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PRIMER AUTO DE FE

PRIMER AUTO DE FE

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Un día como hoy de 1481 se enfrentaron por primera vez inquisidores y herejes en una plaza sevillana, para que estos adjuraran de sus pecados y se reconciliaran con la Iglesia Católica, como testimonio aleccionador para los osados creyentes que se atrevieron a decir algo en contra de la doctrina oficial.

Si las justificaciones del acusado durante el Auto de Fe no satisfacían a los oyentes que presenciaban tan humillante, injusto y temible espectáculo, el reo era conducido ante el tribunal inquisidor que sentenciaba al culpable a tortura, hoguera o estrangulamiento por malpensante y hereje.

Tan detestables ceremonias debieron resultar divertidas a los inquisidores y asistentes al deplorable espectáculo, pues esa primera experiencia fue repitiéndose por diferentes ciudades y pueblos durante siglos, para regocijo de inquisidores y monarcas abducidos por la religión católica.

Aquel primer Auto de Fe celebrado en Sevilla acabó con seis herejes acusados de un gravísimo delito contra la Humanidad, pues eran falsos conversos judaizantes, es decir, despreciables hebreos que habían fingido convertirse al catolicismo, pero mantenían sus costumbres, ritos y tradiciones judías.

Uno de los ajusticiados en la horca de Buena Vista fue el conspirador millonario Diego de Susón, delatado por su hija Susona, pagando con su vida el dinero y los bienes que le fueron confiscados por la Iglesia tras ser ejecutado, mientras su hija confesaba arrepentida su pecado y se retiraba a un convento, mereciendo su recuerdo una calle en la toponimia urbana junto al Real Alcázar de Sevilla.

MARIDAJE INTOLERANTE

MARIDAJE INTOLERANTE

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El maridaje Iglesia y Estado que llevó a Felipe II al altar político-religioso del brazo de Clemente VII, Pablo III, Julio III, Marcelo II y Pablo IV, comenzó a tomar tintes alarmantes con la promulgación de un decreto por el que se prohibía la importación de libros extranjeros y se ordenaba que todos los textos impresos en los territorios gobernados por el rey ¿prudente?, debían llevar la licencia del Consejo de Castilla y la censura eclesiástica correspondiente.

Con ello se pretendía dirigir la mente y los conocimientos de los súbditos en la dirección que más interesaba a la monarquía y al papado, con graves perjuicios para los ciudadanos cultos, los intelectuales y los librepensadores, publicando el Índice de los libros prohibidos por la Iglesia y amenazando de excomunión y tortura a quienes no atendieran lo ordenado.

Antes de contraer matrimonio por poderes en el mes de enero de 1560 con la hija de Enrique II, Isabel de Valois, de catorce años de edad, don Felipe despidió el año 1559 presidiendo un Auto de Fe en la plaza mayor de Valladolid donde fueron condenadas bajo la acusación de luteranismo treinta y dos personas, de las cuales trece de ellas fueron ajusticiadas a garrote y otras dos quemadas vivas: Don Carlos de Sesso y Juan Sánchez, criado del predicador de la corte Agustín de Cazalla, también muerto a garrote, cuya madre fue desenterrada y quemada.

Pero esto no fue bastante para los exterminadores: derribaron su casa para que no fuera ocupada por más espíritus malignos protestantes, cubrieron los restos con sal para ahuyentar libertades y levantaron un paredón de piedra cerrando el paso a la cultura, con un letrero contando el grave delito cometido y la mínima pena impuesta.