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REBAJAS MORALES

REBAJAS MORALES

Unknown

El comienzo de las rebajas comerciales me da pie a reflexionar sobre el escaso parecido que éstas tienen con las rebajas morales que se expanden por la sociedad como mancha de aceite, sin que nadie se ocupe de aplicarle un antigrasa para evitar la pandemia de inmoralidad política, financiera y mercantil de amenaza con llevarse por delante la escasa salud ética que nos queda.

Hoy harán cola en los grandes almacenes muchas personas ávidas por comprar a bajo precio la blusa o chaqueta que vieron en el escaparate días antes, etiquetada con un precio muy superior al de la oferta que hoy hace el vendedor, rebajando sus beneficios para evitar quedarse con la mercancía en el almacén.

Con igual deseo, pero intención diferente, llevan años acudiendo los depredadores sociales a las rebajas morales puestas en venta por politiqueros y usureros, dejándose en la gatera la dicha que persiguen, pues la felicidad no puede comprarse en taquilla alguna, por mucho que se empeñen los propietarios del negocio democrático en poner a la venta en almoneda valores eternos que no admiten rebaja alguna.

CARTA A UN RESIGNADO

CARTA A UN RESIGNADO

Inmóvil y silencioso resignado:

Espoleado por la injusta situación que tanto afecta a nuestra economía doméstica y cierra el paso a los jóvenes que siguen nuestros pasos, voy a intentar removerte el ánimo para estimular tu voluntad de redención y sacarte de la temerosa resignación en que vives, provocada por los ventajistas de la estafa que nos están condenando a la miseria.

Debes saber que tu miedo fortalece a los depredadores financieros y tranquiliza a sus cómplices políticos, porque la ancestral individualidad española es aprovechada por tales especuladores para esquilmarnos. También deber saber que la impunidad de los terroristas financieros está basada en la sumisión de los oprimidos, incapaces de dar un hachazo en las mesas de los consejos de administración, que utilizan nuestro miedo en su propio beneficio.

Resignación que paraliza tu insurrección, impidiéndote dar la mano al resto de vecinos para formar entre todos una interminable cadena humana en torno a Instituciones democráticas desgastadas y entidades bancarias insaciables, para coagular ambas en una revolución pacífica.

Sé que para ti es difícil gritar en las calles porque nunca lo has hecho, pero también sé que tienes fuerza suficiente para hacerlo. Sé que guardas temores a un despido laboral y a represalias opresoras, pero también sé que puedes vencer esos miedos naturales. Sé que tu pacifismo detesta toda violencia, pero también sé que la rebelión pasiva de Gandhi forma parte de tu doctrina. Sé que tu fe somete las bofetadas del verdugo a poner la otra mejilla ante el agravio, pero también sé que tu Dios expulsó a latigazo limpio del templo a los mercaderes.

Sin educación, la ignorancia justificará el acatamiento. Sin asistencia sanitaria, las ciudades se transformarán en grandes morgues. Sin derechos laborales los trabajadores serán esclavos. Sin libertad, la manipulación informativa y mental trepanará nuestro cerebro.

Quisiera saber a qué esperas para ponerte detrás de una pancarta. Cuántos vecinos más tienen que suicidarse antes del inhumano desahucio especulativo, para que te manifiestes contra esos asesinatos encubiertos. No sé qué más debe ocurrir en España para que salgas a la calle a pedir justicia.  Ignoro hasta dónde vas a soportar el terrorismo codicioso que nos está ahogando.  Desconozco el límite de tu resignación ante la mentira política, el despilfarro institucionalizado, la especulación con la pobreza y la impune corrupción.

Dime cuantos copagos más estás dispuesto a soportar; cuántas tasas judiciales vas a tolerar; cuántas privatizaciones sanitarias; cuántos impuestos lineales; cuantos recortes laborales; cuántas mentiras electorales; cuántos fraudes fiscales; cuantos privilegios antilegales al rey del juego; y cuántos insultos al sentido común y a la justicia social estás dispuesto a tolerar, para  descamisarte en la calle.

Vamos juntos, compañero, porque si unimos nuestros esfuerzos no hay suficientes policías para detenernos a todos, ni jueces para condenarnos, ni prisiones para encerrarnos, ni carceleros para custodiarnos, pues no hay ley ni fuerza que venza a un pueblo unido, como ha testificado en varias ocasiones la historia de la lucha social.

Si obedecemos órdenes que objeta nuestra conciencia, seremos cómplices de la tragedia. Si mantenemos el acatamiento a voluntades que nos subyugan, seremos condenados a la esclavitud. Si hacemos de la rendición doctrina, no tendremos salvación. Si capitulamos de nuestros derechos, perderemos la posibilidad de redención. Si condenamos a los jóvenes al infierno de un futuro inexistente para ellos, jamás nos lo perdonarán. Y lo que es peor, si soportamos resignados tanta humillación y desprecio, seremos recordados en la historia como un cobarde pueblo de corderos sometido a la oprobiosa cayada de pastores insolidarios que utilizan nuestra resignación como argumento para ocultar la codicia que nos llevará al matadero, mientras ellos brindan ante el espejo.

