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DOMINIO DEL MIEDO

DOMINIO DEL MIEDO

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El poeta de Tábara llegó al andén de la estación término para tomar el tren hacia el gran viaje, llevando poca sabiduría en la mochila porque solo tenía certeza de las experiencias vividas, dejándonos como legado en sus versos que el miedo nos hace inventar los cuentos que nos duermen desde la cuna a la tumba.

Y tenía razón el farmacéutico al advertirnos del riesgo que corremos a sufrir una sobredosis de miedo que nos domine, paralice y debilite, doblegando nuestra voluntad y sometiéndonos a caprichos ajenos que nos impidan seguir nuestro camino, dejándonos sin capacidad de respuesta ante los dictados de la conciencia.

El miedo nos hace conformistas, cobardes y sumisos al misterio, por temor a ser apaleados en la plaza pública por una sociedad conservadora asentada en el diván de la indiferencia, que desprecia la inteligencia con igual desdén que arroja a la papelera un folio en blanco por miedo a emborronarlo con propuestas desalienantes.

El miedo a la verdad nos encadena, aunque sepamos por el evangelio laico que la verdad nos hace libres, pero también tememos a la libertad porque no sabemos qué hacer con ella ante las múltiples direcciones obligatorias que nos imponen quienes gobiernan nuestra temerosa voluntad.

Pero debemos saber que si perdemos el miedo a la reflexión personal alcanzaremos la libertad; si perdemos el miedo a la muerte lograremos conciencia plena de nuestra existencia; y si perdemos el miedo al miedo seremos complacidos con la felicidad de liberarnos de cuentos y cadenas, aunque terminemos la lucha con jirones en la piel del alma, por decidir ser dueños de nuestra propia vida.

CARTA AL PRESIDENTE

CARTA AL PRESIDENTE

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Mi respetado presidente:

Le escribo esta carta abierta en mi bitácora como desahogo de conciencia personal, sabiendo que mis palabras no van a llegar a su destino, ni pasarán de los amigos que visitan esta casa virtual que ya les pertenece.

Me dirijo a usted motivado por el hundimiento personal al que me han llevado las fechorías de su multimillonario tesorero Bárcenas, acrecentado por el desconocimiento que usted ha declarado tener de sus truhanerías, porque es difícil creer que un registrador de propiedades no registrara los bienes ajenos que tenía en su propia casa, ni llevara contabilidad de los sobres que desaparecían del cajón de su mesa. Discúlpeme, señor, pero no le creo, aunque mantenga la esperanzadora certeza de que usted no se ha llevado ni un lápiz que no le perteneciera.

Ni pícaros ni tontos merecen mi aprecio, pero si tengo que elegir entre ambos me quedo con los granujas porque los imbéciles no tiene redención, y debe ser usted muy necio para no darse cuenta de la mierda que ha pasado diariamente durante años por la puerta de su despacho, o muy cínico para negar lo que todos creemos.

Le pido, señor, que no insulte más nuestro sentido común porque estamos hartos de mentiras, falsas promesas, incumplimientos de contratos electorales y recortes. Le pido en nombre de millones de ciudadanos, que corte de una vez esta sangría de dolor, decepción y frustración que tenemos, porque de lo contrario todos nos arrepentiremos de lo que pueda suceder, y no merecerá usted el perdón por el naufragio.

Le pido que aproveche la oportunidad única que le brinda la historia para hacer justamente lo contrario de lo que está haciendo, esperando que su conciencia camine en sentido opuesto al nos obliga a marchar a los inocentes de la tragedia.

Le pido que elimine privilegios de los que menos sufren las medidas que usted aplica, porque les sobra todo aquello que les falta a quienes su Gobierno está reduciendo a la nada material, nulidad social, ruina personal y hundimiento familiar.

Le pido que exija sacrificios a los depredadores del reino, dirigiendo la tijera hacia quienes disponen de más tela económica que cortar, y deje en paz con su mendrugo de pan a los que sólo reclaman sobrevivir.

Le pido que evite especulaciones abusivas de usureros sin escrúpulos, más preocupados por la eslora de su barco que por los masivos desahucios que imponen a los desvalidos, sin mover una pestaña.

Le pido que aumente la carga impositiva a los propietarios de las grandes fortunas del país, exigiéndoles una mayor contribución, evitando que sean los indefensos ciudadanos quienes alimenten la caja común, mientras los defraudadores toman piña colada en paraísos fiscales.

Le pido que elimine las subvenciones oficiales a organizaciones de libre afiliación, como son los partidos políticos, sindicatos, iglesia y patronal, empleando esos millones de euros en beneficio del pueblo, su legítimo propietario.

Le pido que rebaje los sueldos y privilegios de políticos profesionales, eliminando de sus cargos a los incompetentes que van por las alfombras oficiales con el carnet del partido en la boca como único mérito para gobernarnos, por mucho que miren al cielo, enviándoles a sus puestos originales de trabajo donde realizarían un servicio más eficaz a la patria que dicen amar y defender.

Le pido que acabe con los herejes políticos y corruptos que infestan los partidos; que ejemplarice la vida pública; y que no juegue a la sumisión del timorato. Niéguese a la obediencia debida. Declárese insumiso a todo aquello que cause dolor a sus convecinos. Rechace el saludo de los mediocres. Evite la vulgaridad política, y pasará a la historia como el gobernante que liberó a su país del lodazal en que estaba enfangado por obra y gracia de los corruptos y el capitalismo feroz que terminarán por devorarlo todo.

