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Autor: Francisco Blanco Prieto

MADUREZ, DIVINO TESORO

MADUREZ, DIVINO TESORO

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Discrepo de los nostálgicos emparentados generacionalmente conmigo, que añoran la juventud huida de las manos como tesoro divino que fue, sin percibir que tienen con ellos el vellocino de oro de la madurez, tras haber pasado el calvario juvenil, donde solo el vigor gratifica la existencia.

Etapa joven inestable, turbulenta, conflictiva, insegura y agitada, que hace del aprendizaje, pesadilla; de los errores, costumbre; de la ignorancia, cretinez; de la aventura, afición; y de la pujanza, soberbia; sin percibir la coetaneidad excluyente de diferencias temporales, permitiendo al azar abrir rendijas en el muro de la edad cuando el infortunio juega al escondite con la antojadiza parca.

La mala digestión de los codiciados ritos iniciáticos provoca vómitos emocionales juveniles que la madurez ha superado. Las contradictorias propuestas de familiares a los deseos personales y complicidades amistosas deslizan el inestable futuro de la juventud por el filo de la navaja que divide la realidad y el deseo.

Madurez estable enfrentada a las turbulencias y desajustes juveniles. Armonía interior frente a vulnerabilidad adolescente. Seguridad profesional frente a la incertidumbre laboral de los principiantes. Consolidación afectiva, frente a inestabilidad emocional de los amores alternativos. Firmes decisiones frente a inestables criterios sin firme asidero. Y predicciones futuribles frente a hipótesis volanderas.

La madurez aporta conciencia interior y percepción exterior, inalcanzable en la juventud por su déficit experiencial, escasa prudencia y menguada sabiduría, propia de quien camina a sobresaltos con andaderas inestables hacia la paciencia, estabilidad, constancia, reflexión, tolerancia, coherencia, pericia, templanza, experiencia y personalidad propia de la madurez.

CORRUPTORES

CORRUPTORES

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Como champiñones otoñales, han proliferado en España los políticos sobornables que se dejan pervertir con euros y viciar con dádivas, regalos y viajes a cambio de favores, recalificaciones y concesiones a los corruptores, enriquecidos tras llenar los despachos oficiales con bolsas de basura rebosantes de billetes de quinientos euros.

Tales sujetos carecen de honradez, estilo, respeto y discreción, porque van sobrados de chulería, prepotencia, cinismo y desvergüenza. Trileros sociales sin capacidad para pensar en otra cosa que no sea llenar la hucha personal al precio moral que demande su desmedida ambición, sea cual fuere el peaje ético a pagar por el soborno.

Actualmente, se han unido cual gremio medieval en la ACU (Asociación de Corruptores Unidos) con el fin de defender su rateromomio de intromisiones ciudadanas y judiciales, porque la ley abre rendijas que impiden reunir todas las manzanas podridas en un solo cesto y encerrarlas a perpetuidad a la sombra para evitarles ambiciosas calenturas.

¿Será cierto que hay sobornadores por agremiar en el estercolero de la corrupción, donde se cambian contratos, convenios y concesiones por bolsas de dinero y regalos de diferentes formas, colores, precios y tamaños? Es seguro que los corruptores conocidos no son los únicos ni los últimos que conoceremos. En despachos amurallados de muchas ciudades puede haber cómplices que con su silencio impiden que la bola de nieve engorde hasta echar abajo el caseto donde se brinda con amiguitos del alma.

¡Qué afán tienen los choricetes en dar la nota! ¡Qué manía por exhibir la prepotencia hasta en la puerta de los juzgados! Les falta discreción porque les sobra ambición. Andan escasos de prudencia por exceso de codicia. Adolecen de cautela por su avaricia. Y la soberbia provoca en ellos ostentaciones delatoras de sus fechorías.

¡Sobornad y callad, coño!, les dicen los politiqueros comprados por ellos. Pero no saben hacerlo. Tienen necesidad patológica de poner en evidencia sus chorizadas, hablando en público de los sobornos, y esto es algo que no tiene remedio, porque su altanería ciega la reserva obligada que evitaría el escándalo de una sociedad que asiste atónita al espectáculo de los corruptores.

UN «NEGRO» PALACIEGO SALVÓ EL QUIJOTE

UN «NEGRO» PALACIEGO SALVÓ EL QUIJOTE

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Que los reyes no son sabios, ignoran mucho, solo leen titulares que les recortan y no escriben sus discursos, es algo sabido por todos, por eso pagan tan buenos sueldos a los “negros” de palacio que los instruyen, dan consejos, leen por ellos y escriben extensas hagiografías reales autorizadas por los monarcas.

