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IMPUNE MENTIRA INSTITUCIONAL

IMPUNE MENTIRA INSTITUCIONAL

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Es fácil detectar una mentira, ver sus primeros pasos, percibir el comienzo de la farsa, saber donde se dirige, quien va a ser el sufridor de ella y observar la coladura sin esfuerzo. Pero no siempre el mentiroso institucional sufre las consecuencias que merece ni sabemos cuándo termina su mentira, ni dónde, ni cómo, ni porqué, aunque percibamos los efectos del embuste.

En cambio, son evidentes las consecuencias del engaño sobre el mentiroso, cuando la falsedad se reduce al ámbito personal, amistoso o profesional, donde el mendaz pierde toda credibilidad, es señalado con el dedo, merece la desconfianza de los demás y es objeto de chistes, caricaturas y descalificaciones por parte de colegas y vecinos.

Esto no ocurre cuando la mentira se institucionaliza en las tribunas públicas, resultando imposible ver sus efectos en primer plano y alcanzar el desenlace de la patraña, por muy bien que sepamos el origen de la misma, conozcamos al farsante, veamos retratado en sus palabras al embaucador y la realidad anticipe las consecuencias de la falacia.

Así es, y no vale la pena pretender lo contrario ni llevarle la contraria a la tozuda realidad, cuando se empeña en mostrar lo contrario a lo prometido por quienes juegan con la vida ajena, olvidan su compromiso vital, y apuntalan mentiras con un salvoconducto legal en la boca y la impunidad en su vida pública, olvidando que quien miente al vecino no tiene cien años de perdón.

CANTOS DE SIRENAS Y SIRENOS

CANTOS DE SIRENAS Y SIRENOS

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Las míticas divinidades marinas, hijas del dios-río Aqueloo y de Melpómene, representadas como hermosas mujeres con cola de pez, llamadas sirenas, se han transformado en seres humanos de ambos sexos, que han cambiado la cola por una piel de cordero para mantener su capacidad embaucadora sobre la ciudadanía marinera que rema en la bodega del barco, mientras ellos toman piña colada al sol en la cubierta.

Las sirenas Agláope, Leucosia, Radne, Molpe y Teles tienen hoy en los carteles electorales apellidos conocidos por todos los vecinos, que no merecen ser nombrados para evitar que el maleficio nos alcance, sabiendo que su voz y sus cantos siguen atrayendo a los navegantes ingenuos que caen en sus redes, fruto de la amnesia colectiva.

Estamos en periodo de convicción, embeleso y seducción, ocupando los días con cantos de sirenas y sirenos que llegan desde las tribunas políticas, anunciando promesas virtuales y falsas situaciones de futuro, trabadas con discursos palabreros y gestos histriónicos, propios de polichinelas y muñecos de un guiñol, frívolos, incontinentes, falsos y dicharacheros.

En vísperas de elecciones debemos taparnos los oídos con cera de memoria, atarnos a la realidad del palo mayor recordando lo sucedido en los últimos cuatro años y remar contra el engaño que tantas veces nos ha hecho naufragar, mientras sirenas y sirenos navegan sobre los restos de la indignación que flotan en el océano de la farsa.

RAZONES PROBATORIAS

RAZONES PROBATORIAS

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El Tribunal Superior de Justicia valenciano ha suspendido el juicio del caso Gürtel por qué sé yo qué razones incomprensibles para los ciudadanos, ni con qué argumentos al alcance de los españoles de bien, ni en base a qué justificaciones razonables, salvo la excusa que está en la mente de todas las personas con un coeficiente intelectual superior a 0,01, incluyendo a los primates que superan tal nivel.

Son muchos los que intuyen la conclusión de la presunta farsa que se avecina, sobre todo los robagallinas, trileros y estafadores de mercadillo, a quienes se suman los propios corruptores y corrompidos, conocedores de todas las rendijas legales por donde escapar, sabiendo que si un juez da un puñetazo sobre la mesa, tiene que colgar la toga por imperativo legal y órdenes superiores, ajenas al común sentir de los mortales.

