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EL CACHETERO OCUPADO

EL CACHETERO OCUPADO

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La noticia me la dio un buen amigo, – militante del Partido Popular -, mostrándome desilusión y malestar por lo que había dicho y hecho su jefe supremo en la COPE, algo que después pude ver a través de Internet, asombrándome ante la declaración de don Mariano y los dos cachetes sin importancia aparente que aplicó a su hijo en la cabeza.

Hasta el pasado miércoles, la gran paradoja, el absurdo absoluto y la inigualable contradicción, estaba en la expresión “prohibido prohibir”; pero desde hace cuarenta y ocho horas, todas las paradojas, absurdos y contradicciones han sido emuladas por el aspirante a continuar en la Moncloa, despreciando la inteligencia colectiva.

El señor Rajoy ha batido un récord galáctico de insulto al decir que no acude al debate con los otros tres aspirantes a gobernarnos, porque su trabajo como presidente del Gobierno se lo impide. Palabras que tendrían reconocimiento, credibilidad y aplauso si las hubiera dicho desde su despacho, pero que merecen desconsideración, incredulidad y silbidos al hacerlas como comentarista deportivo durante el partido de fútbol que jugaba su equipo.

Pero no queda en tal oprobio su actitud, pues a esta ofensa se añaden los dos cachetes que propinó a su hijo, al responder este con la ingenua sinceridad de los niños a una indiscreta pregunta del periodista, collejas de mal gusto consecuentes a la cara de asombro que puso dejándonos a todos asombrados.

¿CIRCUNLOQUIOS O CINISMO?

¿CIRCUNLOQUIOS O CINISMO?

Sorprende la capacidad de encaje y tolerancia de los españoles con el grupo político de su preferencia, por grandes que sean los disparates que cometan sus elegidos. Poco parece importar a los respetables votantes populares los exagerados abusos que estamos viendo, el irrespetuoso silencio del presidente, los desmedidos engaños y el descarado cinismo de quienes utilizan sus votos para llenar la copa de ambiciones personales, aprovechando que los socialistas no dejan de mirarse al espejo.

Apenas unas semanas llevan los populares en el gobierno y nadie parece inmutarse con nada, otorgándoles patente de corso para hacer cuanto les venga en gana, con el argumento de que no es posible hacerlo peor que sus antecesores. Pero están equivocados quienes así piensan porque con insultos al sentido común de los ciudadanos y mofándose del personal, llegamos cerca.

Agravian las justificaciones esgrimidas para subir impuestos porque sabían de sobra como estaba el patio cuando negaban el aumento de los mismos. Ofende la risa del ministro de Hacienda en la COPE cuando se le preguntó por los impuestos y su gangosa ironía al dirigirse a las miembras de la Cámara.

Pero más denigran nuestro buen sentido los juegos de palabras utilizados por los populares para no decir claramente lo que quieren decir, diciendo lo que nadie quiere que digan por muy necesario que sea decirlo. Esto, que en principio, pudiera ser un eufemismo, no lo es porque no son expresiones duras ni malsonantes. Son, aparentemente, circunloquios ya que sus expresiones podrían decirse más brevemente.

La situación me ha obligado a revisar, ampliar y corregir el diccionario de cinismo político cambiando antiguas expresiones por modernos términos populares.

Así, congelación salarial pasará a llamarse mejora de la competitividad.

Pobreza: bajo poder adquisitivo.

Subida de impuestos: Recargo temporal de solidaridad.

Recesión: Tasa negativa de crecimiento económico global.

Empresarios: Emprendedores.

Recortes: Ajustes económicos equitativos.

Rebajas fiscales a millonarios: Ayudas a los ahorradores.

Empleo precario: mini jobs.

Tijeretazo: Ley de Estabilidad Presupuestaria.

Abaratamiento del despido:  Flexibilización alternativa del mercado laboral.

Copago: Ticket moderador “convergente”.

Y, por último: regalar nuestro dinero a Cajas de Ahorros y bancos mal gestionados, para  enriquecimiento millonario para sus gestores, se dirá a partir de ahora: facilitar la gestión del patrimonio especulativo dañado en las usureras e insolidarias entidades financieras.