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CARTA ABIERTA A MI MÉDICO DE GUARDIA

CARTA ABIERTA A MI MÉDICO DE GUARDIA

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Mi querido, respetado y admirado médico de guardia:

Me dirijo a ti sin conocerte, ni saber tu nombre, ni tu especialidad médica, ni tu edad, ni si eres hombre o mujer. Nada conozco de tu persona ni me importa ignorarlo, pero sé que hoy estarás veinticuatro horas en el hospital pendiente de mí, por si me ocurriera algo amargo en la jornada: un dolor inesperado, una lesión imprevista, un intestino paralizado, un abdomen agudo irritado o cualquier otro quebranto repentino de mi salud, que se presente a traición y sin avisar.

Pase lo que me pase, si me pasara algo hoy, ahí estarás tú esperándome a la puerta del quirófano con el bisturí en la mano, en la sala de rayos con el peto de plomo, en digestivo con el endoscopio preparado o a la cabecera de la mesa operatoria con el anestésico en la jeringuilla, dispuesto a salvar mi vida o, cuando menos, a aliviarme la dolencia que se me hará insoportable.

Y me estarás esperando sin mirar la hora en el reloj durante toda la jornada, pues a mi disposición permanecerás día y noche, sin descanso si fuera preciso y, lo que es peor, sin agradecimiento alguno por tus desvelos; pues la Administración es una madrastra indiferente y fría que pone en tu mesa para comer un menú con menor calidad del que alimenta a los internos de Topas, como hemos podido ver esta semana en la foto que ha colgado Jaime en su Twitter.

Pero no es lo más grave el exiguo, pobre y desnutrido menú que te ofrecieron en el hospital, no; lo que ha roto el alma de quienes te respetamos y queremos con más fuerza que te necesitamos, han sido las despreciables respuestas que han dado a tu denuncia otros “tuiteros” beneficiarios de tus servicios, de tu generosidad, entrega y dedicación, que bien sabemos quienes hemos estado en tus manos más de una vez en tus manos.

¿Qué espíritu alimenta el alma de los ciudadanos que desprecian a los maestros, denigran a los jueces, confunde a los guardias civiles con cazadores furtivos, llaman chorizos a los policías y deshonran a sus médicos? ¿Será la envidia especie de lepra española la causa de nuestros males? ¿Estará tan delgada la envidia de tanto morder y morder sin comer ni obtener beneficio alguno? ¿Tendrá razón Madariaga al prevenirnos sobre la corrosión anímica de la envidia? Nada nos consuela Calderón al decirnos que no hay hombre tan desdichado que no tenga un envidioso, ni hay hombre tan virtuoso que no tenga un envidiado.

En nombre todos los que te admiramos y respetamos, querido médico de guardia, quiero darte las gracias por el interés que pones en resolver los problemas de salud, allí donde te encuentres, desde Gata a Finisterre y desde Creus a Tarifa, aunque tu rostro no sea el mismo en cada hospital, siendo las dolencias de los enfermos parecidas.

Gracias por tus desvelos y por todas noches que pasas en vela, inquieto, sudando y luchando en la mesa del quirófano para eliminar al maligno cangrejo que obstruye el intestino amenazando nuestra vida; o cerrando el cráneo abierto por accidente; o cortando una hemorragia; o resolviendo una cornada de feria, mientras los demás dormimos felizmente en nuestra cama, sin que nos moleste la luz del quirófano que permanecerá despierto mientras descansamos.

Gracias por tu silencio ante las injustas descalificaciones que sobre ti se han vertido en Twitter, con intención de dañar la nobleza de una profesión destinada a mejor de los fines que imaginarse pueda: conseguir el bienestar de los vecinos con el Juramento de Hipócrates en la mano, la sabiduría en el cerebro, la generosidad en el alma y la empatía con los enfermos en el corazón.

