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Etiqueta: ética

BUSCONES PÚBLICOS

BUSCONES PÚBLICOS

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Al decir «buscones públicos» no me refiero a varones homologados con busconas y meretrices que venden su cuerpo, sino a los que prostituyen la administración pública y las entidades financieras convirtiendo los despachos en alcobas de mancebía, donde la ética se arrastra por los desagües camino del vertedero social y la moral pública huye espantada ante descaradas mentiras oficiales.

Hablo, pues, de personas que venden su alma por una lenteja. Incluyo en ese colectivo de buscones a los que ponen en almoneda su conciencia y con ella la conciencia ciudadana que a todos pertenece, comerciando con bienes ajenos sin escrúpulo alguno. Es decir, describo personas que tienen emputecida la ética por una detestable codicia que hincha sus venas y enrojece sus pupilas de tanto jugar con el futuro que a los demás pertenece.

El profeta predijo en el libro sagrado que el número de tontos en la tierra sería infinito, sin tener en cuenta que los usureros, explotadores, mangantes y corruptos multiplicarían esa cantidad en tiempos insolidarios, haciendo de las Escrituras un pasatiempo para sus golpes de pecho, sin compromiso con la doctrina que lucen en bandolera los sepulcros blanqueados que van en procesión por despachos oficiales, consejos de administración de entidades financieras y sacristías políticas.

SOCIEDAD EN ESTADO DE COMA

SOCIEDAD EN ESTADO DE COMA

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Basta echar un vistazo por encima, sin profundizar en la realidad que envuelve nuestra existencia cotidiana, para darnos cuenta que la sociedad se encuentra en estado de coma, sobreviviendo con la respiración asistida que recibe de un pequeño grupo de justos que la salvan de la condenación eterna, como sucedió con los diez santos evocados por Abraham ante Dios, para evitar que éste destruyera las corrompidas Sodoma y Gomorra.

La sociedad acusa una severa pérdida de conciencia ética por falta de sensibilidad, compasión y bondad en la mayoría de los dirigentes perteneciente a una rara especie, autocalificada de racional, sin que la grave patología que sufrimos tenga remedio alguno, y la quiebra sistémica generalizada se antoje inevitable, si las togas no lo evitan.

Sólo un valiente compromiso de la justicia con la moral, puede rearmar éticamente la sociedad y sacarnos del lodazal donde nos hundimos cada día más, empujados por quienes multiplican gérmenes malignos con su cinismo social, falta de escrúpulos y voraz canibalismo de los depredadores, con una exhibición de impunidad ofensiva.

Actualmente se reproducen, sin castigo, en tribunas políticas, financieras y mercantiles, las cínicas y demagógicas palabras pronunciadas por Alphonse Gabriel, más conocido por Scarface Capone, es decir, Al Capone en 1931: “Hoy día la gente no respeta nada. Antes poníamos en un pedestal, el honor, la verdad y la ley… La corrupción campea en la vida. Donde no se cumple otra ley, corrupción es la única ley. La corrupción está minando este país”.

Lo que no sabía este mafioso gánster sifilítico, vendedor de antigüedades, es que días más tarde la justicia americana lo enviaría a la prisión de Alcatraz, como muchos esperamos que haga la justicia española, facturando a diferentes “carabancheles” a todos los corruptos, estafadores, politiqueros, yernos y banqueros,  que hoy tiene entre sus dientes.

JUSTICIA, BIENESTAR Y PAZ

JUSTICIA, BIENESTAR Y PAZ

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El superjefe de la justicia española ha dicho en la homilía dominical pronunciada ayer con motivo de celebrarse el 200 aniversario del alto Tribunal que preside, que desea “una sociedad de justicia, de bienestar y de paz que sea el reino del futuro”. Yo también lo deseo, sabiendo que será difícil llegar a ella con personajes como el predicador de tal anhelo.

Yo también deseo una sociedad de justicia donde la ética y la ley vayan de la mano, sin que ésta última abra rendijas por donde puedan escaparse quienes abusan de inmorales principios éticos y religiosos no contemplados en las leyes, haciendo del sillón negocio con los “amiguitos del alma” como hizo el valenciano o de su toga un sayo con íntimos guardaespaldas, como hace el malagueño.

Yo también deseo una sociedad de bienestar, pero de bienestar para todos los ciudadanos, no sólo para aquellos que tienen el privilegio de gastar fondos públicos a su antojo en lujosos hoteles y selectas zonas de recreo, sin necesidad de dar cuentas a nadie, porque la ley abre una vía de agua por donde se destila la impunidad de los beneficiados.

Yo también deseo una sociedad en paz, donde reine la solidaridad, y el sacrificio por la supervivencia del vecino sea norma de conducta, por lejos que éste viva de nosotros. Una sociedad donde los golpes de pecho en las iglesias sean un símbolo real de compromiso por la liberación de la pobreza y no el somnífero que adormece preceptos evangélicos y pervierte la doctrina que dicen practicar quienes dan ejemplo de compromiso anticristiano.

