AMIGOS DEL «INFANTA»
Procedente de Barcelona donde reside, está pasando tres días conmigo en Salamanca un buen amigo de juventud con quien compartí habitación, mesa, pupitre, recreos, sinsabores y alegrías en el “Infanta”, colpicio para desamparados de protección paternal donde la desgracia común fortalecía la amistad, los castigos alentaban la solidaridad y la incertidumbre por el futuro favorecía la ayuda mutua.
Paseando en agradable conversación por calles y plazuelas de la pequeña Roma, recordamos la intemperie en que vivimos la primera juventud, superada por el calor fraternal que recibíamos unos de otros a manos llenas, sin darnos cuenta que la fraternidad compartida era el bálsamo que a todos nos redimía del infortunio.
La visita de Enrique y su fiel Mariluz, me da pie a proclamar por el ciberespacio que no fueron las cuotas mensuales de los Guardias Civiles, ni los espacios de la Institución protectora, ni la gestión de los rectores, ni el oficio de profesores, “maestros” e inspectores, quienes nos salvaron del naufragio, sino la hermandad entre nosotros, el compañerismo ejercido sin fisuras, la protección mutua ante las agresiones y la ayuda recíproca que nos prestábamos, sin darnos cuenta entonces que esa alianza perduraría más allá del espacio y del tiempo, acompañándonos hasta que la parca decida clavar su estaca en nuestra puerta para llevarnos por separado al valle de Josaphat.
Entre las tapias y alambradas del “Infanta” nos juramentamos lealtad, sin hacer juramento alguno; nos hicimos promesas de permanencia sin prometernos nada; conjuramos la desgracia sin hacer conjuras; exorcizamos demonios y maldades sin recurrir al agua bendita; y nos dimos un abrazo colectivo, sin abrazarnos, que todavía perdura.
Fue la desdicha pretexto para dar vida al “Infanta”, y éste a su vez origen de un encuentro entre almas gemelas, hermanadas por el afán compartido de volar por encima del lodo en que el infortunio nos había enfangado sin merecerlo, por mucho que el púlpito se empeñara en consolar lo inconsolable y el libro sagrado hiciera promesas de salvación más allá de la vida, porque la lucha por la resurrección terrenal nos impulsaba a ganar el futuro tras el recinto donde estábamos confinados. Y así lo hicimos.
Pronto desaparecerá el “patio central”, el “campo de abajo”, las “familias”, los “talleres” y la “puerta principal”, con su perpetuo escalón roto. Se olvidará el sonido del silbato, las diarias “filas”, los “cortes” en el cine, los “poliburós”, las sanciones, el “barrio”, la “garita”, las aspirinas de las “señoras de la enfermería”, el “arca”, las deseadas “croquetas”, y tantas otras cosas, porque así lo ha decidido el Patronato.
Pero siempre quedarán entre nosotros los recuerdos compartidos entre aquellos muros porque nada ni nadie puede arrebatarnos la memoria. Y, sobre todo, quedara la amistad perdurable que nos une, por mucho que la distancia se empeñe en alejarnos y el tiempo alargue los encuentros.
Afirmaba Richard Bach que ningún lugar está lejos para los amigos verdaderos, como ha demostrado Enrique con su visita, y si el encuentro real no es posible, sabed que entre el “aquí” y el “ahora”, siempre podremos vernos un par de veces, porque basta el deseo de estar con alguien para tenerlo a nuestro lado.
9 comentarios en «AMIGOS DEL «INFANTA»»
Todo lo anterior está muy bien , pero en mi opinion tambien te faltó añadir ,la hermandad , el cariño y la familiaridad que nos unió desde el 1º dia de entrada hasta el úlñtimo ( que algunos conservan todavia)
Algunas veces me miro en el espejo y no puedo menos que sentirme afortunado. Pues también conservo recuerdos imborrables, muy a pesar del “guiri” ese, y amistades de mi infancia, como la tuya y la de Enrique, que cada día valoro y quiero más. Esa amistad es la que me ha permitido estar en casa de Felipe, otro buen amigo, unos cuantos días esta misma semana, y cargar las pilas en este paraíso contemplando el valle del Piloña y la majestuosidad de los Picos de Europa.