Hazme caso, resignado, y vente con nosotros. Te abraza tu amigo Paco.

PENAS DE MUERTE

PENAS DE MUERTE

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Superado el franquismo, fue abolida la pena de muerte en el artículo 15 de nuestra Constitución, consagrándose así el cinismo legal que autoriza a condenar a la pena capital a ciudadanos que cometen el grave delito de no tener saneada su cuenta corriente.

Cuando habíamos terminado con los violentos terrorismos de Terra Lliure, Grapo y ETA, que nos amargaron la existencia durante 54 años a bombazo limpio, lapa traidora y tiro en la nuca, aparece un nuevo terrorismo de guante blanco que amenaza con llevarse por delante más muertos de los contabilizados en las masacres terroristas convencionales.

La especulación de los depredadores financieros está consiguiendo que aumente significativamente el porcentaje de suicidios y la mortalidad se haya incrementado en los dos últimos años. Condenas a muerte disfrazadas de legalidad, que salvan patrimonios multimillonarios de los sentenciadores.

Cómplices de tales depredadores son los politiqueros que se empeñan en salvarlos, enviando al matadero a la población económicamente débil, que espera impotente a la puerta del cementerio una enfermedad crónica pase a recogerlos o que alguien les preste una cuerda para ahorcarse cuando el desahucio llame a la puerta.

Tanto “hunos” como “hotros” amenazan con dejar a España inválida y a la intemperie, pensando que ellos van a salvarse de la catástrofe. Ambos son anverso y reverso de la misma moneda. Patologías dispuestas a extirpar y fumigar la pobreza por vía del exterminio, ahogándonos a todos en un albañal regido por la especulación financiera y la cobardía política, finalmente reconocida por una lideresa de la izquierda más descolorida.

Aquí no hay más que estafa y mentira, amparadas en el cinismo legal que defienden los beneficiarios de la farsa, enviando a los guardianes del orden a contener de quienes luchan por la supervivencia. Y la falta de sentimiento compasivo está desplazando el dinero de la inversión productiva hacia la especulación financiera más dura, cerrando las puertas a familias, pequeños empresarios y jóvenes sin futuro que terminarán aplicando la misma pena de muerte que reciben.

IMPOSIBLE NUREMBERG FINANCIERO

IMPOSIBLE NUREMBERG FINANCIERO

No os hagáis ilusiones, amigos, porque el deseado macro juicio de Nuremberg a todos los mangantes y sinvergüenzas de los consejos de administración que arruinaron las Cajas de Ahorro con su gestión, llevándose como premio  indemnizaciones millonarias, no llegará nunca.

En nuestro caso, no gozaremos con un proceso de Nuremberg financiero similar al seguido en esa ciudad contra los criminales del III Reich alemán, sencillamente porque entonces fueron los vencedores quienes promovieron el juicio y condenaron a los asesinos, pero hoy son los vencedores culpables y no parecen dispuestos a hacerse el harakiri, ni a permitir que la justicia interrumpa su millonaria vida, porque los tentáculos políticos también han contaminado las togas que presiden las Audiencias del piso superior.

En nuestro caso, la codicia de los depredadores ha postergado su dignidad; sus golpes de pecho en las iglesias han demostrado ser una farsa; el cinismo que destilan se ha colado por las rendijas de la ley; y su descaro les ha permitido sonreír como hienas, porque la honradez nunca ha formado parte de sus comportamientos morales.

En nuestro caso, son juzgados y desahuciados los inocentes de la catástrofe. Se le quita el pan a quienes nada hicieron para merecer la hambruna. Se paraliza a los trabajadores que sudaron para enriquecer a los culpables. Y se condena a un pueblo inocente de la desgracia, mientras los culpables permanecen en sus puestos, gozando de la impunidad que no merecen y llevándose a manos llenas lo que pertenece a los condenados.

EL CHOCOLATE DEL JILGUERO

EL CHOCOLATE DEL JILGUERO

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Muchos indianos ricos del siglo XVIII tenían en casa un loro al que daban un trozo de chocolate de baja calidad, que el animal picoteaba. Pero ya pasada la época de bonanza, los arruinados ricos  disfrazaban su pobreza suprimiendo la jícara de chocolate al loro. Esto justifica que cuando se pretende solucionar la ruina económica ahorrando demagógicamente una partida de gasto insignificante, se hable de suprimir el chocolate del loro.

Pues bien, cuando el efecto producido por la supresión de gastos tiende a cero, hablamos del chocolate del jilguero, por tratarse de un dispendio insignificante y sin efecto alguno sobre la economía, que sólo consigue generar malestar en el pobre animal.

Pero si la decisión de quitarle el chocolate al jilguero, viene acompaña de insultante demagogia, entonces ya el malestar se transforma en indignación, provocando que el pájaro termine por hacerse un espacio entre los alambres de la jaula para irse a comer en las toneladas de trigo que guardan en sus graneros, quienes han suprimen el sustento básico que alimenta a los encarcelados en la red tejida por los depredadores.

