UTOPÍAS

UTOPÍAS

El portavoz cordobés del Partido Popular en la Comisión de Sanidad del Senado, Jesús Aguirre Muñoz, afirma que es utópico mantener una sanidad universal, equitativa, gratuita y solidaria. Algo que confirma el proyecto popular de llevarnos a una sanidad privada, injusta, onerosa e insolidaria, sin tener en cuenta que no no estamos dispuestos a seguir ese camino si antes no se cumplen otras utopías más saludables y beneficiosas para el país y los ciudadanos, como es la reducción salarial de los políticos que sangran las instituciones públicas.

El señor Aguirre debe saber que las verdaderas utopías están recogidas en el capítulo primero del libro aún por escribir “Politiqueros al banquillo”, en el que figura como destacada quimera que los políticos responsables de despilfarrar el dinero de los ciudadanos, vayan a la cárcel y en ella descansen por los siglos de los siglos. Amén.

Utopía es que los políticos corruptos devuelvan al erario público todo el dinero que han robado a los ciudadanos.

Utopía es que los políticos tengan la honradez, competencia y generosidad necesaria para gobernar al pueblo que representan.

Utopía es que los políticos estén obligados a pasar unas pruebas selectivas que acrediten su capacidad para ejercer su trabajo.

Utopía es que a los políticos se les retiren las tarjetas de crédito con cargo al ciudadano, los coches, guardaespaldas y privilegios sociales.

Utopía es que los políticos tengan como único empleo la dedicación exclusiva a los ciudadanos evitando otros trabajos a los que se dedican.

Utopía es que los políticos sean un ejemplo social de honradez, limpieza, transparencia, esfuerzo, renuncia, competencia y verdad.

Utopía es que los políticos se vean obligados a utilizar la sanidad pública para que defiendan su universalidad, gratuidad y solidaridad.

Utopía es conseguir que políticos como el señor Jesús Aguirre desaparezcan del mapa y pasen el resto de su vida remando en la galera del olvido.

ACUSACIONES IMPERSONALES

ACUSACIONES IMPERSONALES

La falta de valentía administrativa de algunos gestores públicos, unido al miedo de otros a tirar la piedra contra el caradura, para evitar que se convierta en un bumerán a su propia negligencia, hace que las llamadas de atención a los subordinados sean impersonales y generalizadas, metiendo en el mismo saco a justo y pecadores.

Las declaraciones del secretario de Estado de Administraciones públicas, don Antonio Beteta, son prueba de ello cuando dice al mundo que “los funcionarios deben olvidarse de leer el periódico y tomar un cafelito”. Sus palabras ofenden a muchos servidores públicos honestos y entregados a los ciudadanos, que se llevan trabajo a casa, sin tiempo para desayunar con sus hijos ni recrearse haciendo crucigramas o sudokus, al tiempo que enmascaran a los que no dan palo al agua. Es decir, mal.

Todos sabemos de profesores que se escaquean más de lo que pueden, de cirujanos que no saben coger el bisturí, de administrativos que se pasan el día defraudando con su trabajo a los contribuyentes, de funcionarios que no funcionan, de empleados públicos que roban muchas horas de trabajo con sus retrasos sistemáticos, sus salidas anticipadas y su escaso rendimiento.

Pero también sabemos que a su lado trabajan funcionarios públicos al límite de sus posibilidades físicas sin reconocimiento alguno y, en algunos casos, sufriendo en sus carnes la impunidad con que se mueven los estafadores sociales que están a su lado, siendo de dominio público el desprecio  que ponen en el ejercicio de su profesión sin que el jefe o jefa mueva un dedo para evitarlo.

No comparto para nada la generalización de Beteta, pero los directores de instituciones públicas están obligados a controlar la actividad de quienes dependen de ellos. Deben analizar los rendimientos de los subordinados y verificar el cumplimiento del horario, para eliminar a los parásitos que viven del sudor del vecino.

