Navegando por
Etiqueta: Ayuntamiento

14 DE ABRIL

14 DE ABRIL

Hace hoy ochenta y un años que Unamuno proclamó la 2ª República española en Salamanca desde el balcón del Ayuntamiento, poco antes de ser nombrado Alcalde Honorífico a perpetuidad por todos los concejales asistentes al pleno municipal.

Título honorario del que fue desposeído la tarde del 13 de octubre de 1936 tras el incidente con Millán Astray en el Paraninfo de la Universidad, regida por don Miguel. Han pasado los años y, finalmente, el sentido común ha ocupado el lugar que corresponde en las cabezas de nuestros ediles, y por unanimidad han decidido este año restituirle el acta de concejal, entregarle la medalla de oro de la ciudad y nombrarle hijo adoptivo de la villa salmantina.

Algo bueno se mueve en el Consistorio charro desde que lideran gobierno y oposición personas inteligentes, dialogantes y sensatas, después pasar un seco desierto democrático, con enfrentamientos vecinales provocados por quien tenía la obligación de evitarlos y con un despotismo en la gestión digno del sectario que ahora disfruta la canonjía senatorial.

Hace un año inserté en este blog el histórico discurso pronunciado por Unamuno a las seis de la tarde del 14 de abril de 1931, que concluyó diciéndole a los  salmantinos: “Permitidme la arrogancia de que sea yo quien proclame la República, en esta Plaza”.

Cierro el aniversario con la misma reflexión, porque aún hoy existen españoles que asocian el régimen republicano a la izquierda revolucionaria, al vandalismo y al desorden, sin percibir que la República no es más una forma de organizar el Estado cuya máxima autoridad es elegida por los ciudadanos de izquierdas y derechas, eliminando privilegios hereditarios propios de poblados medievales, donde la cultura no alcanzaba y la madurez faltaba.

FIESTAS, CASETAS Y TOROS EN SALAMANCA

FIESTAS, CASETAS Y TOROS EN SALAMANCA

345views

Estamos en plenos festejos tradicionales en la ciudad que habito, celebrando no se sabe muy bien qué, pero supongo que será algo relacionado con la Virgen patrona de la ciudad, aunque los espectáculos mundanos superen holgadamente a las celebraciones litúrgicas.

Sin ánimo de aguar la fiesta a nadie, porque no es esa mi intención ni lo conseguiría, quiero dejar constancia escrita de mi incapacidad mental para comprender que, año tras año, – pero menos este año  -, el Ayuntamiento dilapide miles de euros del dinero común en pagar festejos, teniendo, por ejemplo, calles sin luz y por asfaltar. Y no es que yo niegue la diversión ciudadana, no; pero que cada uno se la pague, como hago con los conciertos de Sabina, desde que compartí un bocadillo con él en Zurich, allá por 1986. Considero que los concejos no deben fomentar con nuestros impuestos las arcas de la hostelería, sino la cultura y bienestar de todos los ciudadanos.

Por otro lado, y debido al desgaste neuronal por la edad, no alcanzo a comprender el placer de mis vecinos  por tomarse de pie, entre empujones, envueltos en polvo y aromatizados con los gases expelidos por los vehículos a motor, una cervecita en improvisadas e insalubres casetas, servida en vasos de plástico.

Por último, tampoco acierto a comprender el interés de mis paisanos en ocupar rocosos tendidos graníticos en recintos circulares al aire libre, para ver como unos maniquíes vestidos con trajes iluminados arriesgan su vida con un trapo de franela en la mano, mientras van horadando la piel de un animal hasta apuntillarlo, entre el regocijo general. Juego mortal aplaudido por una multitud sobrada, espesa y desocupada, que corea el duelo solitario entre un muñeco trágico y la brutalidad de una bestia brava, encastada y encornada.