INTERROGANTES DE MADRUGADA

INTERROGANTES DE MADRUGADA

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La templanza del alba otoñal es buena compañera de reflexiones que abre a los interrogantes las puertas al amanecer, cuando el resplandor del nuevo día alumbra pensamientos y sentimientos que la noche oculta en la almohada del ensueño, mientras el insomnio hace sus travesuras.

¿Por qué creemos lo que creemos con el vano argumento de haberlo recibido por tradición familiar, catequesis escolar o contagio social, sin pruebas de ello ni convicción racional sobre ideas opuestas al común sentido, hasta dar la vida por ellas aunque la experiencia muestre lo contrario a nuestra credulidad?

¿Por qué la reflexión sobre las causas y efectos de algunos hechos fundamentales pasa desapercibida ante nosotros, aunque sean determinantes para nuestra vida, y condicionen el futuro que nos espera?

¿Por qué la eternidad empequeñece la existencia, obstaculiza la razón, niega la paz interior, olvida nuestra procedencia y es patrimonio escatológico, si para nosotros nada hay más allá de la efímera vida?

¿Por qué las emociones anulan la razón, obligándonos a desear vidas futuras a golpes diastólicos de corazones, sin argumentos racionales para renunciar a la búsqueda en el ámbar y en el agua del origen de la vida?

Se trata, amigos, de tomar partido por la duda, jugar racionalmente con el tanteo, negar la credulidad del carbonero, penetrar en el misterio y apostar por la incertidumbre, evitando creencias que nos eviten pensar, sentir, razonar y decidir a partir de la propia experiencia vital de cada cual.

FELICITACIONES INMERECIDAS

FELICITACIONES INMERECIDAS

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Se extiende la costumbre de felicitar a quien no hace otra cosa que cumplir con sus obligaciones, realizando el trabajo según corresponde, llegándose en algunos casos a ponderar obviedades en el ejercicio profesional, como tuve que oír ayer a un amigo deshaciéndose en elogios con otro colega porque cumplía escrupulosamente su horario de trabajo, como si tal cumplimiento mereciera reconocimiento.

Cada cual debe realizar con el más alto grado de profesionalidad y honradez las responsabilidades que le son propias, sin estimarse como excepcional aquello que corresponde a la tarea de cada cual en el ámbito de la normalidad exigible a un trabajador, sea este de la condición que sea o de la empresa que sea, pero especialmente si la empresa es el Estado que pagamos todos.

No cabe el halago gratuito por el buen ejercicio de las funciones que cada cual tenemos asignadas, menos aún si este inmerecido aplauso viene acompañado de medallas, placas, estatuas, portadas de periódicos, entrevistas, crónicas y fotografías para inmortalizar el recuerdo y perpetuar una buena imagen del felicitado entre el vecindario, algo muy frecuente entre la clase política, hasta que el tiempo abre la ventana del olvido y una corriente de menosprecio devuelve las cosas al lugar del que nunca debieron salir.

Procede el honor y la distinción ante hechos de singular importancia, realizados por personas que logran objetivos extraordinarios, capaces de transformar lo excepcional en cotidiano, como le sucede a tantos prohombres de la historia que han pasado por la vida dejando un rastro de servicio indiscutible a su raza.

Por el contrario, cabe, eso sí, la censura a quienes muestran una evidente negligencia en el cumplimiento de sus obligaciones, falta de previsión o exhiben una ostensible incapacidad para el trabajo que deben desarrollar. Cabe, igualmente, la crítica ante errores que certifiquen ineptitud o mala realización de los deberes asignados, pero no tiene espacio la alabanza gratuita por la tarea política rutinaria.

La palmada en la espalda es para quien la merece realmente, si queremos que esa palmada continúe significando lo que verdaderamente representa, sin pervertirla con inmerecidos reconocimientos a quienes no han acreditado méritos para recibirlos.

EVIDENCIAS Y PRUEBAS

EVIDENCIAS Y PRUEBAS

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Todos los mortales, salvo los jueces, sentenciamos sin temor a equivocarnos que un líquido blanco embotellado dentro de una vasija, es leche fija. No necesitamos más pruebas, ni controles, análisis o reconocimientos, para tener certeza absoluta sobre el contenido del recipiente.

Los jueces, no. Bueno, sí; pero para dictar sentencias condenatorias necesitan pruebas delictivas que el sentido común de los ciudadanos pasamos por alto, porque nos rendimos a la evidencia de unas circunstancias concluyentes para profanos y lerdos en Derecho, aunque sepamos los derechos constitucionales que asisten a todos los ciudadanos, incluso a los delincuentes.

Es decir, que los jueces no pueden condenar a nadie si carecen de las pruebas que acrediten el delito. Esto es así por mucho que nos empeñemos en defender que las infracciones evidentes no necesitan señales y que un juez puede obviar las trampas legales para sancionar fechorías percibidas hasta por el más tonto del vecindario, aunque por esa ventana se escapen muchos delincuentes de guante blanco, ciertos políticos astutos y abundantes cínicos sin escrúpulos.