Pues bien, gracias a un “negro” palaciego hemos podido disfrutar durante siglos de la segunda parte del Quijote, porque fue este quien puso a la firma de Felipe III la autorización real de impresión, autorizando a Cervantes la publicación de la segunda parte de las andanzas y desventuras del hidalgo caballero.

Afortunadamente, el monarca no hizo amago siquiera de leer la obra del manco de Lepanto, porque de haberlo intentado habría llegado al final de sus días sin pasar de la primera página, pues el ritmo de lectura del monarca era de un renglón por año por cada año bisiesto que pasaba, muriendo Cervantes sin ver impresa su obra, porque sin permiso real no había impresión.

En aquel tiempo, los escritores estaban obligados a entregar sus manuscritos a tres censo-lectores: el del Consejo de Castilla, el vicario de Madrid, – que en este caso delegó en un capellán del arzobispado toledano – y el “negro” de palacio que firmaba la autorización de impresión, si la obra no contenía pasajes que atentaran contra la monarquía y las buenas costumbres del pueblo.

La autorización de impresión llegó a manos de Cervantes firmada un día como hoy de 1615, advirtiendo en su portada que se trataba de la “Segvnda Parte del Ingenioso Cavallero don Qvixote de la Mancha”, a diferencia de la primera parte en que lo llamaba “Hidalgo” porque todavía no había sido armado caballero.

PERSONAS EN VENTA

PERSONAS EN VENTA

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Una vez más, los lectores de mi cuaderno de bitácora virtual donde voy dejando páginas del Itinerario de Vida que recorro cada día, llevan mis dedos sobre el teclado del ordenador para poner sobre la pantalla en blanco, el borrón negro de la compra-venta de personas esclavizadas en pleno siglo XXI, aunque los eufemismos disfracen tan detestable comercio de lo que no es, porque la carne humana no cotiza en el mercado de abastos.

Agradezco a Cristina el envío que me hace desde Nueva York, porque se trata de un documento firmado en 1792, de indudable valor histórico y testimonial, que ofrezco en su nombre a todos los lectores de este navegante epistolario, porque ilustra por sí solo la situación vigente que hoy se denuncia en esta casa de amigos, donde puede leerse:

 “Esta negra llamada María sin adición alguna, sabe lavar muy bien y planchar de liso, y cocinar al estilo de la tierra con todo aseo, se vende porque quiere casarse, y sus amos no son gustosos: en cuatrocientos pesos libres de escritura y Alcabala”.

Como podéis ver, el propietario de la esclava la pone en venta por un puñado de pesos, como si fuera estiércol para abono de las huertas argentinas, sin tener en cuenta que María era de su misma especie, tenías sus mismos derechos humanos, semejante anatomía funcional, idéntica sensibilidad al dolor, análogo deseo de libertad y equivalente amor a la vida.

Pero no creáis que es historia del pasado porque la venta de personas para explotarlas sexualmente, en trabajos forzados o para extirparle órganos, se mantiene vigente por contundente que sean la ley declarándolo delito de lesa humanidad, siendo la más repugnante esclavitud que mantenemos entre nosotros y el mayor ataque a la libertad y dignidad humana.

Un execrable negocio que mueve 32.000 millones de dólares al año, padecido por cuatro millones de personas, – la mayoría de ellas mujeres y niños -, que son captadas y transportadas a los lugares de explotación con amenazas y engaños, o simplemente raptadas con el uso de la fuerza aprovechando la vulnerabilidad de los afectados.

Los mercaderes de personas consideran que la esclava en cuestión tuvo más fortuna en su tiempo que algunos siervos actuales, según pudimos leer en un anuncio que circuló 2012 por las redes sociales, ofreciendo en venta un esclavo de 23 años ya castrado para evitar que violaras a las mujeres de la casa, porque la venta de personas se mantiene vigente como moderna esclavitud, para vergüenza de la raza humana.

DE TRIANA A COLLIURE

DE TRIANA A COLLIURE

Ana

Ochenta y cinco años estuvo Ana caminando por la vida, desde el 28 de febrero de 1854 que vino al mundo en el barrio de Triana arrullada por rumores del Guadalquivir, hasta abandonar la vida en el desolador exilio de una pensión frente al mar de Colliure, donde murió tres días después que su hijo Antonio, el 25 de febrero de 1939, cansada de preguntar por el paradero poeta, ausente del hospedaje.

Pide hoy Triana en azulejo azul de mar con foto de la señora doña Ana incluida, adherido a la fachada de la casa que la vio nacer, un recuerdo eterno para la trianera hija de confitero andaluz y madre de Antonio y Manuel, que fue bautizada en la iglesia de Santa Ana y casada con “Demófilo”, eterna enamorada de sus ocho hijos.

