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JUAN CARLOS I, EL AFORTUNADO

JUAN CARLOS I, EL AFORTUNADO

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La costumbre de poner un apodo popular a los monarcas, me anima a llamar “El Afortunado” al rey Juan Carlos, por todos los favores que ha recibido de las dos fortunas posibles: la que atesora en sus cuentas corrientes y la que ha tenido en la vida.

La suerte ha estado tan ocupada durante los últimos cincuenta años en favorecer a Juan Carlos de Borbón, que no ha tenido tiempo para dedicarse a los millones de vasallos abandonados por la diosa protectora del monarca, librándole sin explicación alguna de maleficios que condenarían a eternas galeras de dolor al resto de los mortales.

Recordemos que una bala perdida procedente de su pistola, acabó sin pretenderlo con la vida de su hermano Alfonso, y nadie se dio por enterado. Tengamos presente que sin ser heredero a la corona se hizo con el trono de España, por obra y gracia del Caudillo, ante el silencio general. Sepamos que lo único rojo que tenía cuando ocupó el palacio de la Zarzuela eran los números de su cuenta corriente, pero en pocos años su fortuna no cabe en el Fortuna que le regalaron, sin que los súbditos sepan sus cuentas. Sus íntimos amigos Prado y Conde ingresaron en prisión, y su yerno está a la puerta, librándose él de dormir con el pijama de rayas, sin que su posible complicidad en los delitos cometidos haya sido investigada. Las ciertas presuntas infidelidades conyugales no han advertido a los vasallos sobre las deslealtades patrióticas con los súbditos. Fueron múltiples las fracturas óseas y operaciones quirúrgicas que ha sufrido, sin quedan incapacitado por alguna de ellas. Ha sido el mayor beneficiario de la dictadura, sin ser esto tenido en cuenta por la historia. Y la autocensura en los medios de comunicación los ha condenado al silencio, cuando el rey merecía una indeseable portada. Efectivamente, el rey es un hombre de suerte, que merece ser llamado «El Afortunado».

Algunos republicanos se declararon juancarlistas cuando fue proclamado heredero del franquismo. Muchos antimonárquicos le aplaudieron con ganas el día de su coronación. Y la gran mayoría de ciudadanos se hicieron fans del monarca la noche del 23 de febrero de 1981, cuando los sublevados militares amigos personales suyo, le subieron al camarín político sobre la peana de salvador democrático.

Es posible que ahora los republicanos recuperen el rumbo perdido en los pasillos de la Zarzuela y enarbolen la bandera tricolor desde el balcón real, pero me temo que la mayoría se hará felipista, entre otras cosas para confundirse con el felipismo, que dejó aparcada la república cuando vio en el horizonte la Moncloa

EL CONDE SALVADOR

EL CONDE SALVADOR

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El conde a quien me refiero, ni es conde ni es salvador, pero sí esconde todo lo que encuentra en las huchas de los demás. Este gallego de Tuy no es conocido popularmente por su nombre de pila bautismal desde que el Tribunal Supremo lo encerró en la cárcel por apropiación indebida y falsedad en documento mercantil, es decir por robar y engañar; trincar lo ajeno y salir corriendo por la puerta falsa, para entendernos.

Pues bien, este chorissso con pedigrí, mangante de guante negro y cínico profesional, se nos propone como salvador del país en la portada de La Gaceta de anteayer, por si a los ciudadanos nos quedara todavía alguna duda de que sobrevivimos en una democracia estercolera, que avergüenza a las dictaduras bananeras octavomundistas.

Amenaza este trilero con desembarcar en la vida política exhibiendo como mayor activo personal su pasado, y tiene razón. En un país donde los corruptos insensibles campan por sus respetos, los ignorantes politiqueros desconocen la ejemplaridad y los incompetentes esféricos se lo llevan en crudo, parece lógico que acuda a salvarnos un profesional del fraude y el engaño, porque nos estafará mejor que nadie y con una elegancia desconocida para los vulgares depredadores que están desvalijándonos los bolsillos a tironazo limpio.

Bienvenido sea, pues, el conde salvador, y démosle las gracias por su generosidad y capacidad de sacrificio para librarnos de la carga que supone soportar los insultos al sentido común y a la dignidad que nos llegan a diario de los aficionadillos de la mangancia que nos están llevando al matadero.

SALVADORES DEL SALVADOR

SALVADORES DEL SALVADOR

Igual que los creyentes tienen sus dioses salvadores en las religiones que profesan, los españoles contamos con un salvador que nos salva de caer en nuevas tentaciones guerreras con su arbitraje, porque los españoles tenemos la rara afición a pelearnos entre nosotros a la primera de cambio, como atestigua nuestra pródiga historia en salvajes contiendas civiles.