Esto sucederá algún día si alguien no lo remedia, debido al egoísmo y la falta de inteligencia de quienes han tenido la desvergüenza de suprimir medicinas gratuitas, eliminar el agua de la dieta a los enfermos, quitar la comida a los médicos de guardia y obligar a pagar por el sillón del acompañante, cuyo gasto no es comparable con los excesivos sueldos y cargos dirigentes que hay en los hospitales, las prolongaciones más allá de la edad de jubilación a parásitos inútiles de solemnidad, ingresos económicos de los políticos, irracionales indemnizaciones a los “cajeros”, inoperancia del Senado, mamoneo de los Ayuntamientos e hipermegamultimillonarios rescates bancarios.

MEDIOCRIDAD

MEDIOCRIDAD

La realidad confirma que nuestro problema no es la deuda pública y privada, ni el rescate, ni las autonomías, ni el euro. Ni siquiera el egoísmo natural del ser humano o su capacidad para mentir son responsables de la decadencia moral y falta de compromiso ético que convierte a los animales racionales en terribles depredadores de su especie.

Es la falta de mérito y capacidad de los dirigentes sociales lo que nos ha llevado al sótano donde estamos encerrados sin posibilidad de redención a medio plazo. Es la ineptitud de los polítiqueros lo que hace imposible la salvación, pues han optado por la dedocracia, exigiendo a los dirigentes el débil mérito de llevar carnet entre los dientes y logotipo en la solapa.

Mediocridad se llama esta grave epidemia que padecemos, para la cual no se ha descubierto vacuna ni tratamiento alguno, porque quienes tendrían que aplicar los medios para erradicar la pandemia son los propios beneficiarios de su expansión, y no están dispuestos a inmolarse para salvarnos de sus continuos disparates y mamoneo.

A esta situación degenerativa no se llega en pocos años, porque la contaminación existente afecta a todos los sectores sociales, donde se ha infiltrado una legión de incapaces a decidir por los demás, careciendo de los más elementales criterios para ser rectores.

Hoy muchos mediocres dirigen centros educativos, gerencian hospitales, administran bienes comunes, ocupan sillones oficiales, dictan sentencias, presiden sociedades, regentan empresas, lideran sindicatos, gobiernan entidades, capitanean fuerzas de seguridad, encabezan listas electorales, acaudillan sindicatos y  controlan medios de comunicación

En un país gobernado por mediocres, donde los ciudadanos brillantes provocan repulsión, todo se explica: que los cerebros emigren, los banqueros sean insaciables, la Iglesia guarde silencio, los chistes consuelen la desgracia, se limite la libertad, se manipule la información, se mienta impunemente, la justicia no sea ciega, prolifere la basura televisiva, falten ideas y los pícaros se aprovechen de la situación.

ADORMIDERA

ADORMIDERA

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Lo que tenía que pasar, pasó. El efecto adormecedor del balompié ha hecho su tarea, bien manejada siempre en dictaduras y democracias, consiguiendo  entumecer al mismo pueblo que veinticuatro horas antes había incendiado las redes sociales con protestas por el rescate bancario que va a pagar, sin que nadie le haya consultado sobre la utilización de su dinero.

La causa del adormecimiento colectivo es una planta de la familia de las deporteveráceas, que tiene hojas alabeadas para deformar la visión de la realidad; color rojo, rojo, pero rojo de la roja, no de hoces y martillos; flores con pétalos donde colgar la frustración; y frutos capsulares indehiscentes para esconder en ellos la indignación entontecida.

La planta de la que hablo es originaria de occidente, se cultiva en jardines televisivos y por escisiones con tijeras recortantes en las cápsulas rojas de su fruto se extraen los goles causantes de la sedación universal, aunque esta vez el corte no haya sido profundo, impidiendo rescatar totalmente al pueblo de la postración en la que se encuentra por abuso del Gobierno sobre el patrimonio común.

Han fallado los balompédicos atletas, y el desconsuelo de la marea roja empatando con la squadra azzurra, ha empañado con decepción la victoria que usureros, desahuciados, politiqueros, empresarios, parados y trabajadores, habían anticipado con excesivo optimismo, mientras pastaban juntos en el césped , llevados por la necesidad de un rescate moral.

Habría bastado un regate acertado, un cabezazo en su sitio, una portería más grande o  un puntapié afortunado, para que el balón rompiera la red donde nos ha pescado el Gobierno, porque no damos la medida que exige la justicia social para la pesca de la especie desprotegida a la pertenecemos todos los ciudadanos, menos el privilegiado grupo de engañabobos que nos esquilma, depredadores que nos devoran y politiqueros que nos engañan.

La sangre roja social viene estos días tiznada con maniobras de distracción y amarillismo, el otro color de la enseña nacional, porque no sólo de disgustos y realidades vive el hombre, sino de sueños que benefician a los jugadores con multimillonarias «primas» que pagamos los «primos».