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RESACA DEL FUEGO

RESACA DEL FUEGO

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Hoy coincide en el santoral la fecha de nacimiento del santo con su celebración litúrgica puesto que San Juan Bautista nació seis meses antes que Jesucristo, aunque ninguno de los dos naciera en las fechas asignadas por la Iglesia para celebrar sus nacimientos.

Este judío precursor de Jesús, profetizó en tres religiones diferentes y derramó agua del río Jordán sobre la cabeza de su primo para bautizarle ya cumplidos los 30 años, según nos cuenta Mateo en los versículos 13 a 17 del tercer capítulo de su crónica: “Y Jesús, después que fue bautizado, subió luego del agua; y he aquí que los cielos le fueron abiertos, y vio al Espíritu de Dios que descendía como paloma, y venía sobre él”, sin explicarnos el tiempo que estuvo volando la colúmbida sobre su cabeza ni cuando regresó al cielo.

Pero anoche nadie festejó el santo ni recordó el bautizo del Señor, porque los gentiles se ocuparon de quemar España por los cuatro costados para celebrar paganamente la llegada del solsticio de verano con hogueras y fuegos purificadores para darle más fuerza a un Sol, que a partir de hoy comienza a languidecer, a pesar de la calima veraniega que nos espera.

También paganizaron la fiesta los portugueses, argentinos, noruegos, daneses, brasileños, suecos, finlandeses, chilenos, bolivianos, esquimales en sus iglús y despreciados en sus chabolas, pretendiendo quemar la miseria en la que viven, sin percibir que para eliminarla son otros los lugares que debería incinerar, apagando con sus lágrimas las brasas de la parrilla social donde son chamuscados con la insolidaridad de los privilegiados.

Las hogueras de San Juan son metáfora sugeridora del camino a seguir para reducir a cenizas los vicios de una sociedad dominada por el minoritario grupo de poder que controla, domina y dicta normas que solo a ellos benefician, con grave perjuicio para la inmensa mayoría que necesita unirse en torno al fuego purificador de la solidaridad, el valor y la lucha, saltando juntos sobre las cenizas de la explotación, el abuso y la mentira.

ASIMETRÍAS SOCIALES

ASIMETRÍAS SOCIALES

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La desigualdad es un problema social histórico, generado por las diferentes posibilidades de acceso que tienen las personas a los recursos materiales, económicos, sociales, sanitarios y culturales, por razones de diversa índole, que concluye en un trato desigual y discriminatorio, con notables ventajas para los favorecidos y graves perjuicios para los desafortunados.

Tal situación lleva a la explotación de los oprimidos por parte de una selecta minoría de opresores que concluye con la exclusión social de los primeros y la hegemonía de los segundos, fraccionándose la sociedad en dos grupos antagónicos de diferente composición y militancia, con desiguales oportunidades en la justicia, educación, trabajo, sanidad y bienestar.

La antropología revela que las sociedades paleolíticas eran igualitarias, salvo en tareas diferenciadoras por razones de sexo y edad, no existiendo más disimilitudes adicionales hasta que las especializaciones del neolítico provocaron las primeras asimetrías sociales en el acceso a los bienes naturales, algo que se complicó en las sociedades preestatales, donde se reforzaron y consolidaron las desigualdades sociales entre los seres humanos.

La discriminación derivada de la creciente desigualdad, conduce a obstáculos de la clase dirigente a los dirigidos, para que estos no puedan acceder al privilegiado lugar que ocupan los directores, ni gozar de los mismos beneficios y favores acumulados por la minoría poderosa que tiene reservado el derecho de admisión.

Será difícil desterrar algunas desigualdades, porque la herencia biológica condiciona las alternativas y el cariotipo de cada cual decreta ocasionalmente el futuro. Pero la igualdad ante la ley y la igualdad de oportunidades son irrenunciables para las personas, sea cual fuere su condición, estado, sexo, raza, profesión, edad o capacidad económica, porque todos los hombres hemos sido creados iguales, como proclamaba la Declaración de Independencia de los Estados Unidos del norte.

DERECHOS DE LOS NIÑOS

DERECHOS DE LOS NIÑOS

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Mientras algunos celebran hoy el aniversario de la muerte de Franco y otros lloran la desaparición del general, muchos de nosotros miramos para los peques con intención de festejar con ellos el día universal de sus derechos, desde que el 20 de noviembre de 1989 se acordaron en la Convención sobre los Derechos del Niño y fueron aprobados posteriormente por la Asamblea General de las Naciones Unidas y ratificados por doscientos países.

El colectivo social más vulnerable, quedó así protegido legalmente de quienes discriminaban a los niños, despreciaban sus intereses, limitaban la supervivencia, olvidaban su desarrollo y despreciaban las opiniones de los infantes en cuestiones que les afectaban.

Es un buen día para recordar que tienen los niños el derecho a nacer y vivir libremente con dignidad, a disfrutar plenamente de juegos educativos, a tener nombre, nacionalidad y más derechos, sin discriminación por motivos de raza, color, sexo, idioma, religión, opinión, origen, posición económica o cualquier otra condición.