ARPONAZO INFANTIL

ARPONAZO INFANTIL

Cuando un cetáceo recibe un arponazo puede salvar la vida y curar las heridas producidas por el venablo, pero nunca borrará de la piel la huella del tridente.

Esto sucede con los arponazos ideológicos infantiles que padecimos los niños de mi época y continúan sufriendo los actuales, pertenezcan a la civilización que pertenezcan, cristiana o cualquier otra de las que hay repartidas por el planeta, sin que puedan liberarse los infantes de los rastros indelebles que deja el anzuelo religioso correspondiente.

Esto lo saben muy bien los virtuosos profesionales de todas las creencias, que mantienen fuerte empeño en el adoctrinamiento de niños, cuando la capacidad de raciocinio no esta plenamente desarrollada y el poder adulto sobre una mente en formación es total.

Que nadie piense en la responsabilidad exclusiva de los padres, porque quienes no los tuvimos sufrimos también amaestramiento de tutores, padrinos, clérigos, profesores y medios de comunicación, con más intensidad de la que nos hubiera llegado de nuestros progenitores.

Carga ideológica sabiamente anticipada a la inteligencia plena y al pleno desarrollo cognitivo que permite al catequista clavar el estoque ideológico hasta la bola, sin miedo a pinchar en un hueso que haría imposible la manipulación mental a que se somete la candidez de los niños.

De forma tan bien intencionada como perversa, se invierte el orden de las cosas para robar la voluntad en crecimiento. Si la religión es una opción personal que se acepta libre y voluntariamente ¿no sería más ético esperar al pleno desarrollo mental del niño para ofrecer al catecúmeno la religión que se profesa? ¿Por qué ese empeño en bendecir con agua la cabeza del recién nacido para incorporarlo a la grey divina sin contar con él para evitarle ir ¡al Limbo!? ¿O ya no hay Limbo? ¡Vaya por Dios!

Claro que siempre le queda al discípulo la posibilidad de abandonar el barco en el futuro,  aunque no pueda librarse de la huella dejada por el arponazo. Pero el respeto a la libertad de pensamiento de quien viene al mundo es tan importante como el respeto a la vida del feto que con tanta fuerza se demanda.

La ética y el orden lógico exigen anticipar la razón a la fe, porque la capacidad para decidir ha de caminar unos pasos por delante de las creencias. Primero discernir, reflexionar, tratar de comprender, y luego elegir con criterio aquello que más conviene a cada cual, aceptando libremente la doctrina o rechazándola a voluntad.

OMBUDSMAN

OMBUDSMAN

Ombudsman, o si se prefiere mejor, press ombudsman, que viene a ser algo así como defensor del lector,  es una curiosa figura cuya sombra se mueve por las redacciones de algunos periódicos, – sólo de algunos -, con la teórica función de garantizar los derechos de los lectores y responder a sus preguntas, quejas y propuestas sobre lo publicado en el rotativo donde sobrevive, controlando también que el tratamiento de la información que ofrezca el periódico cumpla las reglas básicas que satisfacen la ética periodística.

¡Qué bonito!

Pero no os hagáis ilusiones. Es una nueva pancarta con escasa incidencia real porque la mayoría de los periódicos no tienen en su nómina a tan incómodo personaje, y los que presumen de tenerlo lo subemplean en fingidas tareas secundarias para lavar la imagen de la cabecera, pagándole buenos honorarios por la escasa defensa que hace de los lectores, incumpliendo así la función para la que fue contratado.

Es decir, que un periódico, – tenga o no tenga ombudsman – puede manipular la información a su antojo, puede jugar con el honor de las personas, puede cuestionar la honra de ciudadanos concretos, puede mentir, subvertir argumentos o dar falsos datos en sus páginas, todo ello con la mayor impunidad y descaro, siempre que no caiga en el insulto personal o en acusaciones que afecten a los códigos jurídicos, en cuyo caso el querellante estará siempre a merced de los jueces, porque el espíritu de la ley es resbaladizo.

Así actúan algunos periódicos, reservándose, además, el derecho a silenciar la réplica del ciudadano golpeado en sus páginas, pudiendo continuar a palos con él en sucesivas entregas, hasta dejarlo completamente noqueado a los pies de la sociedad, ignorante de lo que sucede entre bastidores porque la información que desfavorece al medio va a la papelera, como hacía Goebels en sus mejores tiempos, impidiendo que en el interior se conocieran las opiniones adversas que llegaban del exterior. Ese maestro del marketing social supo bien promover odios y alejar a las masas de toda la realidad que no beneficiara al nazismo.

Esta situación que vulnera los más elementales códigos de la ética periodística, merece ser denunciada en voz alta, – aunque nadie nos oiga -, porque los ciudadanos estamos indefensos ante cualquier difamación pública, agresión desmedida, descalificación gratuita o ataque arbitrario a nuestro honor y buena fama, en ciertos medios que ocultan las réplicas y pervierten opiniones haciendo de ellas ronquidos que el fustigado nunca pronunció.