EL PAPA

EL PAPA

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La foto que me muestra un amigo tras su visita al vicario católico, permite contemplar a muchos ciudadanos pisando el mármol Vaticano de Carrara para ver de cerca al papa, perdidos entre casullas, mitras y bonetes; dormitando en las escalinatas; bebiendo agua samaritana en las colas; y comiendo tras las columnas barrocas de Bernini, donde muchos jóvenes y viejos han ido a reivindicar la integridad personal del pontífice argentino.

Comparto los valores humanos que representa el papa Francisco y rindo homenaje a la honestidad, generosidad, sacrificio y lucha por la solidaridad, la libertad y la paz, que está llevando a cabo este reverendo hombre de Dios, como mensajero incansable de la verdad, entendimiento y esperanza para todos los pueblos.

Según parece, gran parte de los que han ido a Roma con este amigo no buscaban al Papa con mayúsculas, sino al padre o abuelo que lidera eternos principios evangélicos sin fisuras hipócritas, atisbos de corrupción, cinismo legalizado, sonrisas de porcelana, falsas promesas o seductores cantos de sirenas.

Peregrinó este amigo al Vaticano para aplaudir al paradigma de la ética, al referente moral, al soñador del amor fraterno y al defensor de la igualdad. En una palabra, se ha reunido con otros miles, esperando contagiarse del espíritu que desparrama un tío legal, como dicen los jóvenes.

Por eso, tal vez, sobraban muchos de los que allí estaban porque una cosa es predicar y otra dar trigo. Una cosa es santiguarse y otra comprometerse. Una cosa cosa es la especulación teológica y otra el compromiso profético. Sobre todo en tiempos de hipocresía legalizada, donde la bisutería moral ha sustituido a la ética y el cinismo religioso campa por sus respetos entre los creyentes que se dan golpes de pecho con la mano izquierda mientras esquilman al vecino con la derecha.

A la globalización, cuyo líder es el dinero, Francisco ha opuesto el amor y la solidaridad, con mérito para hacer atractiva la honradez; dignificar la decencia; enaltecer los derechos humanos; y consagrar la libertad, convirtiéndose en la voz de los sin voz, el pacifista más revolucionario, el referente moral, el modelo a seguir y el paradigma de todas las virtudes que han huido de los despachos políticos, financieros y empresariales.

En Francisco han cristalizado los valores que hacen más habitable la tierra. Y su actitud ha provocado la sintonía emocional de millones de personas, traducida en una catarsis colectiva purificadora que nos hace a todos más hermanos.

Los ciudadanos se han fijado en la lucha del papa por la igualdad social, por la defensa de los débiles y por lograr un mundo más justo, sabiendo que este Pontífice ha preferido ver muros ideológicos por el suelo, más allá de los dogmas tridentinos; ha preferido la paz, a la ortodoxia; y los derechos humanos de la gente a los derechos de sus clérigos.

La historia nos dirá si fue un mago de la demagogia, un encantador de ingenuos, un visionario de la fantasía, un embaucador de crédulos, o el líder carismático que ahora algunos escépticos niegan que sea.

EL GABACHAZO DE FONTAINEBLEAU

EL GABACHAZO DE FONTAINEBLEAU

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El 27 de octubre de 1807, el valido Godoy en representación de Carlos IV y Napoleón, firmaron el tratado de Fontainebleau de ayuda mutua para invadir Portugal y repartirse el territorio, haciéndose al mismo tiempo con los puertos atlánticos para impedir que Inglaterra se abasteciera en las aliadas costas portuguesas.

De esta forma, se autorizó a las tropas francesas a pasar por territorio español, olvidándose el enviado del borbón de leer la letra pequeña que figuraba en el reverso de las intenciones gabachas, donde se permitía a los soldados dormir bajo las encinas salmantinas, el pórtico de la catedral de Burgos, la playa donostiarra, la Barceloneta y el templete de Pamplona, entre los mil lugares españoles que invadieron aprovechando su paso por la piel de toro, sobre la cual asentaron 120.000 soldados franceses que controlaban comunicaciones y fronteras.

