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DIOS Y LOS MERCADERES

DIOS Y LOS MERCADERES

Dios y los mercaderes

Mientras algunos evocan la hoy el aniversario de la sublevación de algunos tricornios, yo traigo a esta bitácora la visita que la mercadera Merkel, presidenta de la Unión Demócrata Cristiana – ¡Dios! ¿cristiana? – ha realizado al representante de Cristo en la Tierra, dando la oportunidad al hermano Francisco para decirle que los Jefes del Estado tienen la obligación de proteger a los pobres, respondiendo la jefa de Europa que tratan de hacerlo lo mejor posible, sin explicar para quienes tratan de hacerlo impecablemente bien, porque eso lo saben hasta los marcianos del planeta rojo.

El comportamiento de Ángela y sus palmeros me permite traer a esta bitácora la parabólica metáfora del pasaje que San Juan relata en los versículos 13-25 del segundo capítulo de su evangelio, donde nos cuenta el único acto violento de Jesucristo, cuando encontró a mercaderes y cambistas negociando en el templo, expulsándolos a garrotazos por malversar la voluntad de Dios.

Situación socio-laboral que caricaturizaba hace cien años un dibujante, como puede verse en la viñeta que ilustra el artículo, donde puede verse a Dios aporreando a las beatas, cofrades, obispos, empresarios y ricos, que habían profanado el mensaje evangélico de dar la vida por los hermanos, sin comprometerse con la doctrina que predicaban.

Que nadie busque en el dibujo a líderes políticos, financieros y religiosos actuales porque no los encontrarán, ya que el diseñador ignoraba los rostros que cien años después merecerían ser caricaturizados por el cinismo de declararse cristianos sin compromiso cristiano, como le sucede a la presidenta del partido cristiano alemán.

¿DÓNDE ESTÁ TU HERMANO?

¿DÓNDE ESTÁ TU HERMANO?

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Caín engañó a su hermano invitándole a dar un paseo por el campo con la finalidad de matarlo, y cuando Jehová le preguntó por Abel, el asesino respondió que no era su guardián, siendo condenado por Dios y maldito en la Tierra, culminándose así el primer asesinato de la historia de la Humanidad para los creyentes bíblicos, en forma de fratricidio, aunque no sepamos claramente como se produjo el homicidio.

Ante la ausencia de un modelo de matanza inspirado por Dios a los profetas, cabe pensar que fue voluntad divina no proponer manera alguna para matar a un hijo de Dios sin merecer condena, pero cualquier asesinato lleva aparejada la maldición del matarife y su condenación a vagar despreciado por la Tierra hasta caer en brazos de Lucifer.

Todos tenemos claro que quien mata a otro de un disparo, navajazo, hachazo o garrotazo, es un asesino. Pero tenemos dudas en calificar así a quien mata congéneres por órdenes superiores colgándolos del cuello por una soga, electrocutando sus cuerpos o inyectándoles en vena líquidos letal, como hacen los verdugos con los condenados a muerte.

En cambio, no hay ciudadano occidental, ni creyente civilizado, ni ley democrática que considere asesinos a quienes provocan la muerte de un niño cada siete segundos por la hambruna, ni a quien priva a los enfermos de medicamentos necesarios para la supervivencia, ni a los que ordenan guerras enviando soldados al matadero.

Los creyentes en las palabras de Yahveh contenidas en el libro sagrado que pertenezcan a estos tres colectivos, han de tener clara la maldición divina que reciben, la condena al fuego eterno y la vida errante que les espera en la Tierra mientras en ella pertenezcan, porque de no ser esto así cabe pensar en segundas verdades sobre tal pasaje bíblico, que pueden llevar a la revolución de los injustamente condenados a muerte, para salvar sus vidas.

