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REFLEXIONES PRE-ELECTORALES

REFLEXIONES PRE-ELECTORALES

REFLEXIONES PRE-ELECTORALES

En voz baja y sin pretensiones de ser escuchado, pero con la conciencia tranquila de proclamar a los cuatro vientos mi pensamiento, sugiero a los candidatos que no intenten confundir a los electores porque la inteligencia colectiva es avispada y no se deja embaucar con manipulaciones informativas ni quiméricas promesas, por muy firme que sea el poder ejercido por los medios de comunicación. Tal vez por eso, inaugurar obras públicas inconclusas o poner primeras piedras en el vacío durante el periodo pre-electoral, contribuye a desviar el voto de los indecisos hacia la facción opuesta.

Ocultar información, mentir o decir medias verdades es tan deshonesto como peligroso para los intereses propios. Igual que limitar las entendederas a privados dividendos, porque no beneficia ni produce réditos a quien sólo comprende aquello que le conviene.

Responder con evasivas a preguntas concretas, contestar sobre aquello que no se interroga, pretender justificar lo injustificables, aludir a lo que no corresponde y criticar al ausente, no sólo es de mala educación, escaso gusto y poca sensibilidad, si no que además resta papeletas electorales.

La prepotencia y presunción de victoria, puede desterrar a las tinieblas a todos los primos de zumosol por muchas elecciones que hayan ganado hasta ahora. Y debe tenerse en cuenta que limitar libertades, poner cruces en la frente de los disidentes y señalar públicamente con el dedo a los librepensadores, conduce a la rebeldía de los estigmatizados.

Hablar claro obliga a decir la verdad por dura que ésta sea, y es momento de advertir a los votantes que la verdadera crisis no ha empezado, que todos debemos apretar los dientes, que la bonanza no volverá en muchos años, que la salida pasa por trabajar con sacrificio, que debemos estar despiertos ante los especuladores sin escrúpulos y que todo ello será posible si ocupan los escaños los mejores y más capacitados, sin importar el sexo, la militancia ni los juegos de poder individuales o colectivos, sino criterios de competencia profesional, liderazgo natural, conocimientos y experiencia, por encima de todo amiguismo, compraventa de favores o interesadas presiones.

Los aspirantes han de saber que la humildad les llevará más lejos que la soberbia; que el diálogo evitará la confrontación; que la negociación esquivará el rechazo que produce la imposición; que el control evitará la oportunidad del pelotazo; que el sectarismo es preludio de discriminación; el monólogo político, la antesala del cesarismo; el despotismo, comienzo del ocaso; el engaño, fuga de los titubeantes; la manipulación, preámbulo de rebeldía; y el adoctrinamiento certificado de defunción de la libertad de pensamiento y de la razón.

 

DESEOS

DESEOS

Quisiera que la inteligencia colectiva no se dejara embaucar con manipulaciones informativas y líderes de barro, en turbias pantallas televisivas.

Quisiera que la altanería de quienes ejercen el poder con sus caprichos y desatinos fuera desterrada por la rebeldía de las pancartas.

Quisiera borrar las cruces que tienen en la frente los disidentes y librepensadores, exhortando al combate a los estigmatizados.

Quisiera que las mentiras oficiales, el engaño institucional y los cambalaches municipales, movilizaran la voluntad popular contra los insultos al sentido común.

Quisiera bienestar general para todos, ganado con trabajo honrado, y no la satisfacción de los depredadores, fruto de una especulación sin escrúpulos.

Quisiera que la administración, sanidad y educación del Estado se dignificara por la competencia profesional de los funcionarios, sin el nepotismo que todo lo deshonra.

Quisiera que la verdad tuviera mayor zancada que la mentira; que la solidaridad uniera lo que disgrega la ambición; y que el esfuerzo sustituyera al pelotazo.

Quisiera ver la educación a la cabeza de los presupuestos generales del Estado, porque su palabra bastará para salvarnos.

Sólo la cultura nos llevará al diálogo que evite la confrontación; a la negociación que anule la imposición; a la empatía que elimine el sectarismo; y al reino de Dios en esta tierra, lejos de ficticios paraísos evangélicos.