El motín de Aranjuez provocó la caída fulminante de Godoy, la abdicación inmediata de Carlos IV en su felonazo hijo Fernando, la ocupación de Madrid por las tropas de Murat y la coronación de Pepe Botella, hermano del todopoderoso dios emperador.

A partir de aquí vino lo que vino, y los españoles tuvimos que salir juntos a la calle con hoces, guadañas, navajas y arcabuces a pelear contra los invasores por nuestra independencia, tras el engaño sufrido en Fontainebleau, aunque malas lenguas aseguraron que Godoy conocía las aviesas intenciones de los aguerridos vecinos que pretendieron cambiar la dinastía borbónica por la napoleónica.

LA FAMA EN GABO

LA FAMA EN GABO

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Primer bimestre sin Gabo y su afecto se ha multiplicado tras la muerte, como suele ocurrirle a todas las personas, que son evocadas tras la desaparición con un cariño y respeto que no les fueron otorgados por algunos en vida, cuando tuvieron oportunidad de concedérselos y no lo hicieron.

Tuvo Gabo fama entre nosotros mientras empujaba el carro de la vida, levantándose cada mañana sin saber qué iba a ser de él, y por no saberlo lo empujaba con más fuerza persiguiendo la meta que buscaba y despertándose cada día con el miedo en el cuerpo por lo que pudiera sucederle, hasta que llegó el Nobel multiplicando los temores, según testimonio de Plinio Apuleyo.

No se dejó Gabo deslumbrar por la fama anticipada que le llegó en su primera madurez pues había previsto lo sucedido, manteniendo que la fama y el poder caminaban por senderos paralelos, unidos por traviesas de frío aislamiento, inquietante soledad y escaparate público.

Rechazó siempre la fama que estuvo a punto de desbaratarle la vida perturbándole el sentido de la realidad, como el poder hace con los dirigentes del mundo, llevándole a una incomunicación con el entorno superada a base de pisar tierra firme, atándose al mástil de la humildad, el compromiso y la solidaridad con el pueblo.

El riesgo a ensoberbecerse y acomodarse en la torre de marfil cual Simón estilita, le llevó a desaconsejar el éxito a los amigos, para evitar que les sucediera como a los alpinistas que se matan por llegar a la cumbre y cuando llegan tienen que bajar con la mayor dignidad posible.

El desencanto con los micrófonos, portadas de periódicos, autógrafos, flashes y entrevistas le obligó a declarar en 1991 que “si hubiera sabido que esto era así, habría hecho todo lo posible para que mi obra fuera póstuma”, porque “la fama condena a la soledad”.

PAÍSES SIN VOZ

PAÍSES SIN VOZ

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En el reparto geoeconómico que han hecho los países norte dejando al sur de la vida a los más pobres, queda claro que muchos de estos son realidades fantasmales que sólo cuando les azota una singular desgracia son observados compasivamente por el norte, sin que estos hagan el amago de echarse la mano al bolsillo para ayudarles a salir de las arenas movedizas que amenazan con devorar a los sureños.

Países como Botswama, Eritrea o Rwanda, no aparecen en las pantallas televisivas salvo que a un rey le dé por ir a matar elefantes a su territorio, se mutilen entre ellos, el ébola los desangre o el hambre haga estragos entre la población, porque sin catástrofes excepcionales estos países no existirían ni sus habitantes merecerían un renglón en las páginas de periódicos norteños.

Sólo aparecen en los medios de comunicación cuando una inundación se lleva pueblos enteros de una comarca, el fuego devora sus montes, una epidemia diezma la población o el SIDA hace de las suyas en miles de cuerpos sin futuro, pasando en pocas horas al más absoluto anonimato aunque sucedan a diario tragedias que harían enmudecer al mundo si sucedieran en países del norte.