Esto es algo que sorprende a los ciudadanos, a los animales domésticos, a las plantas silvestres, al empedrado de las calzadas romanas y a las truchas de los ríos, pero también a los propios jueces que ven con frustración conculcados sus propios deseos por la ley que tienen obligación de respetar, aunque algunas veces este respeto les cueste sangre, sudor y lágrimas al redactar sentencias absolutorias a consumados corruptos, defraudadores, evasores, corruptores y tramposos que se les escapan de las manos por rendijas legales abiertas en las leyes que deben aplicar.

BERGOGLIOMANÍA

BERGOGLIOMANÍA


imagesEl viaje del papa por Cuba y Estados Unidos predicando paz, entendimiento y abolición de la pena de muerte, explica la bergogliomanía que ha desatado ese corazón ambulante que destila amor en sus caricias a los niños, desvalidos, enfermos y marginados, que va encontrando por este mundo de los hombres.

El deseo de Jorge Mario de cambiar su nombre por el de Francisco en recuerdo del santo de Asís que vivió la pobreza hermanada con animales y toda criatura de Dios, nos hizo pensar que sería un papa comprometido con los más desfavorecidos, siguiendo la huella doctrinal marcada por el hijo de un carpintero, pero nunca sospechamos que la bergogliomanía alcanzara las cotas de respeto y cariño que está alcanzando el papa.

Francisco decidió añadir a sus raíces jesuíticas la condición franciscana, dejando claro que el primer papa procedente del cono sur estaba dispuesto a renovar el añejo mensaje de la Iglesia, a decir en voz alta las opiniones que circulaban en sordina por las parroquias vecinales, a dar testimonio evangélico, a redimir de la pobreza a los necesitados y a ser la voz de los sin voz.

Humilde hasta la santidad, cercano al dolor, fraternal con los sufridores, dialogante con los poderosos, comprensivo con los descreídos, defensor de la justicia y renovador doctrinal, que con sus actitudes y palabras ha hecho retemblar el pensamiento de teólogos seguidores de la ortodoxia vaticana, desde la casa de huéspedes del Vaticano que ocupa, negándose a vivir en palacio.

Este religioso, que fue “persona del año” en 2013, ha cautivado el corazón de creyentes y descreídos que no pisan las iglesias ni practican seculares ritos religiosos, porque les importa más la frescura del personaje, su honradez, compromiso, alegría, entrega y desinterés, que la tradición doctrinal.

JUBILACIÓN DEL SENTIDOR

JUBILACIÓN DEL SENTIDOR

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Hace hoy 151 años que vino al mundo en su bochito bilbaíno un vasco-castellano universal que pasó por la vida agonizando contra el Misterio, agitando conciencias, luchando contra todos, contra todo y contra sí mismo, defendiendo de la verdad por encima de la paz, dando ejemplo de honradez, siendo esposo fiel, amigo leal y político comprometido con la sociedad de su tiempo, llegando a ser el más grande intelectual que ha tenido la Universidad de Salamanca en sus 800 años de historia.

Hace hoy 81 años que Miguel de Unamuno recibió en Salamanca el homenaje mayor que imaginarse pueda, con motivo de su jubilación en la cátedra universitaria que ocupó durante 39 años, excluyendo los seis años que estuvo desterrado en Fuerteventura, París y Hendaya, por el dictador Primo de Rivera y el vesánico Martínez Anido.

Estas dos efemérides en el mismo día hacen inevitable el recuerdo a un sabio singular, que quiso ser por encima de todo sentidor con el alma en vilo sobre la conciencia de sus vecinos, derramando pensamientos y sentires en estrofas, páginas, proscenios, tribunas, periódicos y cartas, con sabiduría profunda, compromiso social y generosidad desconocida por los creadores de la falsa mitología unamuniana que se expande sin redención posible.

La Asociación de Amigos de Unamuno homenajea hoy a la persona que justifica tal agrupación de sus amigos, en el espacio ocupado por él durante años de escolástico magisterio, sin otra pretensión que agradecer a don Miguel su legado literario y el testimonio de vida que dio a la Humanidad este pensador universal.

NO ENTIENDO

NO ENTIENDO

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Al acercarme esta madrugada al ordenador me encuentro con el correo de un amigo catalán que me confiesa con amargura: “Todos los partidos cantan victoria menos el del Gobierno, pero la realidad es que aquí hemos perdido todos, unos y otros, porque estamos rotos por la mitad, fracturados, y ahora toca recomponernos poniendo sentido común en la estelada”.

El comentario de este amigo me da pie a expresar mi incomprensión con algunos hechos acontecidos en estas elecciones, por si algún lector amigo de este blog tiene respuestas que me permitan comprenderlos.

No entiendo la radicalización de los independentistas contra el resto de ciudadanos españoles, ni la prepotencia, agresividad, ironía y mordacidad demostrada a lo largo de toda la campaña y en la noche de ayer, porque es un estilo que se aleja del que practico.