DRAMATURGO, CLÉRIGO Y MUJERIEGO

DRAMATURGO, CLÉRIGO Y MUJERIEGO

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El llamado Fénix de los ingenios y Monstruo de la Naturaleza, fue también un garañón que levantó sin reservas todas las faldas encontró a su paso, incluso después de vestirse con hábitos de clérigo y jurar voto de castidad, como mandan el protocolo litúrgico de tales investiduras, teniendo especial preferencia por las damas maridadas.

Tan desmedido afán por las casadas, llevó a Lope de Vega a la cárcel y al destierro tras ser detenido en el madrileño Corral de la Cruz por difamar, jugando públicamente con el honor y dignidad del empresario teatral Jerónimo Velázquez y su hija Elena Osorio, encamada con Perrenot, sobrino del cardenal Granvela, siendo esta la primera esposa del autor de Fuenteovejuna.

Casóse luego Lope de Vega con Isabel de Alderete, después de secuestrarla y antes de que muriera de puerperio, mientras se amancebaba con la actriz Antonia Trillo, como preludio a su boda con la millonaria Juana de Guardo cuya falta de hermosura llevaba a Lope con frecuencia a Toledo para gozar los favores de varias amantes, entre ellas la casada Micaela de Luján, madre de cinco de sus hijos.

Por el tálamo sexual pasaron también Jerónima de Burgos, María de Aragón y múltiples mancebas que le dieron hijos legítimos e ilegítimos, obligándole a coger la pluma y trabajar a destajo para mantener tanto ajetreo sexual y bocas infantiles que demandaban sustento, ropa y techo.

Decidió finalmente tomar los hábitos para consagrar su vida al sacerdocio, pero ni la sotana pudo contener los ardores del enamoradizo Lope y sacrilegió su vida junto a la bella Marta de Nevares, que saludó uno por uno a los quince hijos del reverendo Lope de Vega.

Con María de Aragón, tuvo a Manuela; con Isabel de Alderete, a Antonia y Teodora; con Juana de Guardo, a Jacinta, Juana, Carlos Félix, Feliciana; con Micaela de Luján, a Mariana, Ángela, Félix, Marcela, Lope; con Marta de Nevares, a Antonia Clara. Finalmente, a estos hijos hay que añadir otros dos, fruto de relaciones pasajeras con mujeres ocasionales: Fray Vicente, hijo de madre valenciana; y Fray Luis de la Madre de Dios, sin madre conocida.

TRADUCCIÓN Y CASTIGO

TRADUCCIÓN Y CASTIGO

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En pleno Renacimiento y estando la Inquisición en lo más alto de la columna político-religiosa, se le ocurrió a Fray Luis de León contravenir las órdenes del poderoso tribunal católico, traduciendo al castellano el bíblico Cantar de los Cantares, libro de imposible lectura para creyentes incultos, cuyo arriesgado texto despertaba en su prima especial curiosidad, capaz de promover en el alma un singular empeño por conocer el contenido del texto.

La tenaz insistencia de la monja y sus lógicos argumentos, acabaron por convencer al fraile Luis, quien lo tradujo en la primavera de 1561 sabiendo el riesgo que representaba para él semejante atrevimiento, porque los libros sagrados sostenedores de la doctrina estaban a disposición de los fieles, para no ser comprendidos por ellos y así evitar interpretaciones sesgadas de los mensajes divinos contenidos en sus páginas.

Inquisidores y obispos entendían que Dios no había inspirado a los profetas las sagradas escrituras para que fueran entendidas por los files, en ellos encontraran consuelo al dolor, aliviaran los trabajos diarios, sirvieran de luminaria en las tinieblas de la vida y remediaran las llagas que el pecado dejaba en sus almas.

Esa fue la voluntad de Dios, nunca respetada por las autoridades eclesiásticas para evitar que los ignorantes creyentes pudieran leer los mensajes divinos, pues en opinión de los prelados las gentes eran toscas, incapaces de alcanzar las riquezas de las Escrituras, ni interpretarlas adecuadamente, pudiendo con su incultura contravenir el mensaje y la voluntad de Dios.