Gracias por tu paciencia con los enfermos; gracias por tu dedicación a un oficio que dignifica a quien bien lo ejerce; gracias por tu discreción en el diagnóstico y el tratamiento; gracias por todas las gracias que te debemos y no reclamas; gracias por compartir nuestro dolor; y gracias por tu sensibilidad en momentos difíciles cuando nos ponemos en tus manos.

Mientras escribo esta carta de madrugada tal vez tú lleves toda la noche en el quirófano con un tomate y dos lonchas de pechuga de pavo, a punto de tenderte a descansar sobre una cama con tablón de aglomerado por colchón tras quitarte el sudor en una ducha común fuera del cuarto de médicos, y con la indignación contenida porque mereces más de lo que recibes y te damos mucho menos de lo que nos entregas.

RACISMO

RACISMO

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Denuncia un periódico que rebrota el fantasma del racismo como exacerbación de la raza, sentida por el grupo étnico dominante que persigue etnias consideradas inferiores por ellos, llegando el racismo a confundirse en algunos casos con la xenofobia que odia, repugna y hostiga a los extranjeros, aunque uno y otra vayan por caminos paralelos sembrando dolor y lágrimas con sus espuelas.

No se quedan los racistas en defender la existencia de diferentes razas, además se atribuyen gratuitamente la superioridad y el derecho a exterminar a los ciudadanos que pertenecen a otra raza, casta o linaje, sin justificar moralmente los abusos cometidos en nombre de inexistentes derechos de fumigación.

Advertimos que no es la corrupción, ni el crimen histórico, ni el deterioro del medio ambiente o los pecados capitales, las mayores vilezas cometidas por el ser humano, sino el racismo que cubre de tinieblas la Tierra como plaga bíblica enviada a pieles de color diferente, masacradas por los racistas a machetazo limpio.

Epidemia que impunemente corroe el tejido social humano y denigra la raza única a la que todos pertenecemos como bípedos racionales, sin que los verdugos reciban el castigo que merecen por burlar leyes, quebrantar declaraciones universales, doblar varas de la justicia y conculcar valores eternos que justifican a la raza humana que a todos nos define.

Solo puede reafirmar el sentimiento de pertenencia a una tribu racista aquel que  mantiene su espíritu entre los dinosaurios; solo el inculto se sostiene hormigonado al primitivismo de los clanes neolíticos; solo el déspota usurpador expulsa a otros terrícolas de la Tierra que a todos pertenece, abanderando su etnia y atribuyéndose poderes que nadie le ha otorgado.

Oculta el racismo un odio injustificado a supuestas razas inferiores creadas por los razzistas, argumentando falsas e inexistentes razones para aniquilar pieles descoloridas, ennegrecidas o aceitunadas, que solo existen en cerebros irracionales y desestructurados, con perfiles de miseria moral, enajenación mental perpetua y escarcha en las venas.

AMÉN

AMÉN

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Esta palabra semítica cierra todas las oraciones, plegarias y devociones de los rezadores, para que sus alabanzas, peticiones y súplicas se cumplan, rogando a quien corresponda que “así sea”.

Pues eso, que así sea, ya que no puede ser de otra manera, por mucho que nos mordamos el alma de dolor ante la despedida final de una vida, sin que a la “enemiga fiel” le importe demasiado el eterno deseo humano de sobrevivencia, tan socorrido por distintas religiones.

El poeta de Tábara sabía pocas cosas, y era verdad. Pero tuvo como cierto que el miedo del hombre había inventado todos los cuentos, y que con cuentos despedimos a los vecinos, como a mí me ha tocado hacer con dos amigos en los últimos días: Manolo y Eugenio.

Inoportuna es toda muerte, pero no se lleva la peor parte quien viaja hacia la nada de donde procedemos, sino los desheredados que aquí quedamos ocupando un asiento en la sala de espera de la estación término, a la que llegamos en el mismo instante de nuestro nacimiento.

Traidora, que no anticipa su presencia para sorprendernos como hace siempre, la muerte merece desprecio y censura por su mala educación. No es propio de señoras que se precien, entrar en casa ajena por la ventana y llevarse lo que a otros pertenece, sin pedir autorización a los propietarios de las vidas que hurta impunemente.