Nadie duda que los delitos tienen que ir a los juzgados, y que los magistrados no pueden condenar a nadie si carecen de las pruebas que acrediten el delito. Esto es así, por mucho que nos empeñemos en defender que las infracciones evidentes no necesitan pruebas y que un juez puede obviarlas para sancionar fechorías percibidas hasta por el más tonto del vecindario.

Por eso, continúo empeñado en dar por bueno el valor del delito que niegan códigos y tribunales de justicia en contra del sentido común, pues tengo por cierto que si alguien me habla de un líquido blanco dentro de una botella, no necesito ver el recipiente y el fluido para sumarme al refrán popular, afirmando con seguridad que el liquido contenido en la vasija, es leche fija.

Parafraseando a San Marcos (2, 23) es lícito afirmar que la ley se hizo para servir al hombre no para que el hombre sea eslavo de la ley, lo que en román paladino significa que el beneficio de la comunidad y el castigo a los delincuentes debe estar por encima de leyes que permiten escapar por las rendijas a facinerosos de guante blanco, políticos astutos y cínicos sin escrúpulos.

EL GOL DE LA FARSA

EL GOL DE LA FARSA

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El augusto militar Pinochet había conquistado el poder en Chile a tiro limpio, poniendo a todos los ciudadanos del país bajo la suela de su zapato y clavando espuelas en los costillares de siete mil “rojos” chilenos hacinados en el Estadio Nacional, antes de ordenar a los matarifes que dispararan sus balas a las cabezas y corazones de los confinados, salpicando el graderío con sangre de los más insurrectos.

Mientras esto sucedía, los responsables del teatro futbolero organizaron el partido de repesca para el mundial de Alemania de 1974 entre las selecciones de Chile y Rusia, acordando que el torneo se celebrara en el Estadio-Cárcel de Santiago de Chile el 21 de noviembre de 1973, obligando a los militares golpistas a desplazar todos los condenados allí encerrados a otro campo de concentración.

Cuando los directivos de la FIFA visitaron el Estadio, quedaron admirados por la limpieza de las gradas, la calidad del césped y la amplitud de los vomitorios, sin ver ropa vieja por el suelo, restos abandonados de miseria, hierba enrojecida en la cancha y estrechez de los túneles donde se habían podrido de dolor los desaparecidos.

Aprobado ya el esperpéntico escenario y vendidas dieciocho mil entradas entre los incondicionales del dictador, no pudo celebrarse el fantasmagórico partido porque el equipo ruso decidió no acudir a la cita en el macabro espacio teatral donde tuvo lugar el estreno de la mayor farsa deportiva imaginable.

Sin rivales en la cancha, avanzaron los delanteros de la selección chilena hacia la portería vacía del equipo ruso y Francisco Chamaco Valdés marcó el más vergonzoso gol de la historia deportiva, donde el equipo vencedor jugó contra el aire entre aplausos y ovaciones de los espectadores que sustituyeron a los espectros en aquella cámara de tortura y exterminio.

Una vez más, fútbol y política se dieron la mano, arrimando la FIFA su sardina al ascua más caliente como haría en 1978 en Argentina con la dictadura de Videla.

GATO POR LIEBRE

GATO POR LIEBRE

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A quienes engullen habitualmente liebres es difícil engañarles poniéndoles una tajada de gato en el plato, porque distinguen sin esfuerzo la carne del minino que se le ofrece, del fibroso tejido de la leporidae, aunque ciertos políticos ignoren esto, a pesar de su mucha afición a la caza de voluntades ajenas.

Igualmente, disfrazarse con plumajes que pertenecen a otros no conduce a parte alguna, salvo a la pretensión de querer emular a las águilas reales, cuando el farsante que lo intenta no pasa de ser una vulgar ave de corral, incapaz de levantar el vuelo con sus propios méritos y esfuerzos.

