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BANDERA ROJIGUALDA

BANDERA ROJIGUALDA

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Todo el bandereo de ayer me permite recordar que hoy es el aniversario del drapeau nacional, porque el 13 de octubre de 1843 la ninfómana reina Isabel II firmó el decreto unificador estableciendo la bandera rojigualda como enseña nacional única, evitándose así que cada ejército tuviera la suya, cada regimiento su enseña, cada batallón su estandarte y cada fortificación su gallardete.

Desde ese día, ondeó la misma bandera en todos los mástiles, buques de guerra y campamentos militares, manteniéndose los colores rojo y gualda durante la Primera República Española de 1873, cambiando  la República de 1931 una de las bandas rojas por el color morado del pendón comunero.

Explicaron a mi infancia escolar que el color rojo hacía referencia a la sangre derramada por los nacionales en la guerra civil, y el amarillo al oro que robaron los rojos del Banco de España durante la contienda. Luego supe que los colores “encarnado” y “amarillo” fueron elegidos por Carlos III al ser estos los más visibles en el mar.

También me fue aclarado que el amarillo no es tal, sino gualda como la planta de tal nombre con tallos ramosos, hojas enteras, lanceoladas, con un diente a cada lado de la base, flores gualdas en espigas compactas, y fruto capsular con semillas pequeñas en forma de riñón, cultivada para teñir de amarillo dorado la bandera, tras su cocción.

 

QUEBRADIZOS PILARES SOCIALES

QUEBRADIZOS PILARES SOCIALES

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Parafraseando a Groucho Marx, propongo algunos pilares quebradizos que considero sustentadores de la sociedad actual, aceptando que quien esté en desacuerdo con ellos pueda cambiarlos por otros, que tendrán la validez que los discrepantes quieran otorgarles.

Entre los posibles asientos inestables donde reposa la vida española, propongo cuatro de ellos con carácter preferente: incultura, desmemoria, indiferencia y contumacia, abriendo las puertas a todas las proposiciones que quieran añadirse a estas cuatro rotaspatas sustantivas, responsables de nuestros males.

Incultura, porque la ignorancia es la causa de muchos males endémicos tradicionalmente instalados en este país, pues el desconocimiento y la falta de reflexión colectiva es aprovechada por los depredadores para beneficiarse de la torpeza ciudadana, en ámbitos políticos y religiosos, sin que los manipulados puedan hacer nada para evitar abusos y mentiras de los explotadores mentales.

Desmemoria, porque el olvido de tragedias pasadas y descalabros colectivos no ha evitado la repetición de los mismos tropezones como hubiera sucedido guardando memoria de ellos, lo que explica las sucesivas guerras civiles padecidas durante siglos, los repetidos engaños en los programas electorales, la ingenua credulidad de mentiras institucionales y la reproducción encadenada de los mismos errores.

Indiferencia en la clase dirigente ante las desgracias ajenas, porque la empatía no es una de sus virtudes ni la solidaridad forma parte de sus mandamientos sociales, estando todos los miembros de la banda dominados por una codicia desmedida, el engaño por bandera, la ambición de poder en el norte de las urnas y la prestidigitación del garrapiñe en el orden del día de todas sus reuniones.

Finalmente, la contumacia de los perversos es la clave de su victoria, aunque los contumaces se lleven por delante todo lo que encuentran a su paso, menos a ellos mismos que resisten, porque la experiencia demuestra que en esta tierra triunfan los que persisten en sus envites, los que provocan temporales y  dan empujones, porque los sufridores se lo permiten.

CATÓLICOS POR LA ESPADA

CATÓLICOS POR LA ESPADA

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Fueron declarados católicos los reyes así llamados, mediante bula pontificia otorgada por el Papa Alejandro VI el 19 de diciembre de 1496. Pontífice setabense de infeliz memoria, fundador de la saga Borgia y papá de varios hijos como César y Lucrecia Intrigante, manipulador, conspirador y multimillonario a costa de la fe.

El documento original de nombramiento papal concedido por tal papa, se encuentra en el Archivo de Simancas (Cat. V, Patronato Real, volumen I, Valladolid 1946, pág, 471, n. 3.363), escrito en pergamino con caracteres gótico-curiales, sello de plomo, cordón de oro y efigies de los santos Pedro y Pablo, donde podemos leer:

“Vuestras egregias virtudes de señalado celo de la fe católica y devoción a la Iglesia Romana, y para que los demás príncipes cristianos más se estimulen con vuestro ejemplo a merecer bien de la fe católica y de la Sede Apostólica, y esperando que contra los africanos y otros infieles Vuestras Serenidades han de reportar a la república cristiana cada día frutos más fecundos, y que perseverando en esta devoción y obediencia no habéis de faltar jamás a la misma Iglesia, Vuestra Madre Piadosa, y a la Sede Apostólica, y a nosotros que en ella nos sentamos, decretamos llamaros en adelante, por especial prerrogativa y privilegio “Católicos”.

Así quedaron nombrados los reyes Isabel y Fernando católicos de honor y lujo, justificándose el título por conquistar Granada, expulsar a los judíos, defender los intereses pontificios en Nápoles y Sicilia y guerrear en el norte de África contra los infieles en las cruzadas. Todo ello muy evangélico y fraternal.

