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Etiqueta: Cohn-Bendit

MAYO DEL 68

MAYO DEL 68

Unknown

Hace ahora 46 años que los jóvenes franceses con el estudiante de sociología Daniel Cohn-Bendit a la cabeza, se rebelaron en Nanterre y París contra las estructuras políticas, económicas y educativas francesas, uniéndose a ellos los obreros en una protesta que llevó a la huelga a diez millones de trabajadores.

Todo comenzó el primero de mayo cuando miles de personas se manifestaron en la Bastilla y en días sucesivos los estudiantes ocuparon la Universidad de La Sorbona en protesta por la ley educativa y la prohibición de residencias universitarias mixtas.

El punto de inflexión del movimiento se produjo un día como hoy de 1968, en «la noche de las barricadas», cuando miles de estudiantes fortificaron con barricadas el Barrio Latino, ordenando Charles de Gaulle el despliegue de carros blindados por las calles parisinas. A los estudiantes se unieron los sindicatos, obreros de las fábricas y ciudadanos indignados con la represión llevada a cabo por las fuerzas de seguridad, provocando cientos de heridos y un estudiante muerto.

Los jóvenes se declaraban independientes de las organizaciones políticas y mantenían reservas con los sindicatos por considerarlos reformistas, burocratizados y conservacionistas, organizándose internamente de forma espontánea, capitaneados por líderes sobrados de capacidad y valor, que echamos hoy de menos en las manifestaciones ciudadanas.

Mayo del 68 fue la consecuencia lógica del estado general de malestar ciudadano contra un sistema socioeconómico propulsor del imperialismo financiero excluyente, donde los trabajadores no participaban en el desarrollo económico ni político, gobernado en exclusiva por los empresarios y financieros. Por su parte, los estudiantes expresaron con sus protestas la decepción por las escasas posibilidades de futuro profesional que se abría en el horizonte inmediato para ellos, donde el paro y subempleo dominaban sus expectativas.

No sé si todo esto le suena a los ciudadanos que permanecen impasibles ante la degradante situación de este país, con excesivos cuerpos dolientes por la crisis económica, mientras los dirigentes presencian impasible la desgracia desde los escaños y consejos de administración financieros y empresariales, olvidando las consecuencias del mayo francés y otras revoluciones populares.

ANTORCHA HUMANA

ANTORCHA HUMANA

Me han conmovido el alma y sublevado el espíritu, las imágenes de la joven monja budista Palden Choetso ardiendo inmóvil en una calle de Tawu, hasta caer al suelo desmadejada en  cerro de cenizas, para reclamar los derechos de un Tibet libre.

Novena inmolación en poco tiempo, rociada con inflamable espíritu de 35 años vividos en la impotencia y frustración, sin más más salida de protesta que el suicidio.

Palden se plantó sobre el asfalto con el bidón de gasolina, una caja de cerillas y la voluntad firme de mantenerse ardiendo en pie para gritarle al mundo que la libertad de credo no puede ser aguijoneada por espuelas de intolerancia ni abuso de inquisidores .

El suicidio de esta monja ha transformado el ciclo de reencarnaciones en su credo, pero ella ha preferido perder posiciones en el mismo a cambio de golpear la moral de los despachos políticos, con el fin de lograr la libertad de sus hermanos tibetanos y los “programas de reeducación patriótica”.

No ha sido la locura causa de la expiación, ni tampoco el desamor a la vida, sino el deseo de emancipar a los hermanos de yugos y humillantes servidumbres, la causa que la ha llevado a ofrecer su vida por la patria y la fe, haciendo que la responsabilidad del acto caiga sobre quienes la obligaron a inmolarse para exigir libertad.

Ha pretendido Choetso hacer con su pira un arma contra el invasor y dar un tremendo aldabonazo a las conciencias occidentales que toleran silenciosas el atropello de un pueblo indefenso.

Por eso, quiero desagraviar mi dolor inmolándome con ella para hacer más llevadera mi estancia en esta magnífica cloaca, así definida por Marcuse y denunciada hace pocos días en el Parlamento Europeo por su seguidor Daniel Cohn-Bendit, en una histórica intervención que está dando la vuelta al mundo, de ordenador en ordenador.

Para los occidentales es difícil comprender la consolación que producen tales suicidios en el espíritu de quienes los practican, desde que el monje budista Thich Quang Duc se quemó vivo en una calle de Saigón el 11 de junio de 1963.

Por eso, me consuela pensar que para Choetso la muerte no ha sido una tragedia, ni un sufrimiento físico, porque se inmoló convencida que morir bien es mejor que vivir mal, pues malvivir es el mayor sacrificio.

Alguien que se prende fuego por un ideal, sin dar un solo grito, es un héroe al que todos debemos respetar.

Por eso, me inclino ante Palden ahogando lágrimas de dolor, mientras deposito en el asfalto chamuscado esta vela de adviento cristiano que hoy ilumina mi bitácora.