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YA EN VARYKINO

YA EN VARYKINO

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Un año más he llegado a mi sosiego reposado de Varykino, pero en esta ocasión más descolgado de mi entorno que en otras ocasiones, por obra y desgracia de quien tuvo el monopolio telefónico y hoy presume de agilidad y movimiento haciéndose llamar Movistar, aunque su comportamiento nada tenga que ver con la publicidad y promesas que difunde en los medios de comunicación y redes sociales, de los que me ha tenido apartado varios días con promesas incumplidas y palabras metálicas de robóticos contestadores telefónicos.

Finalmente, abre de nuevo mi ventana al mundo don César y la voz humana de una mujer de Alierta me alerta de que los técnicos han hecho la conexión informática, quedando pendiente la televisiva para cuando se fundan los casquetes polares con el calor desprendido por la impotencia y malestar que me han producido las ofertas, contraofertas, idas, venidas, llamadas e incomunicaciones.

Aquí estoy en mi Varykino recuperando olvidos de la memoria, con la nostalgia de saber que un año menos me aguarda este remanso y la felicidad de vivir un año más la recarga anímica que este retiro me concede, lejos de la prisa urbana, la celeridad del asfalto y los gritos nocturnos callejeros de la movida provocada por inmóviles cerebros.

Bienvenido todos a esta vuestra casa, desde la que seguiré en mi empeño por mantenerme despierto cada madrugada, anhelante por disfrutar las novedades que me tendrá reservadas cada nuevo día.

DICTADURA EMPRESARIAL MOTORIZADA

DICTADURA EMPRESARIAL MOTORIZADA

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El dominio que tuvieron durante muchos años los caminos de hierro por donde circulaban trenes y tranvías, dio paso a la dictadura del motor de cuatro tiempos, cuando se abrazaron Henry Ford, Harvey Firestone y Rockefeller, sellando un pacto para desterrar los railes e imponer el dominio del asfalto para los vehículos que salieran de sus fábricas de motores y neumáticos.

Lo que en principio fue un negocio menor, se multiplicó cuando se unieron a ese trío de fabricantes las empresas productoras del petróleo, encargadas de extraer y transformar el crudo en combustible para ser quemado en los motores que salían de la Ford Motor Company, rodando sobre neumáticos de caucho procedente de Firestone Tire and Rubber Company.

El resultado de aquel abrazo empresarial es bien conocido desde el Ártico al Antártico: infinitas millas de carreteras, surtidores de gasolina en el Cañón del Colorado, millones de kilómetros de autopistas, contaminación atmosférica progresiva y más muertos que en la guerra del Peloponeso.

La British Petroleum se puso a la cabeza en el ranking mundial de grupos industriales, seguida por la General Motors americana, dominando ambas los gobiernos, Universidades y entidades bancarias, al tiempo que coagulaban cualquier proyecto de investigación alternativo a sus motores y explotaciones petrolíferas, que hicieron megamultimillonarios sus beneficios empresariales.

DESDE MI VARYKINO

DESDE MI VARYKINO


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Tras varios días de cambios, adaptaciones, idas y venidas, estoy asentado en mi particular Varykino estival, donde el silencio facilita el descanso, la luz ilumina los rincones más oscuros, el asfalto se hace olvido, la distancia facilita el aislamiento, el jardín reverdece la esperanza, la vecindad se aleja y el frescor despierta el ánimo.

Cíclico retorno al sosiego extraditador de cláxones que conduce a una paz distanciada de cánticos embriagados de madrugada, cuando el festivo bullicio juvenil hace intransitables las aceras y el ritmo trepidante de los altavoces llega al dormitorio urbano golpeando los tímpanos del insomnio en el velatorio nocturno.

Regresar a Varykino lleva a la recuperación de la memoria perdida en el invierno de la ciudad, donde las fotos en sepia no tienen cabida en la estrechez del espacio familiar reducido a un metro cuadrado por los especuladores de la piqueta, el yeso, las tejas y ladrillos.

Extramuros de la ciudad, el refugio sedentario del alma custodia la historia personal en los archivos domésticos donde recuperan vida páginas vitales en recortes de periódicos y diarios escolares que reflejan la experiencia de las aulas, cuando el verano se antojaba regalo pasajero  escapado de las manos antes de atraparlo.

Se abre una vez más el remanso de Varykino, llegando este año con imposible vocación de eternidad, cerrando el paso a la nieve y los cielos grises, pero avisando que el regreso de las aves a las tierras calidad del sur, me devolverá de nuevo al abrigo familiar del fuegoil urbano en el subsuelo de las calderas.

BIERZO

BIERZO

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Bergium, Bergidum, Vierzo, Bierzo, … vergel. Aliento de vida que me invita cada año a retornar esperanzado a sus verdores, aromas y sabores, antes que la árida sequedad de la calima caiga rendida en el valle del Burbia, sacudida por el milagro de la hierba que rumorosa crece en los oídos de quienes abandonan su tiempo junto al cauce que destila su hermosura entre pedrizas desde Peña Cuiña y se nutre del Valcarce antes de hermanarse con el Cúa.

Bercianos y Bierzo desmienten la profecía que previene decepciones aconsejando no volver al lugar donde feliz se fue, porque en la tierra donde estuvo asentado el paraíso no tienen cabida los malos augurios, ni las frustraciones ocasionadas por el desencanto de no encontrar manos amigas que estrechar ni paisajes donde renovar el espíritu adormecido en el asfalto.

He vuelto al Bierzo y el calor humano permanece en la gente que habita este privilegiado territorio de belleza sin par, amistad duradera, deleitoso vino, reconfortante fruta, singulares pimientos y nutritivos botillos, no aptos para estómagos frágiles y paladares melindrosos.

Desde Galicia, abrazo al Bierzo a mi paso, envolviendo en él a todos los amigos reales y virtuales que hacen posible cada año soñar en un mundo posible de esperanzadores encuentros desconocidos en otras latitudes.