Por eso, cuando la parca golpea la piel de un alma desprevenida, no hay redención posible. Sólo dolor apenas consolado unas horas por la compañía de los amigos que lloramos nuestra propia muerte, sabiendo que todos estamos a la puerta del abismo, sin atrevernos a dar el paso definitivo hasta que el destino nos empuje, según dice el cuento, a la felicidad eterna.

¿Por qué entonces tanto dolor cristiano, -le preguntaba yo a un sacerdote amigo- si quien abandona este mundo lo hace por voluntad divina para gozar eternamente de la más inalcanzable felicidad? ¿Por qué tanta lágrima si en tiempo breve volveremos a encontrarnos con los desaparecidos en inimaginables paraísos, permaneciendo ya juntos varias eternidades? Si alguien tiene respuestas que nos las dé, porque de lo contrario seguiremos dudando de inescrutables designios celestiales y pensando que la historia humana está jalonada de cuentos alojados en la sinrazón de una credulidad increíble.

Tal vez por eso, cuando alguien se nos va llega San Manuel Bueno con el hisopo en la mano dispersando agua bendita sobre su propio escepticismo y recitando una plegaria, mientras el ejecutivo se afloja nervioso la corbata; el vagabundo levanta desconsolado la cabeza del escaño; el solitario busca una huella en sentido opuesto; el carcelero olvida las llaves en la celda que vigila; el mendigo anota la hora para calcular el tiempo de espera; el militar, arrepentido, se quita las espuelas; el arzobispo, decepcionado, cede su báculo; el enamorado desespera por la desesperanza que le espera; el intelectual dispersa las palabras del libro sagrado; el moribundo baja resignado la escalera; el maestro, al fin, cierra el catecismo en silencio, ….y calla.

VISITA DE LA PARCA

VISITA DE LA PARCA

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El día de los difuntos es momento ideal para la meditación y el recogimiento en el interior de cada uno, sin más pretensión que mirar de frente a la realidad que espera, más allá de las promesas de permanencia en oníricos espacios de dicha perdurable.

Cuando la parca golpea la piel del alma no hay redención posible. Sólo dolor, apenas consolado durante unas horas por la compañía de familiares y amigos con quienes lloramos nuestra propia muerte oyendo doblar las campanas, sabiendo que todos estamos a la puerta del abismo, sin querer dar el paso definitivo hasta que el destino nos empuje, – según dice el cuento -, a la felicidad eterna.

Si tal promesa la tuviéramos realmente por cierta ¿Por qué tanto dolor ante la muerte de un ser querido, si quien abandona este mundo lo hace por voluntad divina para gozar eternamente de la mayor felicidad? ¿Por qué tanta lágrima si volveremos a encontrarnos con los desaparecidos en felices paraísos, permaneciendo ya juntos varias eternidades?

Si alguien tiene respuestas que nos las dé, porque de lo contrario seguiremos dudando de inescrutables destinos celestiales, pensando que la historia humana está jalonada de cuentos alojados en la sinrazón de una credulidad increíble, contradicha por millones de años de historia de la humanidad, sin evidencia alguna de paraísos celestiales, ni de otra realidad que la nada de donde procedemos.

Tal vez por eso, cuando alguien se nos va llega a nosotros San Manuel Bueno con el hisopo en la mano dispersando agua bendita sobre su propio escepticismo y recitando una plegaria, mientras el ejecutivo se afloja la corbata; el vagabundo inclina la cabeza; el solitario busca una huella; el carcelero olvida las llaves; el mendigo anota la hora; el militar se quita las espuelas; el arzobispo cede su báculo; el enamorado desespera; el intelectual dispersa el libro sagrado; el moribundo baja la escalera; el clérigo cierra el catecismo; el maestro se aleja; y el cuenta-cuentos, al fin,  …. calla.