Si se niega a liberarnos, la moral pública no se abrirá paso entre la mierda que nos rodea para reflotar el país sobre la voraz arena movediza que terminará engulléndonos a todos irremediablemente, incluido usted y todo su séquito, como ocurrió en las revoluciones de 1879, 1917, 1948 y 1959.

Ahora o nunca llegarán al pueblo soberano estas gracias que esperamos del presidente. Tenga la seguridad de que si en estos momentos de dolor resignado, indignada frustración, decepcionante futuro, inmerecido castigo y sufrimiento injusto, usted se empecina en seguir por el camino del hundimiento social, nadie va a rescatarnos del pozo deprimente donde nos entramos.

OBJECIÓN DE CONCIENCIA

OBJECIÓN DE CONCIENCIA

Hacen espinosa la decisión de objetar, los principios de libertad, conciencia y ley que conforman la negativa a obedecer mandatos contrarios a las propias convicciones personales, en ciudadanos con pensamiento libre que viven en un país organizado con leyes promulgadas por sus vecinos.

Es, pues, la objeción de conciencia el principio moral que sustenta la rebelión ciudadana, cuando las personas se niegan a cumplir leyes artificiales con fecha de caducidad, contrarias a universales leyes naturales que determinan los comportamientos humanos.

¿Tienen los poderes públicos capacidad para exigir a los funcionarios del Estado el cumplimiento de leyes dictadas por ellos, si éstas son contrarias a las convicciones personales de quienes deben cumplirlas?

¿Merecen sanción quienes se niegan a traicionar su íntima conciencia, incumpliendo dictados externos, leyes y órdenes de sus vecinos, que confrontan y colisionan con su personal modo de sentir, vivir y creer?

¿Merece arresto un policía que se niega a reprimir manifestaciones ciudadanas que piden pan, trabajo y justicia para los hambrientos, parados y desahuciados, objetando razones de conciencia?

¿Merece suspensión un juez que se inhibe o evita el desahucio de un ciudadano desesperado, negándose a cumplir una ley centenaria, injusta y caduca, rechazada por su conciencia y ética profesional?

¿Merece sanción un médico que atiende a un “sin papeles” contraviniendo el eufemístico “Decreto Ley de medidas para garantizar la sostenibilidad del Sistema Nacional de Salud”, siguiendo el código deontológico dictado por su conciencia?.

COMPROMISO DE CONCIENCIA

COMPROMISO DE CONCIENCIA

La noción de conciencia es múltiple, variable y escurridiza, pero ha de ser consecuente con el modo de pensar de cada cual. Por eso remuerde a quien la traiciona, provocándole el desasosiego que siempre acompaña a la decepción personal.

Pero de ahí no pasa el daño, porque el perjuicio que reporta al traidor su remordimiento, se ve compensado con el beneficio que recibe.

Tal es el caso de los militantes de partidos políticos que votan decisiones de las cúpulas dirigentes, en contra de su conciencia.

O el de los militares, obligados a matar a hipotéticos “enemigos”, cumpliendo órdenes de quienes nunca han empuñado un arma contra otro ser humano.

O los policías que reprimen indiscriminadamente con desmedida violencia a porrazo limpio y certero bolazo, manifestaciones de ciudadanos que piden trabajo, pan y justicia.

O el verdugo que ajusticia a un reo, sin conocerlo siquiera, cumpliendo una sentencia o sometiendo su voluntad a una orden externa.

Son objeciones de conciencia conculcadas sin justificación alguna, por mucho que los autores apelen a la obediencia debida, porque ante la muerte y la opresión no hay justificación que tranquilice las conciencias honradas, solidarias y humanitarias, que pagan con el insomnio eterno su claudicación.

ACORDAOS DE VIVIR

ACORDAOS DE VIVIR

A veces conviene hacer un alto en el camino, detener los pasos, levantar la cabeza y mirar alrededor. Es necesario, de cuando en cuando, respirar hondo, moderar el ánimo, serenar el espíritu, examinar la conciencia, madurar los proyectos y sacar lecciones de experiencias propias.

Esta sencilla terapia permite clarificar la situación, despejar la niebla y retomar con más fuerza la vida, tras reflexionar sobre la falta de nuevas oportunidades existenciales en paraísos existentes sólo en los catecismos. No, amigos, no debemos aspirar a una vida mejor después de haber vivido, ni tampoco en tiempos futuros terrenales.

Pasamos la vida esperando lo mejor del futuro sin darnos cuenta del tiempo perdido anhelando la felicidad que hemos ido postergando, hasta que la aspiración a una vida descansada y feliz se centra en la jubilación, sin terminar de cumplirse el deseo porque los huesos oponen resistencia y las deserciones de familiares y amigos no ayudan a preparar el camino, retrasando la llegada de la vida que hemos esperado toda la vida.

Apartad, pues, los «después»,  “luegos”, “más tarde”, “cuando…”, y aprovechad el momento actual, tratando de encontrar el mayor bienestar aquí y ahora, porque el futuro a nadie pertenece, pero somos dueños absolutos del presente. Sed felices hoy porque la vida pasa al galope como un tren desbocado por la estación, sin detenerse a recoger viajeros despistados con el futuro que no alcanzarán nunca, porque cuando llegue será ya presente.

Dicen que la muerte es la gran socializadora porque a todos nos iguala, llega en las mismas condiciones y la afrontamos con idéntica soledad, pero también la felicidad socializa todo al no estar en venta, ni poder comprarse en taquilla alguna.

«Hay que vivir» dice la canción, y «Carpe diem» pregona el popular eslogan sin la fuerza necesaria para convencernos, porque los arponazos ideológicos infantiles dejan algunas huellas imborrables de cielos inexistentes fuera de las pilas bautismales.