No entiendo que en unas elecciones autonómicas no se haya hablado de la gestión hecha por el Gobierno, de los programas de actuación y de los problemas ciudadanos.

No entiendo que en las elecciones autonómicas catalanas, el primer candidato a presidir la Generalitat haya ido en cuarto lugar en la lista electoral.

No entiendo el entendimiento que puede haber entre representantes de la burguesía catalana y ciudadanos pertenecientes a la izquierda radical.

No entiendo que unas elecciones autonómicas traducidas por definición en escaños parlamentarios se transformaran por obra y gracia de los independentistas en un plebiscito; pero comprendo menos aún que una vez transformadas las elecciones en plebiscito, se contabilicen escaños en los resultados, y no votos.

No entiendo que para asuntos menores como reformar el Estatuto de autonomía catalana, aprobar una ley electoral autonómica propia o para designar a los miembros del Consejo Audiovisual de Cataluña, se necesiten los dos tercios de los escaños parlamentarios, y para nombrar al Defensor del Pueblo autonómico se exijan los tres quintos de los escaños, y, en cambio, para declarar la ¡¡independencia!! de Cataluña le baste a los independentistas para proclamarla con la mitad de los escaños.

Finalmente, no entiendo que Artur Mas se considere legitimado para continuar el proceso independentista habiendo perdido el plebiscito que propuso y sabiendo que los dos millones de ciudadanos que se han abstenido no son independentistas.

ME DUELE CATALUÑA

ME DUELE CATALUÑA

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Quiero dejar el sentimiento que me embarga desde hace meses ante la deriva independentista que han tomado muchos ciudadanos catalanes, con más ofuscación que cordura, empeñados en un proyecto que concluirá en frustración de la mitad de sus vecinos, y una quiebra social sin precedentes, pues sea cual fuere el resultado del “plebiscito” una de las dos partes fragmentadas tendrá que lamerse las heridas.

¿De qué han hablado los líderes independentistas? Junqueras de dignidad y de dinero Mas, pero no alcanzo a ver el trato indigno por parte del resto de autonomías a Cataluña que proclama Junqueras, ni veo complicado resolver un problema económico, porque todo lo que pueda arreglarse con dinero tiene fácil solución.

Pero en ningún caso encuentro razonable que tales argumentos puedan llevar, nada menos, que a la ¡¡independencia!! catalana, salvo que el fanatismo como religión independentista de unos y la ofuscación centralista de otros, estén impidiendo el acuerdo que deseamos la mayoría, para vivir en paz en un Estado federal.

Mi experiencia durante años en la Confederación Helvética, me permitió comprobar que las profundas diferencias entre los ¡26 cantones! asentados en un territorio que tiene la misma extensión que Extremadura, no era ni es inconveniente para que se mantengan unidos porque los suizos saben que todo les irá mejor si hacen piña, en convivencia pacífica, con tres idiomas oficiales, desequilibrios económicos territoriales mayores de los que nosotros tenemos y diferencias esenciales entre los territorios alemán, francés e italiano, que conforman el país.

Esta experiencia, junto al humano afecto por esa tierra y el bloqueo intelectual provocado por mis apátridas neuronas, son las causas de mi incapacidad para comprender el anacronismo y quebranto que representa la segregación territorial catalana, en un mundo que camina hacia la integración, el interculturalismo, la globalización y el mestizaje, así como la obcecación inversa de quienes tenían que haberse sentado hace años en la mesa de negociación.

Tal incomprensión intelectual me lleva al desconcierto; y el sentimiento afectivo, al dolor, por las consecuencias de ruptura social que sufrirá esa comunidad con semejante desatino, más preocupante que todas las dificultades legales, económicas, políticas y comunitarias que esperan al pueblo catalán.

Los catalanes independentistas han de saber que la mayoría de españoles no somos jacobinos, ni nos parecemos a Wert y a todos los van de su mano, ni despreciamos sus aspiraciones, ni tenemos recelo alguno, porque nos gustaría tanto catalinizar el resto del territorio con las bondades catalanas, como españolizar a Cataluña con aquello que les sea útil a los catalanes.

Los independentistas deben saber que no se van a independizar del pequeño grupo que les ha dado la espalda durante años, sino de un pueblo formado en su inmensa mayoría por ciudadanos que aman a Cataluña y a los catalanes, que aceptan su fortaleza identitaria, que valoran su trabajo bien hecho, que agradecen su solidaridad, que admiran su capacidad de trabajo, respetan sus ideas y están dispuesto a aprender mucho de los catalanes, ofreciéndoles a cambio cuanto de ellos necesiten.

Ha llegado el momento de mejorar el autogobierno catalán, de potenciar la lengua y cultura catalanas, de aumentar el presupuesto público y de respetar el deseo identitario de los catalanes, pero no hagamos experimentos con pólvora humana, de consecuencias imprevisibles.