CUMPLEVIDA

CUMPLEVIDA

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El Calendario Zaragozano anuncia hoy la festividad de los santos Cirilo, Alejandro, Audaz y Verónica, pero nada dice sobre el cumpleaños que hoy celebra el amigo inseparable que siempre va conmigo, ayudándome a sobrellevar esta vida de la mejor forma posible, más cercana cada día al gran misterio que ya di por desvelado en la retoñada juvenil.

Conmigo van también todos los que ya quedaron perdidos por el camino y los que aún marchan rodeándome, por lejanos que de mí se encuentren, porque “Ningún lugar está lejos” para los que se aman, como saben aquellos que en su aniversario recibieron mi regalo de la mano entrañable de Rae, llevada hasta su puerta por la gaviota de Bach.

Amigos de infancia, juventud, madurez y jubilación, que hoy hacen corro en torno a esta bitácora para tirar sesenta y siete veces de las orejas a quien ha merecido en la vida muchos tirones por sus errores, imprudencias, desmanes y arbitrariedades, sin tener en cuenta sus faltas porque llegó antes el indulto de los amigos que la solicitud de perdón.

Felicidad, que hoy llega hasta la mesa de este bloguero envuelta en celofán esperanzado por alcanzar un año más de vida en paz consigo mismo, junto a la inquietud por ignorar el nivel de la pendiente que ya desciende este soñador sin retroceso posible, manteniendo la confianza en la dicha que aún espera en medio de la jubilosa jubilación que le reporta un bienestar no alcanzado en el tiempo ya abandonado.

Enhorabuena, pues, a este abuelo de virtuales nietos, que ha visto crecer felices a sus hijos, sin otra ocupación que hacerlos revivirlos, enjugando algunas veces lágrimas con promesas de resurrección para ocultarlos del dolor y elevarlos en la vida.

ABORTO

ABORTO

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Una buena amiga me preguntó ayer mi opinión sobre el aborto en medio de una amable conversación que mantuvimos en torno al velador de una antigua cafetería, y quiero dejar en esta bitácora la respuesta que le di, junto a ciertas reflexiones sobre el tema que siempre han estado conmigo y es hora de compartirlas.

Nadie duda que el embrión humano pertenece a la especie humana, al estar primigeniamente formado por los gametos masculino y femenino. También podemos estar de acuerdo en que el embrión se encuentra en una fase de desarrollo que concluirá en ser humano. Igualmente, coincidiremos en que toda persona es humana, pero todo lo humano es persona. Y, finalmente, estaremos en sintonía aceptando que no es igual un óvulo recién fecundado, que un feto en gestación.

Dicho esto, la experiencia confirma que el aborto es negra prueba y dolorido ensayo para la mujer que lo sufre, como yo he podido comprobar en dos ocasiones a lo largo de mi vida, interviniendo en sendos desaguisados sin haber tomado arte ni parte en los embarazos de una alumna en Ponferrada y otra amiga en Béjar, poniéndome a su lado a petición suya, ante la pasividad, cobardía y huida de los autores de las fechorías, alumno el primero y colega el segundo, resolviéndose uno de los abortos en Portugal y el otro en Londres, ambas clínicas bloqueadas por ciudadanas españolas ricas, en colas interminables, porque las pobres caían como chinches en denigrantes abortorios clandestinos, reduciendo las estadísticas oficiales, pero manteniendo intacto el número real de abortos practicados.

Esta será la conclusión inmediata de la nueva ley que transforma el pecado en delito, atendiendo más a la Biblia que al dictado de la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa, cuando en 2008 afirmó: «El aborto es un derecho que supone la libertad de las mujeres para decidir sobre su propio cuerpo, que tiene que ser respetado, y los gobiernos tienen la obligación de que esta práctica sea accesible y segura».

El profundo dolor y mal recuerdo que en mí dejaron las dos mujeres citadas, me permite asegurar que el aborto no es deseado por nadie, y que exige medios preventivos eficaces, educación sexual universal, planificación familiar, acceso a los anticonceptivos, remover conciencias profesionales y desterrar la hipocresía de quienes se dan golpes de pecho y rasgan públicamente sus vestiduras, mientras envía a sus hijas a deshacer el “paquete” a otras tierras.