Fray Luis de León fue procesado por ello y condenado a cinco años de cárcel en una celda inquisidora donde sufrió castigo, desprecio, dilaciones injustificadas y trato degradante por el grave delito cometido ante quienes predicaban amor al prójimo, amenazándole a la puerta de la libertad con nuevos castigos si mantenía su empeño libertario.

CARIDAD Y SOLIDARIDAD

CARIDAD Y SOLIDARIDAD

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Pobreza

La natividad del Señor que esta noche celebran los creyentes por mandato litúrgico, es también aprovechado por los infieles descreídos para hermanarse con los vecinos, con mutuos deseos de felicidad, estando los primeros movidos por la caridad y los segundos por la solidaridad.

Caridad y solidaridad son raíles de cristiandad y laicidad unidos por traviesas de amor al prójimo y empatía con el vecino, por donde circula el tren humanitario revestido de mandamiento divino o solidaridad comunitaria, ambos ocupados en la liberación de los pobres, desfavorecidos y olvidados por una sociedad más preocupada por la calidad del chocolate que por la hambruna en chozas africanas y chabolas europeas.

Es la caridad virtud teologal cristiana que consiste en amar a Dios sobre todas las cosas, y al prójimo como a sí mismo, estando dispuestos los creyentes a dar la vida por los hermanos amándolos como Cristo los amó y redimió del pecado condenatorio sacrificando su vida en una cruz, en nombre de su misericordioso Padre celestial, permitiendo a los hombres y mujeres ganar el cielo y la felicidad eterna.

En cambio, la solidaridad es capacidad laica del ser humano para entregarse a los vecinos, sin distinción de raza ni condición alguna, compartiendo con ellos su hogar, alimentos, sentimientos y abrigo, sin pensar en beneficios extraterrenales consecuentes a esa actitud, recibiendo a cambio la satisfacción personal por una generosidad que dignifica a la persona y ennoblece la raza humana.

Por eso, quienes esquilman al vecino, permiten su indigencia, provocan la miseria o se desentienden de su hambruna, tienen poco de cristianos o de humanos, al carecer de la solidaridad laica o caridad cristiana que llevan al espíritu humanitario redentor de miseria en que viven los seres de su misma raza.

El amor al prójimo que aparentan profesar muchos poderosos que se dan golpes de pecho en los reclinatorios de las iglesias con la mano derecha, mientras dañan al vecino con la izquierda enviándole a las tinieblas sociales, está dando paso a la solidaridad popular de quienes practican un humanismo liberador, amparado en la empatía comprometida al servicio de los desfavorecidos.

EL PAPA

EL PAPA

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La foto que me muestra un amigo tras su visita al vicario católico, permite contemplar a muchos ciudadanos pisando el mármol Vaticano de Carrara para ver de cerca al papa, perdidos entre casullas, mitras y bonetes; dormitando en las escalinatas; bebiendo agua samaritana en las colas; y comiendo tras las columnas barrocas de Bernini, donde muchos jóvenes y viejos han ido a reivindicar la integridad personal del pontífice argentino.

Comparto los valores humanos que representa el papa Francisco y rindo homenaje a la honestidad, generosidad, sacrificio y lucha por la solidaridad, la libertad y la paz, que está llevando a cabo este reverendo hombre de Dios, como mensajero incansable de la verdad, entendimiento y esperanza para todos los pueblos.

Según parece, gran parte de los que han ido a Roma con este amigo no buscaban al Papa con mayúsculas, sino al padre o abuelo que lidera eternos principios evangélicos sin fisuras hipócritas, atisbos de corrupción, cinismo legalizado, sonrisas de porcelana, falsas promesas o seductores cantos de sirenas.

Peregrinó este amigo al Vaticano para aplaudir al paradigma de la ética, al referente moral, al soñador del amor fraterno y al defensor de la igualdad. En una palabra, se ha reunido con otros miles, esperando contagiarse del espíritu que desparrama un tío legal, como dicen los jóvenes.

