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BUDANISMO

BUDANISMO

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La calima veraniega altera la corteza cerebral en la madrugada agosteña, entonteciendo mis neuronas con tal firmeza que pierden su rumbo en la cisura de Rolando, dislocándome las ideas en el lóbulo frontal y luxando el pensamiento con atrofiada voluntad para sugerirme poner en marcha una ideología laico-religiosa que contente a creyentes y descreídos, uniendo budismo y cristianismo, en el budanismo.

El contenido de tal doctrina puede seducir a los bípedos racionales desde el Ártico al Antártico, porque tomaría el amor del cristianismo y la sabiduría del budismo, llevándonos a la solidaridad y la cultura, como valores sustantivos para alcanzar cielo y nirvana a la vez.

El sabio anciano Sidarta Gautama nos aconsejó hace miles de años que sólo creyéramos en nuestras propias vivencias y nunca en los cuentos que otros nos cuenten, recomendándonos al mismo tiempo buscar el conocimiento y la sabiduría, para liberarnos de cargas innecesarias y ser algo más nosotros mismos.

Sin ser dios de nada ni de nadie, su doctrina filosófica con derrame religioso podría ser teísta, como lo es la apuesta amorosa del hijo del carpintero que pretende hermanarnos en un marco virtuoso donde la generosidad, el perdón, la honradez, el amor y la verdad son señas de identidad que ennoblecen la condición humana que denigramos los humanos.

Buda complementa a Jesús proponiendo la cultura como elemento liberador de toda manipulación, abuso y explotación. Contra el totalitarismo, cultura; contra los extremismos, cultura; contra los fuegos eternos, cultura; contra el fanatismo, cultura; contra la manipulación ideológica, cultura; contra el terrorismo, cultura; y contra los mártires, cultura.

Salud, amor, pan, trabajo y cultura, son los ingredientes del cóctel de la vida que nos permiten alcanzar la paz y felicidad que merecemos.

DICTADURA EMPRESARIAL MOTORIZADA

DICTADURA EMPRESARIAL MOTORIZADA

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El dominio que tuvieron durante muchos años los caminos de hierro por donde circulaban trenes y tranvías, dio paso a la dictadura del motor de cuatro tiempos, cuando se abrazaron Henry Ford, Harvey Firestone y Rockefeller, sellando un pacto para desterrar los railes e imponer el dominio del asfalto para los vehículos que salieran de sus fábricas de motores y neumáticos.

Lo que en principio fue un negocio menor, se multiplicó cuando se unieron a ese trío de fabricantes las empresas productoras del petróleo, encargadas de extraer y transformar el crudo en combustible para ser quemado en los motores que salían de la Ford Motor Company, rodando sobre neumáticos de caucho procedente de Firestone Tire and Rubber Company.

El resultado de aquel abrazo empresarial es bien conocido desde el Ártico al Antártico: infinitas millas de carreteras, surtidores de gasolina en el Cañón del Colorado, millones de kilómetros de autopistas, contaminación atmosférica progresiva y más muertos que en la guerra del Peloponeso.

La British Petroleum se puso a la cabeza en el ranking mundial de grupos industriales, seguida por la General Motors americana, dominando ambas los gobiernos, Universidades y entidades bancarias, al tiempo que coagulaban cualquier proyecto de investigación alternativo a sus motores y explotaciones petrolíferas, que hicieron megamultimillonarios sus beneficios empresariales.