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Etiqueta: acusaciones

RAREZAS PARLAMENTARIAS

RAREZAS PARLAMENTARIAS

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La parálisis que sufre el Parlamento español es buen momento para reflexionar sobre ciertas “rarezas” que suceden en ambas Cámaras, con la esperanza de evitarlas en el futuro, aun sabiendo que continuarán sucediendo como están porque la contradictoria condición humana nos lleva fatalmente a ello, desde que el primer simio puso pie en tierra.

Raro parece que nuestros parlamentarios lleven dos meses paralizados, vegetando en los escaños y pasillos camerales, pero cobrando el sueldo mientras sus jefes de fila negocian entre ellos sin llegar a un acuerdo, sabiendo que si los empleados de una empresa no trabajaran mientras los miembros del comité de empresa negocian el convenio, no cobrarían el salario y muchos se irían al paro de forma inmediata.

Raro parece que sus señorías se insulten entre ellos, mientan con descaro y profieran graves acusaciones mutuas de todo tipo en el Congreso sin que nada les ocurra, mientras los ciudadanos podemos sombrearnos en calabozos por insultarles a ellos.

Raro parece que los parlamentarios sean los únicos “trabajadores” que fijan sus propios salarios, establecen sus privilegios y legislan protecciones judiciales para ellos, mientras el resto de ciudadanos dependemos de su “señora” voluntad.

Raro parece que se obligue a los ujieres del Parlamento a llevar corbata, – como un presidente hizo con dos parlamentarios -, y que los padres de la patria puedan ir descorbatados por los escaños y pasillos de los pasos perdidos.

Raro parece que los parlamentarios puedan yantar y libar en la cafetería que arrendamos todos los ciudadanos a un hostelero, mientras los propietarios del local no pueden disfrutar de esos precios en las cafeterías donde se ven obligados a consumir.

Raro es todo lo que parece raro, siendo muchas las rarezas crónicas de un raro Parlamento formado por individuos raros procedentes de la rara cepa nacional, que con sus rarezas convierten en natural lo que sería raro en otras latitudes.

INSULTOS POLÍTICOS

INSULTOS POLÍTICOS

Vamos directamente al grano: ni España se desmorona, ni es comparable con Sodoma y Gomorra,  ni los cuatro jinetes del Apocalipsis se han apostado en los puntos cardinales del país a la espera de una orden divina para lanzar el ataque definitivo que nos aniquile a todos de un plumazo. Nada de eso es verdad, a pesar de los esfuerzos que hacen algunos por acongojar a quienes les escuchan. Tranquilos, que la realidad sólo llega al gris oscuro.

Ocurre, simplemente, que los políticos van por caminos que nada tienen que ver con las rutas que seguimos los ciudadanos. Eso explica los excesos verbales de ambas cuadrillas y los insultos que mutuamente se propinan. Mirad, si hiciéramos caso a las descalificaciones que se hacen unos a otros nos uniríamos los ciudadanos para acabar definitivamente con ellos. Pero como sabemos que todo pertenece al teatro público, pues nada, ni vemos, ni oímos, ni compartimos, aunque la gran mayoría, callamos.

Las acusaciones mutuas de mentirosos son tan frecuentes que de ser ciertas estaríamos en manos de dos pandillas de cínicos de diverso color y pelaje. Cuando unos tildan a los otros de irresponsables y éstos les responden llamándoles ineptos, no debemos concluir que estamos rodeados de irresponsables ineptos. Y si  un alto dirigente acusa a otro del bando contrario de pirómano político y éste responde llamándole borracho, tampoco debemos pensar que hemos puesto la antorcha en manos de un borracho al frente del polvorín autonómico.

La guinda a tanto piropo la puso un diputado cuando le gritó a otro del partido contrario “¡cállate cabrón!”, durante un debate parlamentario, obligándonos a pensar en una oscura competencia para ver quien insulta más y mejor, en el menor tiempo y con mayor eficacia. Esa es la forma que tienen de dirimir sus diferencias. ¡Ah! luego nadie tiene culpa de nada, porque unos responsabilizan a los otros de la situación para garantizar el mal entendimiento.

También se califican mutuamente de farsantes, autoritarios, antidemócratas, cobardes, antipatróticos, expoliadores, sinvergüenzas, traidores y de otras lindeces por el estilo, que de ser ciertas, imaginaos en manos de quienes estaríamos.

No contentos con insultarse entre ellos, algún incontrolado se acuerda de nosotros y nos llama miserables, mientras otro califica como “tonto del culo”,  a un periodista incómodo, y se queda tan contento. Son así.

Pero no hay que dar importancia a estas perlas. Los ciudadanos somos bastante más sensatos y prudentes que estos dirigentes, elegidos por nosotros entre los que nos ofrecen los partidos, como mal menor, porque no tenemos otros.