Por eso, tal vez, sobraban muchos de los que allí estaban porque una cosa es predicar y otra dar trigo. Una cosa es santiguarse y otra comprometerse. Una cosa cosa es la especulación teológica y otra el compromiso profético. Sobre todo en tiempos de hipocresía legalizada, donde la bisutería moral ha sustituido a la ética y el cinismo religioso campa por sus respetos entre los creyentes que se dan golpes de pecho con la mano izquierda mientras esquilman al vecino con la derecha.

A la globalización, cuyo líder es el dinero, Francisco ha opuesto el amor y la solidaridad, con mérito para hacer atractiva la honradez; dignificar la decencia; enaltecer los derechos humanos; y consagrar la libertad, convirtiéndose en la voz de los sin voz, el pacifista más revolucionario, el referente moral, el modelo a seguir y el paradigma de todas las virtudes que han huido de los despachos políticos, financieros y empresariales.

En Francisco han cristalizado los valores que hacen más habitable la tierra. Y su actitud ha provocado la sintonía emocional de millones de personas, traducida en una catarsis colectiva purificadora que nos hace a todos más hermanos.

Los ciudadanos se han fijado en la lucha del papa por la igualdad social, por la defensa de los débiles y por lograr un mundo más justo, sabiendo que este Pontífice ha preferido ver muros ideológicos por el suelo, más allá de los dogmas tridentinos; ha preferido la paz, a la ortodoxia; y los derechos humanos de la gente a los derechos de sus clérigos.

La historia nos dirá si fue un mago de la demagogia, un encantador de ingenuos, un visionario de la fantasía, un embaucador de crédulos, o el líder carismático que ahora algunos escépticos niegan que sea.

CELIBATO TRIDENTINO

CELIBATO TRIDENTINO

Concilio-de-Trento

Las ambigüedades del arzobispo de Granada ante los abusos cometidos a menores por algunos clérigos de su diócesis y el esfuerzo de los ortodoxos católicos por mantener el celibato sacerdotal, permiten recordar el ecuménico Concilio de Trento que llevó la abstinencia sexual de sus ministros a los altares del cinismo.

En el Concilio de Trento se le recordó a todos los sacerdotes la obligatoriedad del celibato establecida en el Concilio de Letrán, por si algún clérigo había olvidado clausurar una de las dos funciones que el Dios creador había otorgado al aparato reproductor, debiendo ser utilizado solamente para la micción, aunque gran parte de ellos le hayan dado a lo largo de la historia el doble uso para el que fue creado.

Prohibición que tuvo su gracia entre católicos y no católicos, pues el papa Pablo III que gobernaba la iglesia, convocó el concilio y firmó la prohibición del forniqueo a los curas, tenía cuatro hijos reconocidos y presumiblemente algunos más discretamente apadrinados, mientras hacía cardenales a sus nietos de 14 y 16 años, enredándose el  sucesor Julio III en amores infantiles con su sobrino adoptivo.

Pero también, en dicho concilio, se reforzó el pecado original de la raza humana, exigióse el bautizo como liberación de la caldera infernal, establecióse que solo la iglesia podía interpretar las escrituras, pidióse el culto a los santos, confirmóse la existencia del purgatorio, propúsose el Índice de libros prohibidos, fortificóse la jerarquía eclesiástica, hízose carne de Cristo el pan y su sangre el vino, entre otras mil cosas más, imposibles de resumir en este recordatorio.

Los jefes Pablo III, Julio III, Marcelo II y Pablo IV que gobernaron la Iglesia con mano dura durante aquellos años de concilio, no tuvieron problema en levantar la mano amenazante contra los católicos descarriados por lechos infantiles ni en mandarlos al infierno por mirar hacia otro lado o desobedecer los mandatos conciliares.