Es decir, el argumento principal de la catolicidad otorgada a doña Isabel y don Fernando fue enviar súbditos católicos al matadero, con espada en mano, flechas al hombro y lanzas en ristre, a luchar contra los infieles de la media luna y la estrella de David, llevando la cruz por bandera.

FANATISMO NECIO

FANATISMO NECIO

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En el marco de las tradicionales cenas estivales que celebramos los amigos cada año de casa en casa, tras disfrutar de una partida de mus con bromas incluidas, tocó ayer el turno a una terraza que enarbolaba cara al sol la bandera española.

Abundante cena ofrecida por el anfitrión del festejo y copas a granel para acompañantes de los sufridos conductores, que sin envidia alguna veíamos como pasaba la botella de licor entre los copilotos que libaban con placer la copa refrigerada de alcohol.

Luego, en la sobremesa, ocupó el espacio central de la conversación la dichosa crisis, y al españolito que esto firma se le quedó helado el corazón como a Machado, al ver la defensa que hizo de “su” España, – la suya y del partido que defiende con su vida -, uno de los amigos.

Pensaba yo durante el debate, que los políticos y sus partidos no merecían el tiempo que les estábamos dedicando y menos el acaloramiento de un contertulio, porque cuando se somete la amistad a la política se deteriora una sin beneficio de la otra.

Cuando la pasión irracional por un partido político ahoga la capacidad de pensar, la inteligencia sale por la ventana.

 Cuando se niega lo evidente por defender lo indefendible, la evolución de la especie humana camina en sentido contrario.

 Cuando se habla por boca ajena repitiendo lo que no se entiende, se corre en riesgo de invertir el orden de las palabras.

Cuando de dedica todo el tiempo a la propia cepa, se corre el riesgo de llegar tarde a la vendimia común.

Cuando se confunde lealtad con entreguismo y se mezcla confianza con ceguera, la resultante suelen ser unas gotas de frustración, mucha tristeza y total decepción.

 Cuando se desfila con la bandera de la obtusa fidelidad mirando sólo para un lado, acaba uno dándose contra el poste

Cuando se declara la incondicionalidad y servidumbre a una ideología que nada beneficia a los aplauseros, la idiotez sustituye a la razón, es difícil compartir acuerdos, imposible dialogar y conviene buscar de inmediato la puerta de servicio.

ESCUELA

ESCUELA

ESCUELA

Carente el ser humano de la sabiduría del asno, tropieza más de dos veces en la misma piedra perdiendo el equilibrio los minutos justos para olvidarse del tropezón anterior, aunque presuma de aprender de sus propias experiencias, sin darse cuenta del engaño.

Hablo sólo de lo que conozco, de lo que he vivido y de cuanto he aprendido en la escuela de la vida, evitando repetir lo que otros han dicho y rechazando hacer mías experiencias ajenas, por ilustrativas que éstas sean.

Es así como he aprendido que admitir los errores propios satisface sentimientos, alimenta la salud mental y mejora la confianza en uno mismo, al tiempo que confirma la necedad de quienes se empeñan en mantenerlos. Pero también me ha enseñado la vida que disculpar las confusiones de otros y perdonar a quienes nos meten el dedo en el ojo no siempre regenera los comportamientos del agresor.

He aprendido que caminar por la vida enarbolando la bandera de la verdad junto a un rótulo enjaretado en la solapa condenando el cinismo, reconforta el ánimo, aleja el insomnio y estimula la moral de quien hace honor a tales distintivos. Pero también sé que tal actitud reduce notoriamente el número de amigos; que el destierro social está garantizado; y que los esfuerzos de promoción profesional y personal se multiplican por el cierre de despachos políticos, expulsión de redacciones de periódicos, eliminación en comisiones de selección y demoras injustificadas en oficinas administrativas.

He aprendido que respetar a todos los semejantes es una obligación que debe alejarnos del insulto y la ofensa personal, por muy distantes que estén de nosotros las creencias y hábitos del vecino. Pero he confirmado también que están eximidas de este respeto las decisiones tomadas por dirigentes cuando éstas sean desacertadas o nocivas para los intereses de quienes las sufren. Tampoco merecen consideración alguna las opiniones vertidas sin argumentos que las justifiquen; ni las actitudes y gestos detestables, aunque se disfracen con trajes de gala; ni algunas sentencias judiciales por mucho que se amparen en togas; ni los asertos de ignorantes que protegen sus memeces tras las cuentas corrientes; ni las pontificaciones celestiales de clérigos que viven en su paraíso sin mancharse los zapatos rojos en el fango de la miseria.

He aprendido a distinguir entre la multitud al tramposo, obstinado en engañar a cuantos le rodean; al corrupto, capaz de robarle la medicina a un enfermo; al prepotente que estira el cuello sin saber que en cualquier momento van a cortárselo; al cínico que insulta nuestra inteligencia con burdas mentiras; y al politiquero que se disfraza de político a la puerta de los colegios electorales.

He aprendido a golpes de sangre que nada hay más importante que ser uno mismo en la parcela que a cada cual corresponde, por mucho que los murmuradores se empeñen en llevarnos por rutas que despreciamos. Permanecer en el espacio que corresponde a cada uno en cada momento nos ayuda a ser algo más felices. Y despojarnos de las orejeras nos permitirá ver el paisaje a los lados del sendero.

He aprendido, finalmente, que sólo pierde el tiempo quien que no lo aprovecha, por eso el ocio estéril es la bancarrota de la vida.