangre azul y la de toda la Casa Real.

El camino que tome la infanta nos dará la respuesta, pero será difícil aceptar que tanto daño a su persona y a la monarquía, tanta farsa, atropello, fraude, engaño y cinismo, quede impune y sin respuesta en las relaciones personales.