No hablo de látigos, ni de moving laboral, ni de persecuciones, ni de exigencias de trabajo más allá de lo que corresponde. Pido simplemente a las cúpulas directivas que eviten la discriminación, los “complementos” lineales y generalizados, las llamadas abstractas de atención, la tolerancia de lo que debe ser intolerable y el silencio, amparador de quienes se aprovechas de los demás.

Pero sé que esto no es posible porque así me lo han enseñado mis décadas como funcionario docente y la experiencia, ya que el valor administrativo escasea, la competencia de las cúpulas es dudosa, el apoyo recibido a las sanciones limitado y en algunas ocasiones el jefe debe guardar silencio y mirar para otro lado porque él también tiene mucha mierda profesional que esconder bajo la alfombra de su despacho.

INSOMNIO REAL

INSOMNIO REAL

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Atormentado por el insomnio que le producía al rey Juan Carlos el paro juvenil, decidió el pasado jueves someterse a un tratamiento intensivo de disparoterapia para superar la traumática vigilia que padecía, poniéndose en manos de un chamán botsuanés, y hasta su choza se desplazó con un fajo de 60.000 euros en la mano para abonar los servicios del hechicero.

Superada la primera sesión de espiritismo, el monarca se retiró a descansar relajado por efecto de los líquidos, humos y vapores empleados por el brujo en adormecerlo. Pero cuando estaba a punto de caer en brazos de Morfeo, el barritazo de un elefante le hizo saltar de la cama y tomar el fusil del nigromante para defenderse de la bestia, derribándola de treinta y cuatro certeros disparos, dejándole el cuerpo como un colador.

Para celebrar la matanza, se reunió con los indígenas del poblado y bebieron agua embriagadora de un pozo encantado hasta las cuatro de la mañana, en que un maldito escalón se cruzó con el real pie izquierdo del insomne, haciéndole añicos la cadera, sin que los cuarenta millones de súbditos supieran lo sucedido.

Volando a lomos del avión cedido por un amigo multimillonario tomó tierra en su reino, exigiendo ser ingresado en una clínica privada para evitarle a la ruinosa sanidad pública un gasto innecesario, demostrando con este gesto su amor a los súbditos, la gran preocupación que sufre por la economía de su feudo, el dolor insoportable por los cruzados de brazos, la pesadumbre por la prima que tiene en riesgo y una desmedida confianza en los servicios sanitarios que disfrutan sus feudatarios.

Todo esto sucedía sin que nadie saqueara la solitaria Zarzuela el mismo día que los republicanos brindaban con esperanza por la tercera República, su ilustre esposa celebraba la fiesta de pascua a 2.395 kilómetros de distancia y sin prisa por regresar, el heredero fingía una sonrisa a la entrada de San José para tranquilizar a los siervos, su antimonárquico nieto Froilán asomaba el ojo por agujero perforado de su pie y Anasagasti pedía la abdicación del monarca.

14 DE ABRIL

14 DE ABRIL

Hace hoy ochenta y un años que Unamuno proclamó la 2ª República española en Salamanca desde el balcón del Ayuntamiento, poco antes de ser nombrado Alcalde Honorífico a perpetuidad por todos los concejales asistentes al pleno municipal.

Título honorario del que fue desposeído la tarde del 13 de octubre de 1936 tras el incidente con Millán Astray en el Paraninfo de la Universidad, regida por don Miguel. Han pasado los años y, finalmente, el sentido común ha ocupado el lugar que corresponde en las cabezas de nuestros ediles, y por unanimidad han decidido este año restituirle el acta de concejal, entregarle la medalla de oro de la ciudad y nombrarle hijo adoptivo de la villa salmantina.

Algo bueno se mueve en el Consistorio charro desde que lideran gobierno y oposición personas inteligentes, dialogantes y sensatas, después pasar un seco desierto democrático, con enfrentamientos vecinales provocados por quien tenía la obligación de evitarlos y con un despotismo en la gestión digno del sectario que ahora disfruta la canonjía senatorial.

