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Etiqueta: Estados Unidos

ESTADOS UNIDOS ENTRA EN GUERRA

ESTADOS UNIDOS ENTRA EN GUERRA

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La mañana del sábado 6 de diciembre de 1941 comenzó el final de la Segunda Guerra Mundial, cuando los jefes de la Armada Imperial Japonesa ordenaron a los pilotos de su fuerza aérea que bombardearan la base naval que los Estados Unidos tenía asentada en el interior de un lago marino sobre la isla hawaiana de Oahu, llamada Pearl Harbor.

Lo que quiso ser una acción preventiva de los japoneses para evitar que la flota americana del Pacífico interviniera en las acciones militares que los nipones habían programado realizar contra las posesiones del Reino Unido y los Países Bajos en el sudeste asiático, resultó ser una agresión intolerable para los hijos del Tío Sam, que remangaron las mangas de sus tropas poniendo a los japoneses contra las cuerdas, a bombazo atómico limpio.

El ataque sobre Pearl Harbor fue llevado a cabo por 353 aviones con base en seis portaaviones japoneses, destruyendo y hundiendo ocho acorazados estadounidenses, tres cruceros, tres destructores, un minador, un buque escuela y 188 aeronaves, con un balance de 2.402 soldados muertos y 1.282 heridos.

Una herida tan grande en el alma de los americanos tuvo la inmediata consecuencia de su entrada en el conflicto, declarando al día siguiente la guerra a muerte al imperio nipón, incluyendo el 11 de diciembre en el lote a la Alemania nazi de Hitler y la Italia fascista de Mussolini, mientras el presidente Roosevelt calificaba el día del ataque como “una fecha que vivirá en la infamia”.

El final de la historia es bien conocido por todos: Littel Boy fue lanzada sobre Hiroshima el 6 de agosto de 1945 llevándose por delante a 140.000 japoneses. Fat Man cayó sobre Nagasaki tres días más tarde acabando con otros 80.000, provocando el día 15 la rendición incondicional de Japón, la conclusión de la guerra en el Pacífico y el consiguiente final de la Segunda Guerra Mundial.

J.F.K.

J.F.K.

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A las doce y media de la mañana del viernes 22 de noviembre de 1963, una bala de origen desconocido perforó el cráneo y desparramó por el aire de la ciudad de Dallas el cerebro del trigésimo quinto presidente de los Estados Unidos, mientras éste paseaba en coche descubierto por la calle Elm, junto a su esposa Jackie.

John Fitzgerald Kennedy para los votantes, Jack para los amigos y JFK para el pueblo, se hizo inmortal mitificado por su trágica muerte, ante el asombro del mundo al ver que la nación más poderosa de la Tierra no pudo evitar su muerte, ni dar respuesta al magnicidio, ni encontrar a los culpables, porque sólo Warren y sus muchachos estigmatizaron a Oswald.

Este joven y único presidente católico, protagonizó el fracaso invasivo a la Bahía de Cochinos, venció la crisis provocada por los misiles cubano-rusos, fue berlinés ante el muro de Berlín, promovió la carrera espacial y luchó por los derechos civiles, tras llegar a la Casablanca con el mismo dinero que su padre hubiera necesitado para hacer a su chofer miembro del Congreso.

Condecorado por herida de guerra, amante oscurecido por la prensa, enfermo crónico de espalda, amigo de mafiosos, premio Pulitzer a la mejor biografía, deficiente hormonal por la enfermedad de Addison y presidente de los Estados Unidos desde el 20 de enero de 1961 hasta el 22 de noviembre de 1963, ha pasado a la historia como uno de los mejores presidentes de su país.

JFK se ha convertido en el arquetipo de las aspiraciones estadounidenses, en la esperanza de la nación y en el modelo de compromiso ciudadano con el progreso del país, pidiendo a sus compatriotas que se olvidaran de cuanto el Estado pudiera hacer por ellos y pensaran en lo que ellos podrían hacer para engrandecer la patria que habitaban.

SEVERO OCHOA

SEVERO OCHOA

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Hoy, que la iglesia católica recuerda a todos los santos desconocidos, muertos en diferentes lugares y días del año, rendimos en esta bitácora honores a un sabio, santo y descreído, que se nos fue un día como hoy de 1993, dejándonos una estela de amor, honor, trabajo y sabiduría, perfumada con ética moralizante.