Los impostores deben saber que cada cual tiene fatalmente el tamaño que le corresponde, sin posibilidad de modificarlo por mucho que se empine y estire el cuello, como ya nos anticipó Edward Young diciéndonos que tan pigmeo es el pigmeo que sube a una cumbre, como grande es la pirámide que se levanta en un valle.

Los políticos que caminan con zancos de amiguismo y se apoyan en andaderas de nepotismo, intentando aparentar más de lo que son, ignoran que unos y otras son frágiles y quiebran al primer golpe de sentido común que los vecinos propinen a la imagen que intentan mostrar en el espejo social, distorsionando la realidad, como en los esperpentos del barbudo Inclán.

Los protagonistas del engaño llevan dolorosa penitencia en su pecado porque terminarán convertidos en estatuas sociales de sal en su afán de fingir la realidad, aunque eso les sirva para trepar, porque como dijo cínicamente Beaumarchais: para ocupar buenos puestos en las listas electorales hay que ser mediocre y rastrero, pudiendo llegarse a todo en la organización y a nada en la conciencia ciudadana.

Vamos, que de poco sirve aparentar lo que no se es porque la realidad es inexorable por mucho que ciertos políticos echen mano de las urnas para subirse a las papeletas electorales pretendiendo alcanzar una altura que no les corresponde y darnos gato por liebre a todos los ciudadanos expertos en carne de liebre.

HISTRIONISMO POLÍTICO

HISTRIONISMO POLÍTICO

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A mí tampoco me gustan los espectáculos histriónicos que montan los políticos, porque no favorece el buen entendimiento de quienes asistimos estupefactos a la representación. Al contrario, sus actuaciones en el escenario provocan irónicos codazos entre los espectadores que ocupamos asientos contiguos en el patio de butacas.

Ocurre simplemente porque estos galanes van por libre, interpretando personajes falsos para contentar a los incondicionales que aplauden enfervorizados, despreciando el buen sentido de la audiencia civilizada, actuando como los histriones, de forma desmedida y afectada. Su indisciplina les ha llevado a dejar abandonados en las papeleras los guiones establecidos por el juego democrático, reuniéndose antes de cada función en los camerinos privados para ensayar modales que nada tienen que ver con la realidad que viven los pacientes espectadores antes de comenzar cada sesión.

Son tan malos comediantes que se les ve el plumero a la primera de cambio, por ofuscarse en representar papeles que no les corresponden. En mi opinión, esta confusión mental tiene su origen en el intercambio permanente de guiones a que les obligan las urnas, ya que deben interpretar alternativamente roles opuestos que los desorientaban, originándoles peligrosas esquizofrenias políticas. Esto hace que millones de ciudadanos se queden afónicos en el exterior del teatro, hartos de gritarles que se vayan, sin que los actores perciban los bocinazos, pues la sordera social que padecen les impide escuchar las descalificaciones que los irritados vecinos les expresan cada día en sus actuaciones.

Incapaces para representar el excepcional drama que nos dejó un ilustre madrileño hace más de trescientos setenta años sobre el sueño de la vida, donde se tratan los límites impuestos por la moral social, las razones de Estado y la ética que sustenta el gran teatro del mundo, se conforman con poner en escena vodeviles de tres al cuarto, representando situaciones equívocas que calientan el ánimo de unos pocos, suscitan la hilaridad de sus parientes y provocan rechazo en casi todos.

Espero que tú, lector, no hayas caído en la trampa de discutir con los que contemplan el espectáculo a tu lado, y confío en que hayas sido de los que se recuestan en la butaca de la indiferencia sin darle mayor importancia a cuanto hacen los histriones en el proscenio. Ten en cuenta que al apagarse los focos guardan para ellos la amistad que enmascaran en la ficción, obviando las consecuencias que sus intervenciones pueden tener en espectadores poco avispados.