Hace un año inserté en este blog el histórico discurso pronunciado por Unamuno a las seis de la tarde del 14 de abril de 1931, que concluyó diciéndole a los  salmantinos: “Permitidme la arrogancia de que sea yo quien proclame la República, en esta Plaza”.

Cierro el aniversario con la misma reflexión, porque aún hoy existen españoles que asocian el régimen republicano a la izquierda revolucionaria, al vandalismo y al desorden, sin percibir que la República no es más una forma de organizar el Estado cuya máxima autoridad es elegida por los ciudadanos de izquierdas y derechas, eliminando privilegios hereditarios propios de poblados medievales, donde la cultura no alcanzaba y la madurez faltaba.

BALANCE AUTONÓMICO

BALANCE AUTONÓMICO

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Diciendo lo que voy a decir, sé que algunos van a decir lo que no quisiera que dijeran, pero voy a tolerar lo que digan porque tienen derecho a decir lo que quieran. Los años pasados en un país tan «profesionalmente autonómico» como Suiza, me autorizan a decir que el origen de nuestra ruina se encuentra en «estas» autonomías de mi patria.

Dicho esto, se equivocarán quienes me tachen de robespierranismo trasnochado, de jacobino decadente, de impertinente filogirondino o de revolucionario de chistera, aunque mis intenciones estén lejos de pretender ejecutar al rey con todos sus cortesanos, ni de romper con el sueño histórico autonómico de mis paisanos gallegos, vascos y catalanes.

Tampoco pretendo insultar a don Felipe y don Leopoldo por los acuerdos alcanzados en los primeros pactos autonómicos de 31 de julio de 1981, a los que se añadieron los segundos en 1992 por acuerdo entre González y Aznar. No.

Pero la experiencia adquirida en 34 años de Estado Autonómico refleja que el dinero invertido en edificios, sueldos, dietas, despachos, mobiliario, consejeros, parlamentarios, asesores, guardaespaldas, funcionarios, coches, chóferes, etc. ha sido la causa de nuestros males, incrementada por el despilfarro y la mala gestión, ya que la multiplicidad de parlamentos y gobiernos no ha dado al pueblo el rendimiento que pregonaban sus patrocinadores, ni las ventanillas se han acercado más al ciudadano.

Tantos miles de millones de euros como se han invertido en estas autonomías, hubieran estado mejor empleados en promover empresas, mejorar infraestructuras, fomentar el empleo, incrementar el bienestar ciudadano, crear hospitales y levantar centros educativos, siendo ahora la situación distinta para los ciudadanos que habitamos distintos espacios en la piel de toro. ¿Quiénes han sido los mayores beneficiarios de la política autonómica? Pues los depredadores que han sabido aprovecharse de ella, pero no el pueblo. Es decir, los pícaros de siempre.

Según datos consolidados de la contabilidad nacional, elaborados por el Ministerio de Hacienda, las comunidades autónomas gastaron en 2011 la cantidad de ¡86.333 millones de euros¡, de los cuales 53.484 millones (¡el 62 %¡) se fueron en gasto de personal, o como diría un castizo, las comunidades se han convertido en oficinas de colocación, en mamoneo de politiqueros, amiguismo insultante y descarado nepotismo. ¡Ah!, no intenten pasar estas cifras a pesetas porque reventarán las calculadoras.

Si tenemos en cuenta que la deuda pública de la comunidades asciende a ¡140.083 millones de euros¡  según el Banco de España, no queda más remedio que apuntalar con honradez, responsabilidad y competencia el artículo 2º, antes que un golpe desesperanzado del pueblo ponga las cosas en su sitio, porque la indignación es grande, la desvergüenza va en aumento, los abusos no cesan, aumenta dolorosamente el número de parados y el «rescate» está dando cada día mayores aldabonazos en la puerta para dejarnos definitivamente en situación de K.O. técnico.

¿AMNISTÍA FISCAL? NO, GRACIAS

¿AMNISTÍA FISCAL? NO, GRACIAS

No queremos el olvido legal de delitos fiscales cometidos por millonarios de este país ni que se extinga de un plumazo su responsabilidad social y penal. Queremos justicia.