Gracias a nuestro salvador – no a la madurez del pueblo, claro – llevamos años limitándonos a intercambiar bofetadas dialécticas, en el marco de una democracia formal patrocinada por él, bastante alejada de la reclamada por sus vasallos.

Nuestro salvador modera los ímpetus primarios heredados de pasados siglos, siendo para nosotros ejemplo de honestidad personal, crisol donde se funden las más altas virtudes, espejo de bondad, paradigma de sacrificio por el pueblo y arquetipo de austeridad.

Pero nuestro salvador puede salvarnos gracias a los salvadores que a él le han salvado. Han sido los errores de sus leales militares, la ambición desmedida de su yerno, el silencio mediático de los publicistas y la discreción leal de los amigos, quienes han facilitado que el salvador continúe salvándonos, aunque no sepamos muy bien de qué nos salva.

Cuando la popularidad del salvador comenzó a desplomarse entre los ciudadanos, unos militarotes amigos – que no militares – consiguieron alzarle a lo más alto pegando tiros en el Congreso a las moscas cojoneras que había en la sala nacional, perforando el techo de nuestras esperanzas en una próxima república.

Cuando los rumores sobre sus dudosas andanzas financieras y desleales escarceos amorosos, comenzaron a circular por los mentideros de todas las ciudades del reino, los medios de comunicación pusieron sordina en sus páginas y guardaron las trompetas.

Cuando más transparencia exigía la democracia sobre las cuentas y andanzas del salvador, sus íntimos Sabino y Colón se llevaron los secretos a la tumba; Conde guarda silencio en “La Salceda” toledana; De la Rosa no abre la boca; los servidores de palacio afirman que su boca no le pertenece y la gran profesional que vive con él no deja de sonreír.

Finalmente, ahora, cuando más se cuestionaba el futuro del salvador con una nota de 4,8 puntos en la encuesta del CIS, su yerno se dedica a poner bombas especulativas cebadas de corrupción en los cimientos de La Zarzuela, consiguiendo que los ciudadanos hayan aumentado la calificación al monarca hasta el Notable en la encuesta publicada por El Mundo el pasado día 2.

AMISTADES PELIGROSAS

AMISTADES PELIGROSAS

La cara de poker que el rey estaba poniendo ante el envite lanzado por las andanzas de su hija y el yernísimo, se ha transformado en dolorido gesto por el tornado social que han provocado las declaraciones de Pilar Urbano, descubriendo el naipe que guardaba en la manga el padre y suegro de la pareja.

Según la biógrafa de la reina, el monarca sabía desde hacía tres años los guisos que preparaban en su cocina Iñaki y Cristina o Cristina e Iñaki, que tanto monta uno como otra. Al parecer, esa fue la razón por la cual el rey de muchos los españoles concedió a los duques de Palma el pasaporte para emigrar desde España al país del dólar, con maletines cargados de euros delatores.

Si esto que afirma Urbano es cierto, pocas opciones tiene Juan Carlos de redención y mi resignada aceptación del arbitro nacional se desmorona, por no pitar el penalti que están repitiendo a diario las pantallas de televisión.

Vamos, que el patrón lo sabía todo y optó por guardar la mierda bajo las alfombras de la Zarzuela. Dicho de otra forma, el rey conocía las corruptelas de hija y yerno, pero decidió lavar la ropa sucia en casa, sin darse cuenta que esa Casa la pagamos todos los españoles desde hace 36 años sin rechistar y mirando para otro lado, para no hacer caso a lo que es de dominio público en los mentideros de todas las ciudades del reino.

Formando corro con los duques, han tomado posiciones otras amistades peligrosas que harían tambalear la monarquía si entre políticos y periodistas hicieran desaparecer el velo que la cubre.

Ahí están  sus encarcelados amigos Conde, De la Rosa y Carvajal, tesorero privado del monarca. Muy cerca se halla también el llamado “Clan de Mallorca”, vecino del “Clan de Las Cuatro Estaciones”, donde comparten mantel con el Jefe del Estado unos sabios consejeros bursátiles de S.E.

También se incluye en la nómina de amistades peligrosas su entrañable Zourab Tchokotua, aristócrata georgiano que fue procesado en Mallorca por presuntas estafas inmobiliarias. De Fahd Bin Abdelaziz recibió como regalo un yate para compensar la simpatía del rey con él, no otra cosa. Sin olvidar a los cercanos Agnelli y Gardini, antes de volarse la sien.

Todos ellos inquietantes amistades para su padre don Juan, que nunca aceptó lo que sucesivamente aceptó quien le privó de la corona.