Junto a los restos de Juan de Mairena reposan los de su madre, Ana Ruiz Hernández, dejándonos escrito el bueno de don Antonio Machado cómo fue el encuentro de sus padres, con palabras enternecidas por un amor filial que no pudo sobrevivir a la barbarie de aquella lejana y doliente guerra incivil:

“Y fue que unos delfines equivocando su camino, y a favor de la marea se habían adentrado por el Gualdalquivir llegando hasta Sevilla. De toda la ciudad acudió mucha gente atraída por el insólito espectáculo, a la orilla del río, damitas y galanes, entre ellos, los que fueron mis padres, que allí se vieron por primera vez. Fue una tarde de sol, que yo he creído o he soñado recordar alguna vez.”

Amigos míos, si la corriente del Guadalquivir os lleva algún día por la orilla de Triana, saludad en mi nombre a doña Ana y decidle que conservo intacto el recuerdo a ella, guardando como una reliquia el poema que introduje una tarde en la cristalina urna de la tumba de don Antonio, cuando peregriné a Colliure con reverencial respeto para abrazar a Juan de Mairena, sencillo poeta y hombre bueno, enamorado de Leonor, Guiomar, la vida y el amor.

DÍA DE LA REBELIÓN

DÍA DE LA REBELIÓN

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Cuando los ponentes del Estatuto Autonómico madrileño propusieron en su articulado que los vecinos de la Villa y Corte celebrarían el día 2 de mayo su fiesta de la Comunidad, para conmemorar que en esa jornada de 1808 el pueblo de Madrid se sublevó contra el poder instituido, no adivinaron que doscientos siete años después podría convertirse en la jornada de rebelión contra una situación beneficiosa para la minoría de vecinos.

Todo comenzó porque aquel 2 de mayo los soldados franceses pretendieron llevarse los hijos de Carlos IV a Bayona, originando esa intentona la sublevación espontánea del pueblo ante el abuso de poder de sus gobernantes, con gran desconcierto de Murat y su gente, que no esperaban respuesta tan contundente de la ciudadanía, harta de aguantar la espuela del gabacho.

A esta rebelión se añadieron otras dispersas por el territorio nacional con llamamientos públicos a la insurrección popular para superar la situación que estaban viviendo los ciudadanos, algo que concluyó con una guerra por la independencia del pueblo, cuyo final fue la conclusión  de los abusos y la expulsión de los invasores.

Hoy los ciudadanos están indignados por los recortes y las represiones de quienes mantienen sus privilegios propios con leyes dictadas por ellos mismos, descaradas mentiras, prepotencia insultante y desprecio a las aspiraciones ciudadanas, que provoca la unión de los afectados contra las injerencias externas en asuntos internos vitales, usurpadoras de la voluntad popular, que dejan al pairo la salud, educación y bienestar de millones de compatriotas.

El Tratado de Fontainebleau pudo ser el precedente de nuestra adhesión al euro. La represión de Murat a las revueltas populares tuvo mucho que ver con la Ley de Seguridad Ciudadana, las pelotas de goma, los porrazos y las detenciones abusivas. Y la cruel y goyesca Carga de los Mamelucos, se adelantó en el tiempo a las cargas policiales que los ciudadanos repelen a pedradas, como intifada hispana.

FUNERAL POR EL TRABAJO

FUNERAL POR EL TRABAJO

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La tradicional “fiesta del trabajo” que se ha conmemorado durante tantos años, amenaza con transformarse en “funeral del trabajo”, por obra y gracia de leyes laborales devastadoras, a las que se han sumado depredadores patronales, esquilmadores de la hacienda pública, “cajeros” desvalijadores de cajas, despilfarradores que han gastado en salvas populistas el erario público y defraudadores con cuentas en paraísos fiscales.

A todos ellos hay que agradecerles el deshonroso honor que tenemos los españoles de ocupar junto a Grecia la cabecera estadística de ciudadanos desempleados, muchos de los cuales ven el futuro tan negro como la boca de la mina social que los lleva al enterramiento laboral sin redención posible.

Ruina laboral de difícil recuperación, salvo que las vírgenes de la Paloma y Rocío nos ayuden, atendiendo los ruegos y plegarias de las señoras Botella y Báñez, aunque interfieran ante el Hacedor Santa Ana y la virgen de Fátima por ser abandonadas en segundo plano, a pesar de darle nombre a la alcaldesa y ministra.

Procesionemos, pues, en la fiesta del trabajo con un cirio en la mano y luto en la solapa, pero armados de esperanza en que pronto asistiremos a los funerales por la reforma laboral, aplaudiremos la condena a galeras de los culpables de la crisis y nos alegraremos con la fumigación política de todos los seres humanos dañinos para especie que representan, porque en las santas urnas está la redención.