No queremos oscuras negociaciones con los evasores a la luz de la luna bajo una palmera en paraísos fiscales, con una piña colada en la mano y en la otra el capital hurtado a los ciudadanos. Queremos justicia.

No queremos ver florecer brotes verdes con violadas hojas de quinientos euros en las Agencias Tributarias, procedentes de falsos techos, dobles paredes, sociedades fantasmas y cajas blindadas. Queremos justicia.

No queremos aliviar la crisis del pueblo con la miseria de explotadores, la codicia de especuladores, el abuso de constructores, la mentira de estafadores y la ventaja de chantajistas. Queremos justicia.

Queremos que la justicia mantenga firme la espada, nivelada la balanza y los ojos vendados, para los administradores de la misma sigan su ejemplo y no les tiemble el pulso, contaminen las puñetas o asomen la vista por encima de la venda ante un título nobiliario, un sillón presidencial, un escaño o una abultada cuenta corriente.

Queremos que la insolidaridad y el engaño de unos cuantos privilegiados sociales que se reparten el 83 % de la tarta nacional, pase remando en galeras el tiempo que decida la justicia, porque estremece pensar que quienes han defraudado a los vecinos y se han aprovechado de los servicios que los demás han pagado con sus impuestos, puedan beneficiarse de una amnistía que no merecen.

Queremos que la Comunidad Europea ayude a todos los países miembros a resolver el problema de una manera muy económica, sencilla y eficaz: intercambiando el color de los billetes de 500 y 200 euros, declarando ilegales los que ahora duermen en cajas fuertes y paraísos fiscales, un sueño que no merecen.

SOY FROILANISTA

SOY FROILANISTA

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Fui, en principio, juancarlista por considerar que la monarquía no tendría mucho futuro con un rey juramentado al Movimiento Nacional, saltándose a la torera la herencia dinástica que correspondía a su padre don Juan y, además, puesto en el trono por el General Franco. Pero me equivoqué.

Después me hice marichalarista al saber las andanzas del duque consorte, sin éxito en mis expectativas porque lo fumigaron sin plenas narices, fundiendo su estatua de cera en el destierro interior.

Más tarde, puse mis pretensiones en Letizia, pero su plegamiento sumiso a la corona, la profesionalidad inoculada por la suegra y el tirón de bridas que le dieron en protocolo, me obligaron a borrarla de la lista.

Fue entonces cuando surgió inesperadamente Urdangarín con la guadaña de la ambición en la mano dispuesto a segar monarquía, pero todos los miembros de la “Casa” saltaron a tiempo levantando los pies del suelo para librarse del corte, incluso su infanta esposa que nunca ha saltado a la comba.

Pero me queda Froilán de Todos los Santos, con sus demonios todos metidos en la médula de los huesos, para depositar en él las esperanzas, y ¡vive Dios que éste tipo no fallará!

Quien ya de pequeño se dedicaba a patear en iglesias a sus coleguillas y con trece años se pega un tiro en el pie, es un chaval con futuro, que emulará las hazañas de don Ernesto, aunque Hannover quede lejos de Zarzuela.

Esto es lo que importa, porque lo demás son tonterías.

Que la ley prohíbe el empleo de armas de fuego a menores de 14 años, no importa. Ahí está el abuelo para decir urbi et orbi que la justicia es igual para todos, ¡faltaría más!

Que, para la abuela, “con los niños siempre pasa eso”. Por supuesto. Todos los peques menores de catorce años manejan armas de fuego y se disparan a los pies, sobre todo los que tienen el pedigrí de Froilán.

Que la penuria real les impide abonar el copago en los hospitales públicos, pues a una clínica privada, que sale gratis.

Sólo preocupa que en el próximo despiste del niño se lleve por delante a Federica, como hizo el abuelo con su hermano Alfonso de forma involuntaria en 1956, mientras jugaban ambos con un revolver en el desván de la casa portuguesa.