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MADRE TIERRA

MADRE TIERRA

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En el Día Internacional de la Tierra debemos agradecer al senador americano Gaylord Nelson la mirada que hoy nos obliga echar a la superpoblación y medio ambiente, aunque los dirigentes políticos de su país y muchos grandes empresarios vecinos suyos, hagan poco por evitar el deterioro de la tierra que habitamos.

Quiero unir en mi bitácora de hoy al activista Gaylord con el jefe indio Seattle y ceder mi pluma a éste para que nos recuerde la carta que envió al presidente de los Estados Unidos Franklin Pierce cuando quiso comprar el territorio de Suwamish:

“Consideraremos vuestra oferta de comprar nuestras tierras. Si decidimos aceptarla, pondré una condición: que el hombre blanco deberá tratar a los animales de estas tierras como hermanos. Soy un salvaje y no comprendo otro modo de conducta. He visto miles de búfalos pudriéndose sobre las praderas, abandonados allí por el hombre blanco que les disparó desde un tren en marcha. Soy un salvaje y no comprendo como el humeante caballo de vapor puede ser más importante que el búfalo al que sólo matamos para poder vivir.

¿Qué es el hombre sin los animales? Si todos los animales hubiesen desaparecido, el hombre moriría de una gran soledad de espíritu. Porque todo lo que ocurre a los animales pronto habrá de ocurrir también al hombre. Todas las cosas están relacionadas ente sí.

Vosotros debéis enseñar a vuestros hijos que el suelo bajo sus pies es la ceniza de sus abuelos. Para que respeten la tierra, debéis decir a vuestros hijos que la tierra está plena de vida de nuestros antepasados. Debéis enseñar a vuestros hijos lo que nosotros hemos enseñados a los nuestros: que la tierra es nuestra madre. Todo lo que afecta a la tierra afecta a los hijos de la tierra. Cuando los hombres escupen el suelo se escupen a sí mismos.

Esto lo sabemos: la tierra no pertenece al hombre, sino que el hombre pertenece a la tierra. El hombre no ha tejido la red de la vida: es sólo una hebra de ella. Todo lo que haga a la red se lo hará a sí mismo. Lo que ocurre a la tierra ocurrirá a los hijos de la tierra. Lo sabemos. Todas las cosas están relacionadas como la sangre que une a una familia”.

AMIGO FÉLIX

AMIGO FÉLIX

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Nuestro amigo Félix Rodríguez de la Fuente hubiera cumplido ayer 85 años, si el desprendimiento de un maldito hidropatín no hubiera desequilibrado la avioneta, estrellándola contra el suelo esquimal de Shaktooliok a las 12:30 h. de Alaska, el 14 de marzo de 1980, misma fecha en que Félix cumplía 52 años.

Junto al mar de Bering y Klondike que Félix tanto soñó en su infancia con las lecturas de Jack London, “lugar muy hermoso para morir”, según sus palabras, dejó su vida grabando la carrera de trineos con perros más importante del mundo, junto a Roa, Huéscar y Dobson.

Vaya nuestro reconocimiento a Félix por la honradez profesional de su trabajo, por la autenticidad de sus sentimientos y la convicción de sus palabras. Vaya el respeto a su inolvidable obra, unido al cariño a su persona, la gratitud por las enseñanzas recibidas y el amor que nos contagió a los animales, mostrado en la noble pasión que a ellos le hermanaba.

Félix fue el puente de unión entre todos los seres vivos que habitamos el planeta azul. Fue la palabra que clamaba en el desierto. Fue la voz de un ecologismo comprometido con la vida, sin distinguir el nivel de razón o sensibilidad de todos lo que nacen, crecen, viven y mueren a nuestro alrededor. Fue la voz de los sin voz que sufren las consecuencias de los que tienen voz y poder de destrucción.

Hoy el recuerdo a Félix viene acompañado de la carta que el jefe indio Seattle envió en 1855 al presidente de los Estados Unidos Franklin Pierce, cuando éste quiso comprar las tierras de Suwamish, actual estado de Washington:

“La tierra no pertenece al hombre, sino que el hombre a la tierra. El hombre no ha tejido la red de la vida: es sólo una hebra de ella. Todo lo que haga a la red se lo hará a sí mismo. Lo que ocurre a la tierra ocurrirá a los hijos de la tierra. Todas las cosas están relacionadas como la sangre que une a una familia.