MENTIRA DEL XIX
Es cierto que el rey-padre Juan Carlos mató de un disparo inocente y fortuito a su hermano Alfonsito en la mansión familiar de Estoril, pero fue mentira histórica periodística que Enrique de Borbón, duque de Sevilla y cuñado de la reina, se matara a sí mismo de un disparo mientras limpiaba la pistola, porque la realidad fue distinta.
Antonio de Orleans, duque de Montpensier, también cuñado de la reina por su matrimonio con Luisa de Borbón, fue uno de los conspiradores contra Isabel II, participando activamente en el éxito de la Revolución Gloriosa que desterró a la ninfómana, comenzando entonces los codazos con su primo Enrique de Borbón, duque de Sevilla, para imponerse en la línea sucesoria al trono.
Tal fue la rivalidad y enfrentamiento entre ambos caballeros, que se retaron a duelo de pistola en la escuela de tiro de Carabanchel, donde ambos acudieron la mañana del 12 de marzo de 1870 con levita negra y armas a punto, acordando dispararse alternativamente a nueve metros de distancia hasta que uno de los dos pasara a mejor vida, lo cual le sucedió al duque de Sevilla, rodando el Borbón por el suelo de un certero disparo en la frente, propinado por el cuñadísimo.
Antonio respiró ufano y se fue a por el trono, encontrándose cerrada la puerta de acceso a la corona, porque este fue ocupado por Amadeo I de Saboya, sentenciando el Consejo de Guerra que lo juzgó, que la muerte del infante Enrique había sido fortuita y accidental, sin ser creído en ningún mentidero, a diferencia de lo sucedido con el inconsciente disparo del actual padre-real.