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INJUSTO ASESINATO DE LOS ROSENBERG

INJUSTO ASESINATO DE LOS ROSENBERG

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Ser comunista en la época del macartismo tenía más peligro que meterse en la bañera con una docena de gremlins, porque el alcohólico senador era poco melindroso en cuestión de chamuscar a rojos en la silla eléctrica, como hizo con el matrimonio Rosenberg en junio de 1953, acusándoles de pasar hipotéticas informaciones a los rusos sobre la bomba atómica, que años después se demostró ser falso, cuando los judíos Julius y Ethel ya habían sido achicharrados en la prisión estadounidense de Sing-Sing.

La desclasificación de los documentos relativos al caso, demostró la falsedad de los testimonios aportados por los testigos de cargo presionados por el FBI en sus interrogatorios para que dijeran lo que McCarthy quería oír, poniendo en evidencia concluyentes pruebas de que el ingeniero eléctrico Julius y la frustrada actriz-cantante Ethel no habían cometido el delito por el que fueron electrificados, con cierta dificultad porque la señora tuvo que soportar tres descargas para que oliera a chamusquina el recinto.

Se confirmó que los secretos militares revelados por Rosenberg no tuvieron nada que ver con las bombas atómicas fabricadas por los rusos para igualarse con los estadounidenses en armamento militar de destrucción masiva quitándole la exclusiva a los yanquis, cuando las dos Coreas andaban a garrotazo limpio y los americanos estaban enfrascados en cazar brujas por los rincones.

Bastó a los jueces la sospecha y al Gobierno la duda razonable, para condenar sin paliativos a pena de muerte a la pareja por si acaso, incinerando por lo sano la inocencia que proclamaron los acusados sobre las acusaciones que echaron en sus espaldas los cómplices de dos asesinatos que permanecen impunes en la historia de un país sin aparentes fisuras democráticas.

EXTRANJERO INTERIOR

EXTRANJERO INTERIOR

Camus

Ser extranjero en el propio entorno sin participar en gestiones que afectan a la sociedad donde habita y mostrarse indiferente a la realidad absurda e inasequible que rodea al protagonista, es el argumento de la primera y mejor novela de Albert Camus, que vio la luz en 1942, cuando el autor argelino-francés cumplía los 29 años.

Nacido en Mondovi el 7 de noviembre de 1913, alcanzó el éxito en la juventud de sus 44 años, cuando la comisión danesa decidió concederle el Premio Nobel de Literatura, por su habilidad para poner sobre el papel los problemas que se plantean las personas en sus conciencias, derivados del absurdo de la condición humana.

El extranjero Meursault, cometió un crimen que consideró absurdo, considerándose inocente y guardando silencio ante su ajusticiamiento, sin mostrar arrepentimiento ni sentimiento compasivo, debido al aburrimiento que sentía ante la vida y la muerte, justificando su actitud en que “si uno debe morir, es evidente que no importa cómo ni cuándo se muere”.

Hijo de “pies negros”, Camus aprendió español con su madre, analfabeta y sorda, recordando de su padre el asco que le produjo un fusilamiento que presenció. Y de su maestro guardó profundo agradecimiento, que mostró dedicándole su discurso al recibir el Premio Nobel, tras superar una tuberculosis que le impidió realizar el examen de licenciatura y abandonar el Partido Comunista para acercarse al movimiento anarquista libertario y enfrentarse a Jean Paul Sartre.

Un desgraciado accidente de coche acabó con su vida el 4 de enero de 1960, cuando ya había rechazado el cristianismo, el marxismo, el existencialismo y toda ideología que levantara los pies del suelo, alejando al ser humano de su propia condición, dejándonos El Malentendido de la Muerte feliz que tuvo un Extranjero en medio de La peste, junto a La caída, El exilio y el reino de Calígula y el Estado de sitio para Los justos.

MANUEL MACHADO

MANUEL MACHADO

Unknown

Cuando Manuel nació en el sevillano Palacio de las Dueñas el 29 de agosto de 1874 no sabía que después jugaría con sus hermanos pequeños Antonio y José en el patio de la casa, ni que con Antonio viajaría, cantaría y escribiría páginas literarias inolvidables

Poesía, teatro, novela y ensayo, conforman su obra, a la que se añaden traducciones, críticas literarias y, sobre todo, divulgaciones del cante jondo, mostrando la hondura virgen de la copla andaluza más pura. Su escribir era escribir en seco, pues jamás corrigió un poema y al ponerles punto final, comenzaba a detestarlos.

Escritor desterrado al olvido por colaborar con el franquismo, encomiar a Franco en sus poesías y dedicar panegíricos literarios a personajes y símbolos  del régimen, olvidando los críticos que fundó en 1933 La Asociación de Amigos de la Unión Soviética, cuando la derecha condenaba el régimen comunista.

El oscurecimiento de su obra literaria le ha impedido brillar con la luz propia, y su gracia personal permanece oculta en las páginas, teniendo que soportar sobre los hombros la losa histórica de su hermano, a pesar del modernismo que guarda su poesía, el colorido festivo que la embellece y el andalucismo que la hace única.

Manuel tuvo “el alma de nardo del árabe español”, como las gentes que a su tierra llegaron. Fue la gracia hecha persona, la locuacidad en la palabra, la amenidad en sus gestos y la simpatía mezclada con melancólico acento andaluz, que utilizaba para expresar ideas eternas y valores permanentes, con verbo claro pleno de  memoria.