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Etiqueta: dogmatismo

LA VIRTUD DE ESCUCHAR

LA VIRTUD DE ESCUCHAR

En tiempos convulsos y políticamente revueltos, con síntomas terminales causados por aguda prepotencia partidista, mórbida fractura parlamentaria y patológica sordera en los escaños, no queda otra opción que pedir a los pastores que apacientes sus rebaños; a los entomólogos que lubrifique las alas de los grillos camerales para enmudecer su griterío; y a los otorrinos comunales que extraigan los tapones ideológicos de los oídos para que los sordos de ambos lados puedan escuchar palabras ajenas a sus idearios respectivos.

De no hacerlo, será difícil vivir pacíficamente en un país donde la empatía ha salido huyendo por la ventana del dogmatismo y el diálogo ha escapado por la gatera de la intolerancia, obligándonos a realizar un alto en nuestro camino hacia el despeñadero donde nos llevan, porque de seguir el rumbo tomado por los putativos padres de la patria con su enfrentamiento, solo cabe esperar un desgarro en el alma común que todos compartimos.

Se oyen hunos a hotros sin distinguir los sonidos emitidos por cada cual, porque rebotan los mensajes en tímpanos del oponente, impidiendo que las neuronas transmisoras los lleven al cerebro para ser escuchados, pues no se trata de oír, sino de escuchar, como virtud de prestar atención a lo que se oye, percibir los sonidos en su tono, entender los mensajes, interiorizar su contenido y conceder a cada cual la parte de verdad que el adversario siempre tiene, porque nadie está en posesión de la verdad absoluta.

Ante tal panorama, los ciudadanos nada podemos hacer porque se enfrentan a nuestro empeño los políticos, inhabilitados genéticamente para escuchar al adversario; los tertulianos con los audífonos desconectados en los debates para no escuchar a los antagonistas; los tuiteros eliminando de sus cuentas a los discrepantes; y los periódicos silenciando a los que se apartan un nanómetro de su línea editorial.

Solos estamos, amigos, como el sheriff de Hadleyville, Will Kane, ante dos bandas de sordos endémicos mirándose al espejo, sin la esperanza de acabar políticamente con ellos, y convencidos que terminaremos arrojando al suelo la toalla con la insignia de sheriff envuelta en decepción, antes de marcharnos frustrados a nuestras casas lamiéndonos las heridas de la impotencia, sin oportunidad de redención.

MAESTRO UNAMUNO

MAESTRO UNAMUNO

Nueva conferencia ayer en Salamanca para hablar sobre el maestro Unamuno, en un selecto foro donde un grupo numeroso de profesores e intelectuales salmantinos optaron por asistir a la disertación en vez de presenciar un partido de fútbol, máximo rival que encuentran los actos públicos de todo tipo.

Entre todos los términos posibles para designar la actividad desarrollada por don Miguel durante los cincuenta y dos años que impartió clases, ninguna hay que defina mejor lo que fue y quiso ser, que la de maestro.

Maestro vocacional, porque Unamuno no podía haber sido otra cosa. Vocación que llevó más allá de las aulas, haciendo de su obra un foro de concienciación y cultura, donde la inquietud por la enseñanza y su tenaz empeño en educar fue el sustrato que alimentó cada una de sus páginas.

El soplo liberal que tanto necesitaban las aulas salmantinas fue dado por Unamuno con cierto coste personal debido a la oposición frontal que sufrió por parte del integrismo tradicional dominante. Su condición de vasco, joven, liberal y socialista, contribuyó a las hostilidades; los artículos como publicista multiplicaron las críticas; la proximidad a profesores progresistas le separó de la mayoría de claustrales; y su compromiso con la verdad fue causa de múltiples alejamientos personales.

Autoridad de maestro, basada en la competencia personal y el amor a la enseñanza, llegando a ser padre de una inmensa prole intelectual diseminada por el mundo,  “hijos espirituales” alimentados con su doctrina y compromiso moral, a los que transmitió lo mejor de sí mismo, haciendo vocación en todos ellos.