Así sucede que llena más páginas de periódicos y abre más telediarios en todas las cadenas televisivas la noticia de la muerte de un niño atropellado en una calle madrileña, que el fallecimiento diario de 25.000 personas de hambre por faltarles un mendrugo de pan que llevarse a boca.

En este reality show del sur, los desgraciados no aparecen en la tele, salvo para verlos morir en directo con el objetivo de la cámara apuntando directamente a la burla de una sociedad que consuela su indiferencia lamentándose de la desgracia ajena, pero sin alzar los brazos ni coger el hazadón.

CASO ERREJÓN

CASO ERREJÓN

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Un buen amigo me pide opinión pública sobre el «caso Errejón», pensando que voy a decir lo que espera que diga cuando en realidad mi pensamiento está muy alejado del suyo en esta cuestión, aunque coincidamos con el proyecto «renovador, rompedor y limpiador» de Podemos, como le sucede a más ciudadanos cada día, según reflejan las encuestas.

En contra de lo niegan muchas incondicionales voces, hay «caso Errejón» porque la tozudez de los hechos impide escamotear una realidad que está sobre la mesa social con el peso específico que corresponde a quienes han hecho de la honestidad bandera, erigiéndose en adalides de una administración pública honrada y limpia hasta el último de sus rincones.

A quienes seguimos ilusionados con los postulados defendidos por la organización política Podemos, manteniendo la esperanza en que sus principios acaben imponiéndose en la sociedad española, nos sorprende la torpeza intelectual y política de sus líderes al infravalorar la persecución a que estarían sometidos por todos los poderes reales y fácticos implantados entre nosotros.

Dicho esto, cierto es que la apertura de veda a la caza Podemos está siendo desmedida, pero no es menos cierto que al final los detractores han acabado cazando pieza.

Cierto es que no pueden compararse los graves casos de corrupción con lo sucedido a Errejón, pero es falso que se trate simplemente de un “papelito”.

Cierto es que el castigo mediático es desproporcionado, pero también es verdad que no se trata de una fantasmagórica confabulación judeo-masónico-marxista.

Cierto es que todo podría haberse arreglado sin el exceso de confianza demostrado, pero no es menos cierto que en la Universidad huele a podrido.

Cierto es que existen corruptelas mayores, pero no pueden minimizarse las corruptelillas, porque son el comienzo de las grandes trampas y fraudes.

Cierto es que las Instituciones necesitan ser barridas de porquería moral, pero antes hay que coger la escoba y barrer la casa propia de cada cual.

Cierto es que satisface ver la altura a que Podemos ha puesto el listón de la honestidad, pero la mujer del César ha de parecer honrada, además de serlo.

Cierto es que los aspirantes a gobernarnos deben exigir el máximo compromiso a los demás partidos, pero sin aplicar rebajas o descuentos a las exigencias propias.

Cierto es el mayor daño que reporta la viga en el ojo ajeno, pero también perjudica la paja en el propio, cuando se ha confiado en la vista del afectado.

Cierto es que el director del proyecto autorizó verbalmente la ausencia, pero también es verdad que el amiguismo con Montero desacredita el permiso oral.

Cierto es que otros partidos tienen más mierda que ocultar, pero ese argumento justificativo es inaceptable en políticos a quienes se supone honradez y altura política.

El doble incumplimiento de contrato de Íñigo Errejón, por no estar en su puesto de trabajo, ni tener compatibilidad con su responsabilidad política en Podemos, no es asunto menor, ni cuestión de papelitos. Y quienes podemos votar a Podemos pedimos respuesta del partido acorde con lo que todos esperamos de ellos para la redención de este país.

Nos conformamos con que Errejón hubiera dicho: “Es mía la responsabilidad de haber incumplido un trámite administrativo de obligado cumplimiento que rectificaré de forma inmediata, asumiendo las consecuencias que de ello se deriven y lamento el involuntario daño político que mi negligencia haya podido ocasionar a Podemos”. Y punto.