No te creas, amigo, las broncas y los insultos. No aplaudas las descalificaciones que se hacen entre ellos, porque eso te descalifica. No te rías con las hirientes ironías que se intercambian, porque eso dice poco a tu favor. No te creas las mentiras que cuentan, porque esa ingenuidad desacredita tu inteligencia. No imites sus modales, porque en esos gestos radica el germen de la hostilidad social. Esto es lo más grave porque entre el público puede haber espectadores que lleguen a creerse la farsa y desentierren las quijadas de burro que descansan en los libros de historia.

REALIDAD DE UN CUENTO NAVIDEÑO

REALIDAD DE UN CUENTO NAVIDEÑO

En tiempos de juventud acostumbraba yo a escribir cuentos navideños con final feliz, en los que narraba siempre la pobreza y abandono de algún niño que en tales fechas recibía como regalo el venturoso milagro redentor de su indigencia. Pero la vida pasa por encima de uno, endureciendo el corazón con una realidad desconocida a la que se tiene cuando apenas se han cumplido veinte años y el futuro se antoja tan desesperanzador como incierto.

Pasados los años, mi vida se ha unido a la del poeta y, como a él, a mí también me han dormido ya con todos los cuentos y creo saber el desenlace de todos ellos, incluso del que nos devuelve a la detestable nada de donde procedemos, origen de ficticios encantamientos.

El cuento navideño de este año guarda en su fardel un dolor que voy a revelaros, para que estéis prevenidos viendo cortar las barbas del vecino. Veréis.

Hace muchos años, en un país no lejano, la madre Revolución dio a luz dos hermanas a quienes la nodriza Historia puso los nombres de Izquierda y Derecha, muriendo la madre del parto en la misma habitación donde falleció Monarquía, mientras las hijas de la primera quedaban solas en el mundo, al pairo de la vida y sin protección materna.

Para sobrevivir en España, tuvieron que luchar entre ellas durante años, pero como Derecha recibió más leche que Izquierda, pudo mamar con más Violencia, y de un quijadazo envió a su hermana al sur de la vida, quedándose ella con toda la ubre.

Izquierda peregrinó por el desierto durante cuarenta años con sus respectivas noches, hasta que fue recogida en un pesebre por Sor Democracia, que le invitó a compartir mantel con pródigas Elecciones, donde sus sobrinas, Urna y Papeleta, repartieron voluntades con desigual fortuna durante años.

Agotada Democracia por efecto de los partos, decidió echarse a dormir, permitiendo a Depredador desvalijar los bolsillos de sus nietos más desvaforecidos, incapaces de despertarla pues Judicatura había perdido la campanilla de poner orden en la sala alfombrada con piel de toro, y Mitra preparaba su matrimonio de conveniencia con Derecha, en presencia de Banca, que pagó el banquete y viaje de novios.

Fue testigo de la boda el Hijastro de España, quedándose millones Hijos gritando a la intemperie y viendo con impotencia como muchos Indignados se daban cabezazos contra los muros sin encontrar la puerta de salida, aturdidos por negros porrazos al servicio de escaños, báculos y sillones.

Irritados y magullados, acudieron al Tribunal de la Farsa con sus hijos naturales: Crispación y Rabia, sufriendo durante la vista del juicio Manipulación y Confusión, sobrinos bastardos de Corrupción, que apelaron a sus abuelos: Represión y Dictadura, llevando como testigo a Mentira, una furcia sin escrúpulos que había ofrecido sus servicios de meretriz en el autobús de Prepotencia a los copilotos Engaño y Abuso, camino de Parlamento.

Una vez encontrada Libertad en los confines del reino donde fue abandonada, Paciencia se recluyó en la pensión Desesperanza, sin confiar que un milagro repusiera a Honestidad en su sitio, mientras Frustración se dedicaba a compartir, casa por casa, con Impotencia, la amargura de los parados que en aquellas navidades no fueron felices, ni comieron perdices y siguieron soportando que los Depredadores les dieran con sus sobras y desprecio en las narices.