Lo que en principio parecía ser un tumor político maligno, perfectamente localizado en la víscera contable del Partido Popular, ha resultado ser un cáncer diseminado por todos los órganos vitales de la organización, por mucho que algunos dirigentes estiren el cuello, engolen la voz, esparzan sospechas de manos negras sin blanquearlas, maten a los mensajeros e insulten la inteligencia ciudadana con obviedades y justificaciones que nada justifican, en un proceso de bunkerización, heredero de tiempos ya pasados.
¿Alguien esperaba que Rajoy reconociera ayer lo que sabe todo el mundo? Pues no, claro, porque en ese caso tendría que haber ido al Comité Ejecutivo Nacional con las maletas hechas para irse al registro de la propiedad que regenta en Santa Pola, con el mando a distancia que le han instalado en Moncloa.
Rajoy ha huido hacia delante cortando la verdad por lo sano, negando lo evidente y sin pedir perdón al personal como hizo el Jefe del Estado ante lo indiscutible, aunque faltaran las pruebas de sus disparos, los colmillos del elefante, los controles de alcoholemia y las pruebas del ADN de su semen, confirmando Rajoy ser líder de una democracia platanera.
El presi nos ha insultado presumiendo de los resultados de la auditoria interna hecha por la actual tesorera del Partido sobre la contabilidad de la caja “A”. ¡Faltaría más! El presi nos ha insultado diciéndonos que va a presentar las declaraciones fiscales y de patrimonio donde sólo figura el dinero “A”. ¡Faltaría más! Pero nunca sabremos las compras, viajes, comidas, regalos y pagos diversos y elevados que pueden haberse hecho con dinero “B”. Y nos ha insultado negando la mayor, cuando algunos dirigentes de su partido han reconocido como ciertos los asientos contables que figuran en la contabilidad manuscrita de Bárcenas, acreditada por el grafólogo más torpe del reino, aunque algunos se empeñen en poner la atención en la temporalidad de las anotaciones.
No responder a preguntas de los periodistas es un fraude informativo. Hablar de transparencia poniendo tapias, es un engaño. Decir que él no ha repartido dinero negro es una obviedad. Tirar la piedra y esconder la mano, advirtiendo de conspiraciones judeomasónicomarxistas, es una falacia. Defender la inocencia de su ministra de copago ante la lluvia de coches, viajes, comidas, fiestas y correazos de Louis Vuitton recibidos, es obligarnos a pensar en lo que nunca hubiéramos sospechado.
Miren ustedes, si un animal tiene alas como los patos, patas palmípedas como los patos, pico de pato, vuela como los patos, se zambulle como los patos y dice cua-cua como los patos, es muy probable que se trate de un pato, aunque algunos dirigentes políticos insulten nuestro sentido común diciéndonos que es una liebre, porque ya llevamos mucho tiempo comiendo gato. Permítanos, presidente, que con dos palabras le digamos lo que pensamos de sus dos palabras: son falsas. Igual de falsas que sus promesas electorales. Y la única “sombra de la sombra” es la sombra que ustedes están poniendo a la verdad.