MARÍA TERESA LEÓN

MARÍA TERESA LEÓN

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Hace hoy veintiséis años que María Teresa León se le fue del corazón a Rafael y a nosotros de la historia, dejándonos el rastro perdido de una vida exiliada junto a su enamorado Alberti y la niña Aitana, sin que doblen las campañas por ella en las espadañas litúrgicas, ni eleven su recuerdo las páginas por esta escritora silenciosa, que recostó su cabeza en la plateada melena del poeta de la mar.

Fue María Teresa contadora de cuentos para soñar, escritora de melancólica memoria, musa enamorada del veintisiete, soñadora de retornos, sustento del poeta y armadora de esperanzas en sucesivos territorios desterrados, cuando el retorno se antojaba lejano, hasta que la tromboflebitis del usurpador se acomodó en el vestíbulo de La Paz ofreciéndole la redención.

La sierra de Aitana se agitó llorando como pañuelo al viento, despidiendo a la pareja el día que la locura clavó su estaca, fundiendo en sus cumbres la esperanza de un inmediato retorno, al emprender la caminata de país en país, sin paradero para sus delicados pies, heridos por cuarenta años de llorar una patria, con miedo a quedar dormida en alguno de los cementerios transeúntes por donde pasó, lejos de una España vacía de trigo por la metralla.

París, Marsella, Buenos Aires y Roma con mochila de infortunio al hombro, espíritu reforzado, mirada desconsolada y esperanza frustrada, sin otro afán que pisar la riojana tierra madre que la vio nacer, acariciando cepas de vino compartido durante sesenta años con el “tonto de Rafael”.

De vuelta a casa, ennegreció su alma el sabor amargo de la vejez ganada en dolor forzado de exilio, víspera del destierro definitivo que la abandonó en un tren sin retorno camino de la nada, olvidando que fue el verso azul del veintisiete, herida de muerte por la enfermedad incurable del olvido, dándonos tiempo a recordar que el inesperado Alzheimer se apoderó de su mente, llevándosela silenciosamente por delante el 13 de diciembre de 1988.

IMPUNIDAD GROSERA

IMPUNIDAD GROSERA

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Jugar con la imaginación nos permite denunciar situaciones hipotéticas de la vida común que a todos nos afectan, – sin ser amordazados por la nueva ley mordaza -, insospechadas si los acontecimientos no permitieran concluir verdades incuestionables confirmadas por la realidad de los hechos, sin consecuencias para los responsables de la tragedia.

Supongamos, pues, que el exjefe del Estado, modelo de amor patrio, paradigma de cumplimiento legal y arquetipo de servicio a la nación, tiene cuentas millonarias ocultas en paraísos fiscales defraudando a la Hacienda pública que pertenece a todos los súbditos del reino, sin que ocurra nada.

Supongamos que los representantes del pueblo elegidos por el pueblo para servir los intereses del pueblo, se sirven del pueblo que los ha elegido y roban la cartera a los votantes en su propio beneficio con insultante descaro y tolerancia de los tribunales de justicia, sin que ocurra nada.

Supongamos que “consejeros” y “cajeros” desvalijan las Cajas donde los ciudadanos guardan sus ahorros y estos son obligados a reponer de nuevo el dinero que les han robado y pagar millonarias indemnizaciones a quienes han arruinado las entidades financieras que regían, sin que ocurra nada.

Supongamos que el Gobierno de la nación restringe derechos ciudadanos básicos, detiene a los que piden trabajo, condena a quienes piden techo para vivir, castiga a los que exigen justicia para delincuentes encorbatados, sanciona a quienes demandan valores democráticos y premia con entregas millonarias de dinero del pueblo a los estafadores del pueblo, sin que ocurra nada.

Supongamos que todo esto sucede en un reino con exrey en hornacina, donde cinco millones de trabajadores están de brazos caídos, los políticos mantienen sus privilegios, se enriquecen los tramposos, el Gobierno incumple sus promesas, se miente burdamente al pueblo, la justicia duerme y los ciudadanos aceptan resignadamente su condena.