Cerremos los oídos a instituciones pías que bastante tienen con sus problemas sexuales internos, desterremos leyes que facilitan embarazos no deseados, evitemos a las mujeres sentarse en el banquillo de los acusados, eliminemos las dosis de moralina y pecado que nos inyectaron a los de mi generación, pongamos los medios que permitan practicar sexo sin riesgo de embarazo y habilitemos clínicas donde las mujeres puedan ejercer su derecho sin riesgo de vida.

Dejemos a un lado doctrinas religiosas, ideologías morales y mandamientos legales, para decir que no puede obligarse a abortar a una mujer, pero tampoco se le puede forzar a tener hijos malformados que no desea, porque el cuerpo de cada cual, a cada cual pertenece y el aborto forma parte de la intimidad física femenina, siendo ésta personal e intransferible.

Mezclar el Código Penal con una decisión personal, interna y dolorosa, lleva inevitablemente al despropósito, porque corresponde a la mujer decidir sobre su embarazo, sin pontífices religiosos, mandamases políticos, patrones sociales, sedes judiciales y periocistas ocasionales que interfieran en su decisión.

¡Ah!, se me olvidaba, si yo fuera mujer y el futuro hijo viniera sano, no abortaría. Pero defiendo la libre opción personal de las ciudadanas que desean abortar, – en el marco de una generosa ley de plazos -, cuando no vulnere los derechos de otras personas, siempre que éstas sean tales personas desde el punto de vista jurídico, biológico, social y religioso, sobre todo religioso para los eclesiásticos que nunca tendrán que parir.

Digo esto, porque desde la perspectiva católica los ciudadanos no son personas hasta ser bautizados, por lo que sin bautizo nunca se alcanzará la condición de persona y el aborto tiene, por tanto, vía religiosa libre para los no bautizados, como decreta el canon 96 del Código Canónico: “Por el bautismo, el hombre se incorpora a la Iglesia de Cristo y se constituye persona en ella, con los deberes y derechos que son propios de los cristianos”.

Hoy, que se celebra el 106 aniversario del nacimiento de Simone de Beauvoir, es bueno recordar el «Manifiesto de las 343» que ella redactó en 1971: «Un millón de mujeres abortan cada año en FranciaYo declaro que soy una de ellas. Declaro haber abortadoAl igual que reclamamos el libre acceso a los medios anticonceptivos, reclamamos el aborto libre

HASTA SIEMPRE

HASTA SIEMPRE

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No es lo malo que la vida pese mucho, sino que algunas veces pesa demasiado y nos impide caminar, inmovilizándonos a la intemperie con un dolor irredimible, porque cuando un amigo nos dice adiós sin previo aviso el corazón bombea lágrimas, pero si horas después otro hermano del colpicio sigue sus pasos, la diástole invierte el sentido de la sangre y reseca el alma.

Felipe puso “Alba” en mis manos con imborrables recuerdos de feliz convivencia fraternal en la “familia” con el hermano de Pepo, antes de que ambos se hayan marchado camino de la eternidad, dejándonos sin aliento para expirar la doble desgracia; sin voz para gritar contra el fatal destino que a todos nos espera; y sin posible gesto redentor de la tristeza que nos embarga.

Sabiendo que es inseparable enemiga del ser humano desde que la primera célula emigró del mar, es siempre la muerte malvenida, venga de donde venga con la guadaña en la mano, consiguiendo que las campanadas mortuorias por estos dos amigos, repiquen por el resto de la humanidad que aguardamos turno en la sala de espera.

Pero mientras estemos todos los que convivimos con Felipe y Pepo, ellos permanecerán entre nosotros. Mientras conservemos en la memoria su recuerdo, estarán presentes en los futuros encuentros que nos esperan. Mientras las fotografías conserven su imagen sonriente reviviremos la felicidad que con ellos compartimos.