DESIGUAL COMBATE

DESIGUAL COMBATE

La asistencia obligatoria a clase diaria en la escuela gratuita de la vida, no facilita el aprendizaje en cabeza ajena ni ayuda a comprender que la victoria de David sobre Goliat es un cuento bíblico que nada tiene que ver con realidad.

Hemos de saber que combatir con desiguales fuerzas sólo conduce a la derrota del más débil, porque la diferencia se resuelve siempre a favor del corpulento, por mucho que el primero corra o se enrosque impotente en el rincón, mientras el equipo de matones al servicio del patrón le rompe los huesos a puñetazos.

Quienes han sufrido flagelaciones públicas injustas en medios de comunicación, saben bien de qué hablo, pero quienes no hayan sido todavía abofeteados desde las pantallas de televisión, ondas de radio o páginas de periódicos han de saber lo que sufre el fustigado cuando un medio de comunicación agrieta cínicamente la fama de un honrado ciudadano y además envía cobardemente a la papelera las réplicas del ofendido ocultando al público su verdad, al tiempo que sigue apaleándole hasta dejarle noqueado en el suelo sin haberle concedido la palabra, envuelto en la mayor  indefensión y lamiéndose las heridas con impotencia y frustración.

Sabed todos que la coz al aguijón concluye siempre con la cojera perpetua del ingenuo mentecato que pretende dañar el puntiagudo acero de la maldad contenida en el criticado todopoderoso, que no tolera ni el roce de la más leve insinuación.

Enseña la vida que la utilización pública de las personas concluye siempre con la ruina del monigote. Pero también advierte que la manipulación es preludio del insomnio porque la vileza de quien la practica sólo merece el descanso eterno.

No es cierto que hacer de la verdad privada mentira pública beneficie a quien practica tan detestable oficio, porque mantener la verdad en leal intimidad otorga lo que en taquilla alguna puede comprarse, y la traición a la amistad sincera  sólo lleva al desprecio colectivo de la gente honrada.

Por ello, no es “tiempo de silencio” frente a los dominantes medios, en este espacio de liberal griterío. No es tiempo de callar la mierda, podredumbre, corrupción, cambalaches, maldades y envidias, que deambulan por algunas redacciones y despachos, aunque el cuarto poder fumigue las personas que dicen palabras elevadas en decibelios que sobrepasan lo autorizado por quienes dominan las rotativas, ondas y pantallas.

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