Los 88 años de vida transcurridos entre Luarca y Madrid estuvieron jalonados de aventura científica en el exilio y enamoramiento enloquecido de Carmen, con quien permanece hoy unido bajo una losa de mármol, con un lacónico epitafio dictado por él: «Aquí yacen Carmen y Severo Ochoa, unidos toda una vida por el amor y ahora eternamente vinculados por la muerte».

La incivil guerra española le obligó a emigrar a Alemania hasta que el partido nazi le dio un empujón al Reino Unido, y la Segunda Guerra Mundial lo puso rumbo a Estados Unidos, cruzando el océano Atlántico como puente colgante en la incertidumbre del futuro, para  afincarse en Estados Unidos, volcando su sabiduría, ilusión y trabajo en las aulas y laboratorios de la Universidad de Nueva York, donde se jubiló en 1975, regresando a España en 1985 con tiempo para publicar su último trabajo científico un año después.

Estremeció al mundo expresando su dolor por la muerte de Carmen, diciendo que si tuviera valor para el suicidio acabaría con su vida, pero decidió continuar entre nosotros para defender valores eternos que dignifican la condición humana, con la simpleza de una ética basada en hacer el bien sin dañar a nadie, moralizando su vida sin Dios.

Enemigo de la fiesta nacional y amante del Martini blanco con ginebra y limón, siempre defendió que la ciencia era la mayor fuente de riqueza de un país moderno, afirmando que España no tendría futuro mientras siguiera viviendo de prestado y de la investigación ajena, pues sólo el progreso y la tecnología eliminarían las injusticias sociales, vencerían el dolor, erradicarían el hambre y acabarían con la pobreza.

CRACK EN LA BOLSA

CRACK EN LA BOLSA

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El jueves 24 de octubre de 1929 la bolsa americana se desplomó de su dorado pedestal y cayó a los infiernos, llevándose con ella el resto de los mercados financieros del planeta, porque cuando estornudan las cotizaciones bursátiles en Wall Street, brotan como hongos envenenados los jueves negros por el mundo, expandiendo el pánico en todas las bolsas de valores.

El colapso se produjo tras la primera gran guerra, debido al endeudamiento de los países europeos obligados a suspender las compras a los Estados Unidos, hizo que este país se tragara todo el excedente de materias primas, equipos industriales y productos alimenticios pendientes de ser exportados a otras naciones.

A esto se unió la falta de demanda interna que condujo a la bajada del consumo, enviando al paro a miles de trabajadores en pocos días, haciendo efectiva la caída libre del país en una Gran Depresión, todo ello consecuencia de la aparente prosperidad de los “felices años veinte” y la codicia especulativa en bolsa que desembocó en una burbuja económica de fatales consecuencias, al desencadenarse la venta masiva de acciones, fruto del pánico colectivo, porque las inversiones bursátiles se habían producido con créditos bancarios imposibles de amortizar.

El presidente Herbert Clark Hoover no supo ver la profundidad de la crisis, ni acometió el problema del paro que llegaba al 25 % de la población activa, cometiendo el error de comprar la superproducción agraria, estimulando una producción que llevó a la ruina de los agricultores al liberar la mercancía acumulada en los depósitos.

Las soluciones propuestas por el liberalismo dominante para debilitar la oferta, fueron: reducir el gasto público, congelar los créditos, recortar los gastos sociales, rebajar los salarios y aminorar las importaciones. Pero estas medidas aumentaron el paro y prolongaron la recesión.

SUSAN FLESCHE

SUSAN FLESCHE

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Ahora, que muchos magnates, especuladores y dirigentes políticos americanos se oponen a la reforma sanitaria de Obama, conviene recordar a la primera mujer india que obtuvo el doctorado en Medicina en los Estados Unidos con veinticinco años de edad, convirtiéndose en la médica de los indígenas de su tribu omaha, que sobrevivían confinados en una mísera reserva de Nebraska.

Trabajó sola, sin descanso y gratuitamente, por la salud de los miembros de su tribu, de día y de noche, sábados y domingos, en verano y en invierno, sin otro aliciente que curar enfermos, consolando a los incurables, haciendo reír a los niños y ayudando a morir a los agonizantes.

Todo ello combinando sabiamente la medicina aprendida en las aulas universitarias de la Facultad de Medicina de Pensilvania, con las recetas aprendidas de sus abuelos, que utilizaba para aliviar dolores y hacer más larga y feliz la vida de quienes le rodeaban, en el hospital que fundó en Walthill, el primero en una reserva india financiado con fondos privados, dos años antes de morir.