Paco, Enrique, un fuerte abrazo.
Blanco:He leído con deleite,con emoción,tus palabras.Me identifico con ellas,aunquemis caminos y mi carácter me han hecho perder el contacto con amigos que añoro.Me siento como esa acacia a la que tantas veces trepé en los cálidos atardeceres de mayo para fumarme un «Bisonte»y huir del rosario.Espero que,como al olmo de machado,si no con las lluvias de abril y el sol de mayo,con las canas y la sensatez,me salgan algunas hojas nuevas de amistad.
Paco, perfecto tu comentario que es exactamento en sentimiento de todos y cada no de nosotros. Consecuente a la desgracia de la pérdida paterna y el desarraigo familiar en el colegio, pudimos haber caido en el desánimo y desaliento en una edad tan peligrosa como la que teniamos, edad en que se moldea la personalidad de cada uno y hoy podríamos formar parte de la escoria que pulula por la parte mas baja de la sociedad y a todos los niveles pero ¡no!, el colegio como escenario y todos nosotros unidos como una pina (como tu dices) sin prometer nada, conseguimos algo tan hermoso como salir adelante a pesar de las zancadillas, a pesar de una loca adolescencia sin dirigentes; no lo necesitabamos porque estabamos todos y entre todos formabamos un solo cuerpo; eramos uno solo.
Han pasado los años y tal vez que la edad que me hace mas sensible, me emociono cuando veo a algun compañero, cuando a mis hijos les comento alguna andadura colegial y cuando leo algo tan cierto como lo que has escrito Paco.
Un abrazo amigo, que hago extensivo al «resto de mi cuerpo colegial».
¡ Enhorbuena, Paco !. Tu artículo me ha hecho recordar que ante las inumerables dicultades que me surgen en la vida, siempre, mi pensamiento recurria a las penurias sufridas durante 10 años en «El Infanta»; y salía adelante pensando: » si esta difultad, en el colegio, la superé o la superó un compañero; ¿ porqué ahora no la voy a superar ?.
Un abrazo
PACO, YA SE QUE NO ERES UN PESADO AL CONTRARIO ERES UN BUEN TIO.
COMO SE QUE ESTAS CON MI HERMANITO, ME LEO TODOS TUS
COMENTARIOS DEL INFANTA. ERES EL MEJOR JUNTO CON MI AMIGO
M.A.BARROSO.
UN FUERTE ABRAZO Y HASTA QUE NOS VEAMOS PERSONALMENTE COMO LA
ULTIMA VEZ.
Amigo Paco, aunque un poco tarde he leido tu opinión itinerante sobre el Infanta. Me han hecho recordar las multiples vivencias, que todos hemos tenido tras y dentro de esas paredes, algunas juntos, otras compartidas con otros y alguna solo, pero que todas ellas son las que desde nuestra juventud forjaron y enriquecierón nuestras creencias en los valores que ha buen seguro todos los que estuvimos allí poseemos. Con el sentido de la amistad, lealtad, ayuda y respeto a los demás, etc, no nacimos, los aprendimos juntos en ese LUGAR primero, y ahora recordandolo, porque, aunque no estemos juntos presencialmente los recuerdos no se borraran nunca y podremos seguir comunicandonos para aumentarlos.
De nuevo me asomo a esta ventana para reafirmar lo que evocas en tu relato. También he leido los comentarios que otros compañeros han hecho y con suma atención el de Barroso. Cuando habla del «escenario» y de nosotros como piña, yo no querría pecar de olvidaizo, si no trajese al ruedo otros actores, aquellos que tenían allí dentro la responsabilidad de guiarnos, que los hubo buenos, regulares y malos o nefastos. Yo me acuerdo a veces de los buenos, muy pocas de los regulares y de los otros cuando aparecen, trato de no guardarles rencor, aunque pudiese ser mucho el daño causado, daño que hubiese sido peor si no hubiesemos estado arropados entre nosotros, pero no los olvido porque de todos hemos aprendido «algo».
Paco, solo decirte una cosa GRACIAS MUCHISIMAS GRACIAS has despertado en mi algo que sentia pero que no me atrevia a expresar