Tienen derecho los niños a vivir en una casa digna, recibir la alimentación, ser atendidos y protegida su salud con beneficios sanitarios antes de nacer, al nacer y después de haber nacido, así como a criarse en un ambiente familiar y social de afecto y seguridad, donde prime el amor y la comprensión.

Tienen derecho los niños a ser protegidos contra toda forma de abandono, compraventa, crueldad y explotación, no pudiendo trabajar antes de una edad mínima adecuada, ni dedicarse a ocupación o empleo alguno que pueda perjudicar su salud o educación o impedir su desarrollo físico, mental o moral.

Tienen derecho los niños a recibir educación gratuita y obligatoria, en igualdad de oportunidades, que les permita desarrollar su sentido de responsabilidad moral y social, así como recibir información adecuada y formación conveniente, que promueva el respeto, la paz y la convivencia social

Tienen, finalmente, derecho los niños a vivir en armonía, a estar protegidos contra toda discriminación, y ser aleccionados para la comprensión, tolerancia, amistad y solidaridad, para que consagre sus energías, esfuerzos, afanes y aptitudes al servicio de los demás.

PATERAS, HAMBRE Y ESCLAVITUD

PATERAS, HAMBRE Y ESCLAVITUD

Los problemas que hemos tenido en los últimos años en Canarias y las costas del sur con el flujo de inmigrantes subsaharianos en época veraniega, no será como el de años pasados, evitando así que ciertos políticos y españoles de buenas costumbres públicas – sólo públicas – hablen de flujos migratorios propios de aves que buscan climas más templados, cuando se trata de oleadas de inmigrantes africanos en busca de trabajo, formando caravanas de esclavos hambrientos huyendo de la miseria.

Desde que algunos privilegiados sumerios utilizaron por primera vez a sus congéneres para que les abanicaran tras remojarse en las aguas del Éufrates, todas las civilizaciones han esgrimido el látigo contra aquellos que obligaban a pisar el fango para hacer los adobes de sus casas.

Por eso no debemos creer lo que dicen quienes permiten el comercio de seres humanos, pues los resultados de la Convención sobre la esclavitud que se celebró en 1926 en la Sociedad de Naciones están todavía por ver, como nos recuerda la nueva ONU advirtiéndonos que hay en el mundo más de veinte millones de esclavos. Sí, no os asustéis. Han cambiado los tiempos, pero el hambre y la esclavitud se mantiene en el mismo lugar que ocupaban hace cinco mil años en la antigua Mesopotamia, pero con disfraces semánticos que pretenden camuflar la realidad.

Hoy a la esclavitud se le llama trabajo en condiciones de servidumbre. Hoy los siervos no son propiedad del amo, pero es el patrón quien dispone sobre sus vidas; no se les marca como a las reses, pero se les confisca el pasaporte; no se les hacina en las bodegas de los barcos, pero se les confina en chabolas; no se les pone grilletes, pero se les encadena con deudas; no se les flagela, pero se les amenaza con el paro; no se les arroja al mar, pero se les abandona en el desierto; no se les captura, pero se les deporta.

Su salario no permite la subsistencia, domina el trato vejatorio y la precariedad en el empleo es una constante universal. Pero lo más grave es el cinismo social de quienes sustentan esta farsa, porque la esclavitud está prohibida en todos los países donde se practica.

Comparto el pensamiento volteriano de que la esclavitud es tan antigua como la guerra y la guerra tan antigua como la naturaleza humana, pero rechazo que el hombre sea una cosa más con la que se puede comerciar, y mantengo la esperanza de que surja un nuevo Estebanico que nos ponga las pilas, porque no es justo que estemos dilapidando los recursos que otros necesitan para sobrevivir y que perdamos el tiempo discutiendo sobre la calidad del chocolate mientras se mueren de hambre millones de niños en el mundo, a la macabra velocidad de once criaturas por minuto.

En medio de todo esto, llama la atención la falta de compromiso de las iglesias cristianas contra el esclavismo, porque a excepción de los metodistas y cuáqueros nadie se ha tirado al ruedo para lidiar con sangre este miura. Tal vez sea porque la justicia social no cotiza en bolsa y los accionistas de la virtud prefieren invertir en manifestaciones políticas, aunque alguien les haya tirado a la cara el evangelio que juran defender. Por eso, el padre Díez Alegría dijo en voz alta que los pobres no tenían suerte con la Iglesia.

No hay mayor esclavitud que la bulimia generada por el comportamiento humano insolidario con la pobreza ajena. Hoy el hambre nada tiene que ver con tragedias naturales ni con desgracias universales. Hay en el mundo suficientes recursos para todos, pero unos pocos pretendemos repartirnos la tarta común, sin darnos cuenta que la nación africana está duplicando su población cada veinticinco años, y que no hay valla, ni muro que detenga esa avalancha de hambre, porque con la necesidad crece la desesperación que llevará a los países africanos a una revolución sin precedentes o al suicidio colectivo contra las alambradas.