Agitar las conciencias, despertar espíritus dormidos, romper las almas anquilosadas, activar la monotonía intelectual, triturar el aburrimiento vital, renovar la vulgaridad mental y estimular el ambiente cultural, fueron ocupaciones diarias de este inconformista.

Pedíales a los estudiantes libertad de pensamiento, imaginación creativa e inconformismo intelectual para cuestionarlo todo, poniendo en tela de juicio lo que pareciera más asentado y axiomático, sin aceptar postulado alguno si querían gozar de una visión real de la vida, dándoles responsabilidades intelectuales no siempre alcanzables y pidiéndoles tolerancia, ajena a todo dogmatismo.

Leal a su profética misión de enseñar educando. Sincero en sus planteamientos y honesto en sus actitudes. Cortés, amable y educado en gestos y modales. Riguroso cumplidor del horario, eficaz gestor de actividades en el periodo lectivo y, finalmente, sabio como pocos lo han sido el los ochocientos años de historia de la Universidad salmantina, con una erudición apabullante.

Todo eso fue el maestro Unamuno antes de esconderse en el pecho del padre eterno, dejándonos, como lema de lucha, la defensa de la verdad por encima de la paz.

TOLERANCIA

TOLERANCIA

Versodiario 14 :

Tolerar es respetar,                                                                                                                             comprender y converger,                                                                                                                   aceptar, capitular,                                                                                                                               ceder y reconocer

TOLERANCIA

La falta de respeto a ideas, creencias o prácticas de vecinos, diferentes o contrarias a las nuestras, obliga a recordar que la tolerancia es una exigencia de nuestro tiempo, que ha de palparse en nuevos estilos de formas, más frescura en los gestos, mayor conformidad con el pensamiento divergente y aceptación del pluralismo.

Es tiempo de que la prepotencia pase a mejor vida, el tono impositivo bese el suelo, la beligerancia dé paso al entendimiento, la confrontación lleve al encuentro y la mano tendida al rival sustituya al insulto.

En democracia no hay futuro para el cesarismo mediático, ni espacio para el despotismo social. Tampoco para el abuso doméstico, el dogmatismo enfermizo, el grito enardecido para acallar al contertulio, el desprecio a las razones ajenas o el militarismo que ya no practican ni los propios militares en el disciplinado ámbito de la milicia.

La tolerancia, como garantía de paz duradera y convivencia pacífica exige eliminar de los manuales de higiene social actitudes provocativas, ademanes insultantes, posturas descorteses, gestos groseros y palabras ofensivas, que sólo conducen a confrontaciones violentas, polémicas innecesarias, enfrentamiento agresivos y crispaciones malsanas, que terminan helando el corazón a los españolitos que al mundo llegan.

Es necesario que la nueva generación defienda una concepción política liberal, abierta, igualitaria, plural y flexible, frente a la herencia autoritaria, monolítica, discriminatoria, sectaria, dogmática, y centralista, que recibimos quienes hicimos posible el cambio formal del sistema, aunque no lográramos modificar las mentes y actitudes de quienes todavía permanecen inmóviles en su sitio, como si el tiempo se hubiera estancado en el totalitarismo del que procedíamos, y caminan aún con el enfado al hombro y la frustración en el costado, cortando cabezas en rediles ajenos.

Incluso quienes cierran sus puertas a la tolerancia merecen el respeto de aquellos que la practican y la comprensión de su inflexibilidad, porque la transigencia no se  improvisa con juegos de prestidigitación mental, ni algunas actitudes personales son flexibles como juncos, sino firmes como troncos de robles centenarios, difíciles de modificar con la facilidad que algunos camaleones políticos cambian de chaqueta.

La inteligencia no lleva necesariamente a la tolerancia, ni la cuenta corriente o la pobreza lo consiguen. La tolerancia es un estado de ánimo al que se llega con paciente esfuerzo, renuncia diaria, educación mental y cultura social, aceptando con humildad que la verdad absoluta no está en manos de nadie, y que sólo entre todos y contando con todos llegaremos a saberlo todo.