PLÁTANOS ENVENENADOS DE CODICIA

PLÁTANOS ENVENENADOS DE CODICIA

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Sabemos de personas que se prestan a ocupar los puestos de trabajo de los huelguistas, y conocemos trabajadores que no van a las huelgas por razones de diferentes colorines; pero desconocíamos hasta hace unos años que un selecto grupo de bananeros fueran destacados esquiroles, sin mancharse las manos en las plataneras.

En marzo de 2007, los propietarios de la empresa americana Chiquita Brands International Inc. (CQB) con sede en Carolina del Norte, que explota plantaciones bananeras en el cono sur americano, fue multada por el Departamento de Justicia de los Estados Unidos, con veinticinco millones de dólares por financiar a paramilitares colombianos que protegían la empresa contra las huelgas y los sindicatos obreros.

El balance de los siete años de “protección” fue un gran incremento de beneficios a costa del sudor a ajeno con la muerte por asesinato de ciento setenta y tres sindicalistas que perdieron la vida en defensa de los trabajadores, confirmando el mayor acto de terrorismo habido en la historia.

Pero esta no ha sido la única fechoría de la “Chiquita”.  Dos meses después de la multa, la ONG francesa “Peuples Solidaires” acusó públicamente a su filial bananera atlántica, de violar derechos fundamentales de los trabajadores y de poner en peligro su salud exponiéndolos a pesticidas altamente tóxicos.

Y si nos remontamos a su fundación como United Fruit Company, podemos recordar que en 1928 miles de trabajadores de la empresa fueron asesinados en Colombia por fuerzas militares, para que dejaran de protestar por sus miserables condiciones de trabajo, pasando a la historia como la “masacre de las bananeras”.

Triste episodio que precedió al soborno que hizo esta “chiquita” empresa en 1975, al dictador de Honduras Oswaldo López Arellano y a funcionarios italianos, dando lugar al famoso Bananagate, de infeliz memoria.

Memoria que nos falta a los consumidores cuando llevamos al carro de la compra esta “fruta de los sabios”, símbolo de fecundidad y prosperidad, que los “chiquitos” de Charlotte convirtieron en fruta de explotadores y símbolo de insolidaridad y codicia.

OBAMA EN LA CELDA DEL TERRORISTA

OBAMA EN LA CELDA DEL TERRORISTA

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El presidente de los Estados Unidos, Barack Obama ha visitado con su esposa Michelle y sus hijas Malia y Sashala una celda carcelaria situada en la isla de Robben Island rodeada de tiburones, donde permaneció encerrado 18 años, de los 27 que estuvo preso, el héroe nacional y primer presidente democrático de Sudáfrica, Nelson Mandela, condenado en ella a una pena de trabajos forzados a perpetuidad.

Hoy esta celda es un destino de peregrinaje obligado para todos aquellos que confiaron en su libertador. Hoy acuden miles de personas a tan reducido espacio para ver una delgada estera de paja en el suelo y la cubeta de baño para el aseo personal del preso más admirado y respetado, que hoy lleva con dignidad envidiable su 94 años de vida, en un hospital de Pretoria.

Estadista sudafricano que cambió el rumbo de su país con sabiduría, humildad, honradez y valentía, en la soledad de ese pequeño cubil, alimentado con potaje de maíz tres veces al día, recibiendo media hora de visitas cada seis meses y pudiendo escribir solamente dos cartas al año sin alusiones políticas, que evitó enloquecer o suicidarse forjando las ideas que fortalecieron su empeño en liberar a los de su raza de un injusto desprecio y abandono histórico.

Es, pues, buen momento para recordar que este luchador por la libertad, defensor de los derechos humanos y pacífico batallador contra el apartheid, fue considerado durante seis décadas un peligroso terrorista por el régimen racista sudafricano y por numerosos países que se sumaron a la condena de este revolucionario, desacreditando su fama, degradando su honor, humillando su dignidad y malversando su honestidad.

Uno de los países que con más firmeza y convicción mantuvieron a Mandela durante sesenta años en su tenebroso catálogo de terroristas más peligrosos, fue Estados Unidos cuyos gobiernos no lo borraron de la lista negra hasta el 1 de julio de 2008, hace hoy cinco años.