Nos llega desde hace tiempo un mensaje intenso, obstinado y desapacible, con textura de sonsonete horadante, mentira pulida, apreciable desprecio y mordaz ironía, pretendiendo justificar los recortes sociales con el falso argumento de que “no hay dinero” para fármacos, pizarras y muletas, cuando en realidad sobra dinero en las arcas públicas para desterrar el Estado del malestar donde nos han metido los catastrofistas de la redención, en un país donde sobra especulación y falta altruismo; hay exceso de corrupción y déficit de honradez; aumenta la codicia y mengua de la solidaridad.
Prepotentes politiqueros dominados por el yoísmo, contaminados de nepotismo, intoxicados de incompetencia y protegidos de impunidad social, política y judicial, institucionalizaron el despilfarro municipal y agotaron las arcas autonómicas, con obras faraónicas tan millonarias como innecesarias, sobreaumentaron los salarios, infestaron de asesores las instituciones y llenaron a rebosar sus cofres privados.
Tenemos inconsistentes autonomías uniprovinciales que deben integrarse en las regiones históricas a las que pertenecieron. Inservibles diputaciones con actividades ficticias donde se emboscan los beneficiados por las mismas, gastándose 22.000 millones de euros. Ayuntamientos disgregados exigiendo unificación. Un Senado inoperante, “cementerio de elefantes”, que gasta 55 millones de euros al año. Y miles de altos cargos y asesores de la nada, cuyo oficio es recoger el sobre a final de cada mes.
Inadmisibles son las subvenciones a los partidos políticos, sindicatos, Iglesia y patronal, que unido al fraude fiscal admitido sin reservas por quienes tienen la obligación de evitarlo, representa una sangría multimillonaria cuya erradicación evitaría los recortes que están sufriendo quienes no merecen semejante castigo. Baste recordar que según Eurostat, en 2010 nuestros ingresos fiscales representaban el 32,9 % del PIB, mientras la media europea estaba en el 40,2 %, lo que significan 80.000 millones de euros que nos salvarían de la quiebra, si el Ministerio de Hacienda se pusiera en marcha.
En cambio, el fisco presiona seis veces más a los “pringaos” de la clase media que a las grandes fortunas, olvidándose de reformar la fiscalidad para eliminar la Sicav y todas las rendijas por donde se escapan defraudadores legales e ilegales, que ayudarían a pagar intereses de una aplastante deuda pública, haciendo posible la ansiada democracia económica que todos anhelamos, porque en los últimos 20 años se ha multiplicado por seis el dinero evadido a paraísos fiscales y la mitad de multinacionales que cotizan en el Ibex tienen allí empresas para eludir impuestos
El filántropo multimillonario Warren Buffet, cuarto hombre más rico según la revista Forbes de 1913, ha dejado clara la situación diciendo: “La lucha de clases sigue existiendo, pero es la mía la que va ganando”, pidiendo en el New York Times el 15 agosto 2011, que los Estados Unidos dejaran de «mimar» con exenciones fiscales a los más acaudalados, proponiendo aumentar los impuestos a multimillonarios como él, siendo impensable que suceda esto en España.